Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Estado natural

Conversamos con Iván Noble, que se presenta el miércoles en la Zavala Muniz

“En general, en el rock, solo por el hecho de la contundencia sonora, la estridencia y el volumen, es difícil saltar sin red”, dice Iván Noble.

15.05.2017 15:12

Lectura: 8'

2017-05-15T15:12:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

A Iván Noble le preocupa el paso del tiempo. Mucho. Le teme a la decrepitud, pero no le quita el sueño la posibilidad romántica de morir sobre un escenario. Prefiere verse a sí mismo, hoy y mañana, como un compositor de canciones, un tipo que viene "afinando el oficio", desde largos años, sin tomarse demasiado en serio a sí mismo, pero con seriedad.

La fama le vino de golpe por ahí, por el 97, cuando "Avanti Morocha", el ultrahit de Caballeros de La Quema los sacó de la esfera del rock y puso a la banda en una góndola para todo público. Pero antes de eso, el grupo, donde Iván Noble ponía el pecho y la garganta, construyó una carrera basada en discos sólidos, rabiosos y melancólicos. Caballeros de La Quema fue, aunque nadie les avisó, uno de los mascarones de proa del rock barrial, mezclando el guiso espeso de Pescado Rabioso, Pappo's Blues y Sumo, pero con un detalle no menor que los diferenciaba del resto: Iván Noble tenía algo que decir, y sabía (sabe) escribir. Ya ahí asomó una poesía dada muchas veces a los juegos de palabras, lúdica aún en el relato de las situaciones más desgraciadas. "Siempre traté de tener una búsqueda en el sentido de la intención poética", dice.

Con la disolución de Caballeros de La Quema, Iván Noble siguió activo en la industria del espectáculo, a veces como protagonista, y otras como colado. Publicó siete discos desde 2003, y ahora regresa a Montevideo con Al fin solos, un show donde, dice, quiere llevar las canciones al estado en el que fueron creadas.


*

 

¿Qué es Al fin solos? ¿Un unplugged?

Es algo que empecé a hacer acá, por Argentina, a principios de año. Es un show que tenía pensado hace un tiempo, que fuera la guitarra y yo. Casi como volver al útero de la canción, y era un gusto que me quería dar hace un tiempito. Empecé a hacer algunos teatros, y por suerte lo estoy disfrutando mucho.

 

¿Te encontrás bien sin la estridencia de la banda, en ese limbo más folkie, pese a que, hace un rato, colgaste los botines del rock? ¿Renegaste de ese pasado?

Yo ni renegué ni dejé de lado nada. Empecé a hacer discos solistas y, a veces, las canciones son más de rock, y otras veces menos. Uno, cuando se pone solista, se da más permisos para manejar distintos humores. En este caso todo lo que, como decís, es folkie, más íntimo, me gusta mucho. Me gusta mucho escucharlo y me gusta mucho hacerlo. Y desde hace un tiempo me daba vueltas la idea de hacer canciones de todas las épocas en el formato que estaban cuando fueron compuestas. La guitarra y yo, no mucho más que eso. Es un show que te obliga a estar más concentrado, porque todo se nota mucho más, y te conecta con las canciones de una manera distinta. La conexión con las letras, se mastican de otra manera. Te sacás el piloto automático que a veces te ponés cuando estás con toda la banda.

 

¿El formato solista te saca del esquema del rock? Para muchos artistas que hicieron el mismo camino, pasar de la banda a un proyecto individual fue liberador...

El rock termina siendo como un corsé en un punto. Salvo los artistas muy geniales. Salvo que seas Frank Zappa. Supongo que el rock, o cualquier género, de alguna manera, termina siendo una jaula. Pero en las bandas de rock, sobre todo, suele pasar eso. Cuando uno tiene una fórmula que funciona se hace más difícil experimentar, o darte permisos acústicos. Como solista, como soy amo y señor de esas decisiones estéticas, las llevo a cabo. A veces es un disco más ruidoso, otras veces menos, y si un día quiero hacer un disco -ojalá algún día lo haga- solo con piano, lo puedo hacer.

 

El desafío es más difícil, porque en el rock todo el cuadro juega para vos...

Exactamente. En general, en el rock, solo por el hecho de la contundencia sonora, la estridencia y el volumen, es difícil saltar sin red. Está todo eso que sostiene. Más la gente, el rito. Para mí, un tipo en un escenario con una guitarra, o con un piano, tiene que funcionar como la magia primera de la canción. Es un poco esa apuesta.


¿Dónde estás buceando para encontrar un espejo en el que mirarte?

No sé. Sigo escuchando los mismos discos que me hicieron feliz hace 25 años. A lo mejor en casa escucho una música más tranquila. Me gusta mucho la música brasilera, las cosas viejas de Dylan, los songwritters americanos, siempre escucho Leonard Cohen. El rock lo escucho en el auto. Una cosa más rutera.

 

No lo dejaste de lado...

No, no. Para nada.

 

Porque en buena parte del público, sobre todo el más radical, quedó la imagen de que Iván Noble había abominado del rock y ahora está en la batea de los cantantes melódicos...

Melódico no soy, decididamente. Los cantante s melódicos, a primera vista, son otro tipo de cantantes. Lo que entendemos por cantantes melódicos en Latinoamérica. Cantantes que, en general, no son autores, sino que cantan canciones de otros, que ponen el acento en otro lado. Si querés, sí me puedo considerar un escritor de canciones. Lo que los americanos llaman songwrittrers. Pero son momentos. A veces me dan ganas de hacer un show como este, que lo disfruto mucho, y paralelamente sigo tocando con la banda, y hago shows transpirados. No veo un inconveniente.


Por ahí es la misma electricidad...

Lo que pasa es que, cuando estás solo con la viola, tenés que estar más conectado con la canción. Yo puedo salir a tocar con la banda, y si me duele la muela y no tengo muchas ganas de cantar, es más fácil poner un piloto automático, y la banda me sostiene. Acá es difícil disimular.

 

Decías que uno de los motivos por los que no volverías con Caballeros de La Quema es que hay canciones que no te dan ganas de cantar. Sin embargo, esas canciones son parte de vos, de alguna manera te reflejan...


Hay muchas canciones de Caballeros que me siguen gustando. Hay otras que no podría cantar. En general, las que puedo cantar, las que me siguen quedando bien, las canto en mi plan solista. Nunca se sabe qué va a pasar. Pero las canciones que uno escribió hace 25 años... Algunas cosas envejecen mejor que otras.


Siempre hubo un hilo conductor en tus composiciones, ciertas características: algo de sorna, incorrección política, que no perdiste...

Sí. Yo trato de no tomarme muy en serio. Entonces puede ser que haya cierta sorna. A mí lo que me gusta es afinar el oficio. Yo soy un tipo que, básicamente, trata de darle mucha bola a lo que escribe, al texto. Y trato de que eso no sea una excusa para decir algo arriba de una melodía. Siempre traté de tener una búsqueda en el sentido de la intención poética. A los 25 años tal vez uno hace canciones que tienen que ver más con el afuera, con ir sacándole fotos a lo que va viendo en la esquina, en el barrio, en tu país. ¡Qué sé yo! Después, a partir de cierto momento, en mi caso coincidió con mi proyecto solista, uno se pone más introspectivo, y las canciones empiezan a ser más autopsias que otra cosa.

 

¿Es más fácil así?

Es más riesgoso. Te exponés más, pero me parece mejor. A mí me gustan los tipos que quedan medio en carne viva cuando hacen cine, o escriben libros, o canciones. Cuando se les nota que, en algún momento, queda carne y hueso, está bueno. Aparte usás más la primera persona, siendo solista es casi inevitable, entonces sí, es más riesgoso, pero en un punto podés ir más a lo hondo, y en ese sentido es más jugoso lo que queda después.

 

¿Hasta dónde sos capaz de ir?

Y... Nunca se sabe. He escrito canciones de decepción, de divorcio... o del miedo, ya a esta altura bastante importante en lo que escribo, al paso del tiempo. Uno se pone más grande y empieza a ver esas cosas.

 

Es lo único verdaderamente democrático que hay...

Espantosamente democrático. Pero sí...

 

¿Y lo asumiste ya o te sigue aterrando?

No sé. El año que viene cumplo 50 y ahí ya me dan la otra pechera, la de los señores mayores. No sé, trato de llegar entero. Ojalá se trate de envejecer dignamente, arriba o abajo del escenario. No sé. Que sea con cierta elegancia.

 

¿No te quita el sueño esa épica del artista que muere en el escenario?

La verdad que no. me imagino más, y ojalá que ocurra dentro de mucho, una declinación más bien suave, cerca de nietos. No me imagino en un escenario dentro de tantos años. No tengo esa intención.

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Iván Noble presenta Al fin solos, el miércoles 17 de mayo, desde las 21:00, en la Sala Zavala Muniz del Teatro Solís. Localidades a la venta a través de Tickantel y en la boletería del teatro.

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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