Contenido creado por Matías Rocha
Coaching de crianza

Dejar de ser el centro

¿Cómo manejar los celos ante la llegada del hermano?

Cuando una pareja decide tener otro hijo, se movilizan muchos afectos en toda la familia.

17.01.2017 13:54

Lectura: 5'

2017-01-17T13:54:00-03:00
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Hasta ese momento, el primogénito es el centro de atención de todos los miembros. Ser el primero tiene esa ventaja: todo gira a su alrededor... pero sufre cuando la pierde. También tiene desventajas, por ejemplo, padece los clásicos miedos y ansiedades de los padres primerizos. En ese aspecto, el segundo viene con el "camino allanado".

El principal tema está en que los tiempos no pueden ser nunca los mismos, hay que empezar a dividirlos. Y lo mismo sucede con la atención. El niño puede pensar equivocadamente que perdió parte del amor de sus padres. Por eso, es frecuente ver que algunos vuelven a conductas ya superadas, como hacerse pis en la cama, hablar a media lengua o incluso querer usar chupete. Son reacciones que muestran lo que está sintiendo. Puede demandar atención con llantos, enojos o berrinches que ya no solía tener.

Por supuesto, todo esto depende de qué edad tenga el niño cuando llega el hermanito.

No es lo mismo si tiene 2 o 3 años que si tiene 6 o más. Lo mismo si es deseado por el niño o no. Hay niños que piden hermanos (generalmente porque ven a otros niños con hermanos) pero hay otros que no los desean. Sin duda esto va a influir en su aceptación. También influye mucho la actitud que tengan los padres, si están preparados o no para la llegada de otro niño. Muchas veces lo hacen porque no quieren que sea hijo único, y no son conscientes de que no es una buena razón.

Los padres deben saber que van a necesitar muchísima paciencia y, a su vez, una actitud firme para que no se desborde la situación. Van a tener que poner límites, pero a su vez demostrarle al niño que lo aman como siempre. Reforzar las conductas buenas, positivas, y entender que es normal que el niño sienta ambivalencia hacia su hermano. Por un lado, lo va a querer, pero, por otro lado, lo va "detestar" al sentir que en parte vino a sacarle su lugar. Es gracioso ver que muchas veces se enojan con sus hermanos menores o los acusan de malos comportamientos, pero los defienden "a muerte" de los ajenos. Eso marca la ambivalencia y la tranquilidad de que están haciendo un proceso natural.

Hay que tratar de involucrar al niño desde el principio, tratar de que sienta que la llegada del hermano es positiva en su vida, mostrarle las ventajas de ser el hermano mayor, que siempre va a ser su modelo, y que su hermano va a tender a imitarlo. Muchas veces esta motivación ayuda a mejorar sus conductas, ya que se siente importante. ¡Él es el mayor!

Cuando está molesto porque están dándole mucha atención al menor es bueno decirle que entienden su manera de sentir. Contarle qué hacían con él cuando era pequeño. El sentirse comprendido y saber que gozó de la misma atención puede calmar sus celos. No dejar de decirle que el corazón de los padres tiene lugar para ambos y que lo aman mucho.

Incluso, si le gusta, hay que tratar de involucrarlo en actividades del hermano. Con las tareas sencillas puede sentirse parte. Por ejemplo, puede ayudar a traer las cosas para cambiarlo, para comer, etc. Hay que incitar a que lo agarre de a ratos e indicarle cómo debe hacerlo. En general los bebés tienden a prestar mucha atención a sus hermanos mayores y esto los "compra". Hace que vaya naciendo ese amor en el vínculo. Y por supuesto los padres deben reforzar esas actitudes con comentarios positivos para lograr la unión.

Cuando los niños son más grandes pueden razonarlo más. Están más volcados al afuera, a lo social, y no necesitan esa extrema atención de los padres. Pero no hay que olvidar que están más acostumbrados a ser hijos únicos. Ahí depende mucho cuán fuerte sea el vínculo con los padres.

Si los psicólogos tuviéramos que recomendar una edad para tener el hermanito, sería siempre después del tercer año de edad del niño. Hasta ese momento el niño está muy volcado a sus padres y necesita más atención. Después de esa edad comienza su primera etapa social, interactúa más con otros niños (generalmente es cuando empiezan el jardín). Se empieza a acostumbrar a compartir en otros ámbitos y ve que no es malo, que todo tiene sus pro y sus contra. Comparte los juguetes con sus compañeros, se da cuenta que los juegos son más divertidos en compañía que cuando juega solo y así va pasando por nuevos vínculos y experiencias que lo van preparando para la llegada de un nuevo integrante. También los padres cuentan con tiempo extra cuando el niño está en el jardín y pueden darle más atención al llegar a casa. Preguntarle cómo le fue, qué cosas nuevas aprendió, y si surge algún tema de celos, tomarlo con calma y no hacerlo sentir culpable.

Con una buena dosis de paciencia y tranquilidad se llega a buen puerto. No desechar la ayuda de los abuelos cuando la tienen o de personas de su confianza para que las tareas y la atención puedan repartirse de la mejor manera posible.

Algo que siempre hay que recordar es que no hay que dejar de ser pareja además de padre. El rol padre/madre es muy avasallante, sobre todo en la madre, que a veces descuida a la pareja. Se puede con todo, es cuestión de saber priorizar según el momento. Ser padres es de los roles más lindos de la vida, pero también puede resultar muy agotador si uno no está preparado. Hay que estar seguro de querer tener la responsabilidad que se va a asumir.

Si se hacen las cosas bien, ¡todo vale la pena!

Por Ps. Silvia Cardozo

Terapeuta Cognitivo Conductual

Email: ensil@adinet.com.uy