Una flor para Marta Gularte

1919 (Tacuarembó) - 2002 (Montevideo)

Una diva en tacos aguja.
Marta Gularte ya es parte de la mejor historia de nuestra cultura ciudadana. Hasta los tambores lloraron cuando se conoció la noticia de su muerte.

 

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Semblanza
La reina con tacos altos

Pepi Gonçálvez*
“Il faut sufrir pour être belle” ­hay que sufrir para ser bella­, escuché decir alguna vez. Para Marta Gularte los tacos altos son, simplemente, una extensión de sus privilegiadas piernas. Fueron 50 carnavales en sus 80 fecundos años de vida subida a sus inseparables taco-aguja.

Su mítico dormitorio colmado de trajes de luces y plumas despampanantes tiene un sitio especial para su colección de zapatos. Desafiando el vértigo ella ha sido siempre la mujer que quiso ser. Nada le impidió concretar su vocación de artista. Ni ser negra; ni ser mujer; ni ser pobre ni ser huérfana.

Es al mismo tiempo una creadora y su propia obra. A lo largo de su vida ha sido pionera, estrella, madre, poeta, devota y mito. Ha revertido el orden subida a los 12 centímetros contradiciendo aquello que afirmaba Simone de Beauvoir sobre que las mujeres de tacos no llegan lejos. Solamente se baja de las alturas para entrar, humildemente, a la casa de Dios a rezarle una plegaria.

*Productora audiovisual

 

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MARTA GULARTE
"Llamada para tí"

Marta, una cuerda de tambores
te acompañó, sin dudas, en tu viaje,
tu último desfile de colores,
esta vez, entre estrellas realizaste
y exhibiste el fulgor de tus fulgores,
¡tu gracia...la de siempre!, desplegaste
para que hiciera Rosa Luna, entonces,
un gesto reverente a tu pasaje...

..Y Pedrito Ferreira, con sus sones,
fue con la "Negra Johnson" a encontrarte...
lonja y madera con campanas de bronce
se unieron para ti en aquel instante...
Te sonrió Mateo, -el de la noche-,
ese bohemio...¡autor incomparable!...
El "Macho" Longo compartió emociones
evocando gloriosos carnavales.

¡Aquel "Marta Bombón"! de mil sabores
que a Hugo Alberto Valle le escuchaste
uniéndose a tu cuerda de tambores
Juan Burgueño...Gavioli...los Andrade!...

...Y regresó del ayer la niña pobre,
-la del Asilo Dámaso-, a buscarte
para darte el regalo de los Dioses...
un "Medio Mundo", igual ¡pero intocable!

Tu sonrisa iluminó la noche...
la acompañó Figari, ¡ese notable
pintor sobresaliente entre pintores
que honro, inmortalizando, a tus iguales!

¿Para qué esperar mas? pensaste entonces
y con tu gracia de siempre ¡penetraste
bajo el tronar colosal de los tambores!...
¿quién te lo iba a impedir,
Marta Gularte!

JUAN ANTONIO INFANTE

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Muere con Marta Gularte un pedazo grande del carnaval montevideano

Por Miguel Unamuno | Desde Buenos Aires
Una de las expresiones más puras del folclore uruguayo y, por ende, rioplatense, es su tradicional carnaval, enriquecido por las llamadas de las comparsas primitivas de negros y, actualmente, común y alegre pertenencia de la comunidad montevideana en general.

A lo largo de su pasado histórico y étnico, esos grupos festivos insertaron y prolongaron el espíritu de la raza africana y lo contagiaron a través del mestizaje. Bailes, cantos, celebraciones ruidosas y coloridas calentaron el alma popular y, a la vez, permitieron el surgimiento de personajes que resultaron inolvidables.

Una de esas figuras emblemáticas fue, sin duda, Martha Gularte, la primera vedette que tuvo la carnestolenda oriental. Había nacido en Tacuarembó el 17 de junio de 1919, tuvo una infancia pobre, se alojó en varios orfanatos y, a los catorce años, ingresó de manera espontánea e inesperada en el mundillo de la farándula. Ella misma solía recordarlo, en apretada síntesis: “ Me puse un vestido de encaje negro y un par de zapatos de taco alto y me fui a un teatro ( donde se realizaba un concurso de bailes). No podía entrar porque era menor, pero me abrí el tapado y, al verme, el brasilero de la puerta me dijo: “ Voce va a ser la atracción de la noche “. Salí al final, tiré el tapado, me levanté la pollera y el teatro fue un relajo .

Desde entonces, creció en simpatía y ritmo, atrajo la atención hasta el delirio y se convirtió en una imágen singular e infaltable de la romería anual. Con justicia, se la designó oficialmente “La auténtica Reina del Plata”. El periodismo la asedió con notas y entrevistas, y ella se explayó siempre con idéntico talante y gracejo. Por la seducción y el garbo de su idiosincrasia, se constituyó en la integrante principal de la comparsa “Añoranzas Negras”. Fue una auténtica revelación porque, hasta su aparición, sólo existían algunas danzarinas reconocidas.

Su trayectoria artística había arrancado como bailarina de varieté, con gran éxito en los cabarés chilenos, primero, y, más tarde, en los montevideanos. De la mano del notable bailarín Carlos “Pirulo” Albín, entró en comparsas, en 1949. Su fama tuvo tanta notoriedad y admiración su arte peculiar, que fue tentada varias veces para proyectarse internacionalmente. Entre esos ofrecimientos recordamos los del cantante estadounidense Sammy David Jr. y el director musical hispano-cubano Xavier Cugat cuya mujer, la despampanante Abbe Lane, había sido contratada por la intendencia local para ser la soberana del carnaval, aunque no pudo superar el frenesí y la adhesión del pueblo por Martha Gularte.

En muchos casos, esta extraordinaria figura de la otra banda estuvo en Buenos Aires. Aquí compartió escenarios con Juanita Martínez, Tito Lusiardo, José Marrone y Alberto Anchart, entre otros, demostrando sus habilidades, además, como bailarina de charleston y zapateo americano y creando vigorosas y atrayentes coreografías. En los últimos años, integró el elenco de La puta vida, un laureado filme de la cineasta Beatríz Flores Silva.

Más allá del mundo frágil y mediático de la escena, Martha atesoraba otro universo íntimo y rico, que pudo manifestar líricamente cuando publicó en 1999, su libro El barquero del río Jordán. Canto a la Biblia, considerado por la crítica como una “ obra que merece leerse y releerse por la profundidad de su sencillez”. Aquella su infancia de penuria y casi servidumbre ni el fogueo de las marquesinas habían logrado quebrar su fe religiosa: “ Yo no pedí ver -confesó-, pero a partir de eso empecé a escribir. Fue una forma de interpretar la Biblia de los niños”. En la actualidad, estaba redactando sus memorias.

Como toda artista genial, autodidacta en la vida y en el arte, le resultaba complejo explicar los motivos de su vocación, el éxito y el fervor casi idolátrico de su pueblo, ante el cual reiteraba constantemente su vocación y orgullo uruguayos. Resistió cualquier exilio aún con ventaja económica o profesional. Pocos, como ella, sintieron y expresaron la profundidad de la raíz vernácula y la fidelidad a los ancestros.

Se la recordará, asimismo, como una cordial anfitriona, pues su casa del Barrio Sur siempre estaba colmada de visitantes, de amigos y colegas -como los famosos Lágrima Ríos y Juan Ángel Silva-, de gente anónima que congeniaba con sus modales afectivos y sensibles. Su fama, a pesar de los años, no había decaído. Ramón Merica, periodista y escritor, recuerda que “ella siempre, en el lugar donde estuviera, era el centro: la gente la buscaba en el Mercado del Puerto en donde ya era parte del paisaje, vestida de lamé, mucho strass y tacos “alfiler” de quince centímetros”. Martha justificaba su resistencia física con un visible aunque arrogante dejo de melancolía: “Salgo, pero voy caminando. Antes salía bailando por la calle principal, que al final tenía una fuente luminosa. Ahí un día me tiré con ropa de plumas, porque me dolían los pies. La gente se mataba de risa. Yo siempre me destaqué por las cosas locas que hacía. Pero las hacía de alma”.

El 19 de agosto ppdo., Martha Gularte, a los ochenta y tres años, fue encontrada muerta en su tradicional casona de Montevideo. Sin su presencia viva, aunque sí del legado de su radiante carácter, el carnaval uruguayo deberá acostumbrarse a su alejamiento definitivo después de medio siglo de asistencia perfecta. Pero las llamadas y las comparsas quebrarán anualmente la monotonía insoportable del olvido y rendirán su homenaje sin tregua a su “primera vedette”, símbolo del linaje popular.

Buenos Aires, 31 de agosto de 2002

 

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A Marta Gularte...

Un estandarte vuela a la luna.
En el desfile todos se apartan
y en la llamadas más que oportunas
cimbrea su cuerpo la hermosa Marta.

Morena ebúrnea de enormes senos,
ébano vivo, sinuoso arte.
Plena presencia del desenfreno
que nos convoca; Marta Gularte!!!

Que ya no hay dudas, penas ni agravios
cuando sonríen esos, tus labios!!!

Que las tus piernas, luces destellan
y que tus brazos realzan el aire,
segura, estoica, sublime y bella,
sensual y nuestra, todo donaire!!!

Negrona única, toda febrero
que a las estrellas dejas perplejas,
se va de bruces el gramillero
y soslayea la mama vieja...

Tu cuerpo grita luces febriles
y se entrecuzan los tamboriles!!!

Tu piel nos huele a sumo agrado
donde se mezclan mieles y flores,
tu piel nos duele por los tablados,
Marta de Ejido e Isla de Flores!!!

Aquí la muerte no es admitida
-invicta negra que con tu arte-
vuelves entera, recreas la vida
con tu cadencia, Marta Gularte!!!

José "Pepe"Alanís


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Marta Gularte: La llamada eterna de la reina mayor

Renengando del bronce de los mitos, la diosa negra de las llamadas cuenta sin más su vida. Esa de todos los días, de pobreza y desventuras para un libro de memorias. Esa, que habla del abandono y la soledad, de infeliz Fermina y de la artista profesional que supo ser. Empecinada en defender sus sueños, además busca recursos y coce galeras para un próximo espectáculo que, a puro tambor, piensa presentar este año en una sala céntrica. Son muchos sus poemas acumulados. Su publicación es otra ilusión y otro desafío. Lo demás lo ocupa su casa y sus habituales visitas al Mercado del Puerto donde conversa porque sí con nuevos desconocidos. Así y todo, esta cristiana de siempre no falta a misa los domingos.

Un Cristo envejecido recibe a quien llega hasta esa puerta abierta. Junto al retrato, en la cima de la escalera, Marta Gularte. De pie, con su sensual elegancia. Aun entre casa el esplendor de sus años se pasea en tacos altos. Allí, cerca de Carlos Gardel, bien al sur de Curuguatí.

yo tenía en mi corazón
una tristeza muy honda,
una pena muy honda
porque otras niñas me dijeron
que por mi color
no podía jugar con ellas
a la ronda ronda
("La negrita y la casona de Isla de Flores")


Hija de un negro brasilero y una blanca nació en un lugar olvidado de paja y terrón de Tacuarembó llamado Paso del Novillo. La muerte de su padre, la separación forzada de su madre y su vida en asilos cuantan la historia de Fermina Gularte, la mulata sirvienta que se convirtió, sin olvido, en la rutilante Marta.

"Antes de ser la primera vedette pasaron muchas cosas en mi vida. Resolví hacer el libro por las tantas cosas que quiero que sepa la gente. Sobre todo viví una niñez bastante dura. Me castigaron mucho. Me castigaron. Pero nunca me prohibí nada porque la que me mandé siempre fui yo"

A los catorce años a escondidas participará en un concurso de carnaval. Con el vestido de encaje de una tía, ya apostaba a ganar en su Tacuarembó. Y no se equivocó; el triunfo fue todo suyo. Pero la memoria le pesa. Por eso, sin querer, tararea la ópera de Verdi que escuchaba en el asilo Dámaso Antonio Larrañaga.

Seguía a las comparsas a los 18 años. Pero recién se integra por primera vez a un grupo lubolo en el año 49. Su seductora figura definirá a partir de entonces los carnavales.

"Primero fue coreógrafa. Después el director me propuso que me integrara como bailarina. Y le dije que, como en una tribu, yo sería la reina. bailando delante del cuerpo de baile y de los tambores. Para bailar tenía que ser la primera. Las otras no podían bailar como yo. La que iba adelante tenía que ser exótica, elegante. Ahora hay mil y los directores eligen. Pero lo que bailaba yo no lo baila ninguna".

Marta ya era una artista profesional. Juan Coloretti, responsable del café Monterrey ubicado frente a la plaza Independencia, era el representante que contrataba números para locales nocturnos de Montevideo y también de Argentina. Teatros y cabaretes norturnos de Chile Brasil y Argentina contrataban a la escultural vedette uruguaya. Después es Xavier Cugat el que reconoce su talento. Pudo ser esa la oportunidad de alcanzar renombre internacional. Pero Marta no quiso acompañarlo en sus giras. Ya envejecidos los dos, recién en el 86 se volvieron a encontrar en España.

"Tuve miedo porque tenía como treinta escapadas del juez de menores. Esos miedos que tiene uno cuando es joven. Porque yo era una mujer sin antecedentes. Después de años nos vimos en Barcelona. Me dio no sé qué porque se puso a llorar."

A los malos momentos les da vuelta la página. Lejos de anhelar su propia leyenda o dinero, la búsqueda del tiempo perdido es su único lamento. Quizás por no ser ambiciosa o no valorar su talento a veces piensa que desaprovechó oportunidades.

"Después tuve a Tanganika. Pero como me dediqué tanto al whisky perdí un montón del tiempo. No es lo que mucha gente dice de la santulona que se arrepiente. En parte es arrepentimiento de haber perdido el tiempo, de haber estado en cosas que te destruyen, que te malogran y que no te dejaron avanzar. Luchar destruyéndote para tener dinero no lo haría. Si tengo dinero lo gasto. Ni el rico se lleva el dinero ni el negro el tambor al cielo".

Una parálisis facial dejó sus huellas. Pero la diva le puso buena cara. Aunque sus 75 años la saludan todas las mañanas, a la vejez no la reconoce como suya. Sus ganas, que son muchas, pueden más.

"No me doy cuenta de los años. Todos los días sigo haciendo lo mismo. Si era haragana sigo siendo haragana. Pero la juventud es la vitalidad que tenemos adentro y la persona que no la tiene se encierra en un problema".

Los bailes de carnaval y la elegancia de otra vida nocturna son algunas de sus añoranzas.

"Las mujeres que trabajaban en los cabaretes eran mujeres especialmente elegidas. Tenían joyas y pieles. Los hombre que venían de otros países y visitaban esos locales encontraban damas. Era otro Montevideo. Y en parte nosotros tenemos la culpa. Hemos aceptado muchas cosas malas. No hay que salir a pelear cuando se quiere, sino cuando es necesario ¿Van a sacar los tranvías? No, señor. No se sacan. A ver que pasa con el pueblo! El conventillo...
¿Por qué lo sacaron? ¿Acaso no hay casas de pobre en todas partes del mundo? ¿Qué barrio de lujo van a hacer con éste? Porque también se tiró Ansina. Fue un ataque a los negros".


La Mama Vieja consejera
Hace mucho tiempo quiso y mucho. En aquellos años no era todavía la gran Marta. Por la raza no pudo ser. El se enfermó y murió al poco tiempo. Luego de varias guerras de camas, comenta con satisfacción que aprendió a vivir a solas con ella misma.

"El hombre es una especie de bebida muy rica. Pero hay que tomarla despacio. Si te apuras mucho te emborrachas".

En el Mercado del Puerto se la ve con frecuencia conversando con desconocidos. Porque, como siempre pasa, con el tiempo se volvió sabia.Pesa probablemente lo que no vivió o lo que olvidó por el camino.

"Hablo con la gente, recito poemas que la gente me pide. Pero además también me acerco a las barras de muchachos. Los aconsejo y ellos me escuchan. A veces les digo que están alegres y que no metan la pata para que la alegría les dure muchos años. Si veo a alguna llorando por un hombre, le digo que no tome, que se ponen fea y barriguda, y que el que viene después siempre es mejor que el anterior."


La Juana negra

Con vestido de azucenas
ante Dios tú llegarás
y ángeles con arpas doradas
tu versos entonarán

Porque tu le cantaste a la vida
tu le cante al amor

Te perdiste entre las nubes
en alas de una canción
("Requiem para Juana")

Alguien deslumbró mucho a aquella negrita niña del asilo. Y desde entonces nunca olvidó la seducción de la poesía y de la belleza de aquella mujer inalcanzable. Juana de Ibarbourou visitaba el asilo Dámaso Antonio Larrañaga. Integraba una comisión de beneficiencia que colaboraba con las huérfanas.

"La admiraba porque además de ser poetisa, era hermosa. Se ponía vestidos justos y cortos para la época. Usaba una melena, boinas verdes y zorros grises. Le comentaron en el asilo que escribía versos y me preguntó si iba a ser poetisa y yo le dije que no, que iba a ser bailarina. Ella se rió y desde entonces preguntaba por la bailarina".

Desde entonces escribir poesía es uno de sus mayores placeres y sus textos son fieles testimonios de su vida.

Dios es un barquero
Algo le sucedió estando en su casa. Creyó desde siempre. Pero la revelación que no buscó la sorprendió. Asociando sensualidad y el misticismo, desde entonces se mezclaron más que nunca las plumas de la vedette y del ángel. Escribir aquello fue un mandato. "El barquero del río Jordán" narra en 130 páginas la Biblia en verso.

"Siempre tuve fe. Pero nunca había visto. No pedí ver. Y a partir de eso empecé a escribir.Fue una forma de interpretar la Biblia para niños."


Proyectando su espectáculo
Empeñada en promover la expresión de su raza, actualmente también tiene entre manos la recolección de fondos para financiar un espectáculo de primer nivel en una sala teatral del centro. Ella sabe que es posible. Porque para ello hace ya un par de años se presentó en un espectáculo unipersonal en un teatro montevideano.

"Sin propaganda y sin nada quería saber si podía largarme a hablar. Hablé una hora y media, recité, canté y bailé. Entonces, con el permiso de Dios, este año voy a hacer ese espectáculo que quiero. Yo preciso solamente hablar con gente de teatro".

Pese a definirse como una artista profesional, define las llamadas lubolas por su indisciplinamiento.

"Si fuera por nosotros y no viniera nadie, igual ibamos a salir. Porque es un día al que le damos rienda suelta al baile, a los tambores y al canto. Sería mejor si no hubiera tanta disciplina. Por eso en parte nos dio un poco de bronca que la oficializaran. La gente seguía a la comparsa por la que hinchaba Entonces era una cosa de locos muy divertida. Ahora el público está suspendido y cuando termina la llamada no tiene tambores para bailar".

Escribe Susana Benítes