Contenido creado por Martín Otheguy
Música sin enemigos

Lo abstracto vuelto canción

Música sin enemigos: James Blake

Sobre la buena música, la edad en que dejamos de prestarle atención y el último disco de James Blake nos habla Andrés Torrón en "Música sin enemigos".

26.05.2016 12:05

Lectura: 6'

2016-05-26T12:05:00-03:00
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En un capítulo de los Simpson de la década de 1990, Homero sostenía que era un hecho científico que la buena música había dejado de hacerse en 1975. O sea, el tiempo en que él había dejado de prestarle atención a la música popular. Es una historia que se repite generación tras generación: la "buena música" es aquella que escuchamos en nuestra adolescencia o temprana juventud; después la sensibilidad musical parece quedar congelada, por falta de tiempo, de interés o de curiosidad. La música sigue su curso claro, con la misma cantidad de cosas buenas, malas y regulares que siempre.

La obra de James Blake es uno de los muchos ejemplos de propuestas nuevas, distintas y sorprendentes que han aparecido en estos últimos años.

Con poco más de 20 años Blake apareció alrededor de 2009, con un EP llamado Air & Lack Thereof, que se podía asociar con la escena del dubstep más experimental.

El dubstep nació en Inglaterra a fines de la década de los 90's como un estilo muy experimental de música electrónica, derivada del drum n' bass. Una música que en sus orígenes podría tildarse de abstracta. Aparte de ser instrumental, su desarrollo no está generalmente marcado ni por la melodía ni por una estructura convencional de versos y estribillos.

En 2010 el músico editó otros dos Ep's, los excelentes CMYK y Klavierwerke, que se iban apartando un poco de las raíces del género, sobre todo por su experimentación con voces, a veces sampleadas de discos de artistas de pop y rhythm n' blues de los 90, a veces propias.

Con todo lo sorprendentemente creativo que eran estos mini álbumes y difíciles de encasillar en un género determinado seguían siendo parte de esa clasificación tan vaga como amplia de música experimental.

Pero en 2011 cruzó esa frontera invisible entre lo que es música para un circulo pequeño de gente y música "para todos" -sea esta masiva o no- con su álbum debut.

Lo que cambió en su propuesta es que lo abstracto se volvió canción, lo que hacía que el oyente pudiera sentirse en un mundo más familiar. Sin embargo ese disco debut, titulado con el nombre del artista estaba muy lejos del clásico cantautor pop.

"Unluck", la canción que abría el disco, tenía una percusión que parecía ir totalmente a contramano del beat del tema, una voz fuertemente procesada que hacía difícil a veces entender qué es lo que se cantaba y ruidos digitales que podían tomarse por errores en la grabación, más que por recursos musicales. Pero esa sumatoria total no daba, como podría pensarse, una música oscura y de difícil acceso, sino algo bastante cercano a una canción pop. Blake mezclaba su cultura electrónica experimental con su amor por el soul, el r&b y el folk dando lugar a algo fresco y nuevo. Pocos debuts fueron más auspiciosos que ese disco homónimo.

James Blake se fue convirtiendo en un artista muy reconocido, y hasta tuvimos la suerte de verlo tocar en Montevideo en 2012, comprobando lo excelente que era como performer en vivo.

Su segundo álbum, Overgrown, editado en 2013 profundizó su veta cancionistica. En su primer disco la voz estaba usada más como un instrumento, las letras aforísticas y cerca del haiku no dejaban de ser importantes, pero se mezclaban en un todo muy poderoso. Más allá de que las melodías eran muy buenas a veces parecía importar más el diseño y la construcción de los temas que el desarrollo melódico o armónico.

En Overgrown seguía habiendo voces procesadas y armonizadas y el diseño sonoro era importante e impactante, pero los temas tenían un desarrollo mayor. Se trataba, salvo un par de excepciones, de canciones -inusuales, pero canciones al fin- que tenían un formato más reconocible como tales.

Blake en estos años siguió editando EP's más experimentales, como el excelente 200 Press, de 2014 e hizo algunas sorprendentes versiones de temas ajenos como "A case of You" de Joni Mitchell o "The Sounds Of Silence" de Simon & Garfunkel. Además de ser un músico bastante popular se volvió un artista buscado por colegas mucho más famosos que él, como Kanye West o Beyoncé. Esta última lo invitó a colaborar en su reciente disco Lemonade, donde Blake co-compone dos temas: "Forward" (donde además canta) y "Pray You Catch Me".

Apenas salido el disco de Beyoncé, Blake lanzó en forma sorpresiva un nuevo álbum suyo, titulado The Colour of Anything, hace un par de semanas.

Tras sus dos discos y varios EP's ya hay un sonido Blake claramente reconocible, que ha servido de inspiración o directamente imitado por varios colegas en varias partes del mundo. Ya no está el factor sorpresa de esos sonidos impredecibles y abstractos que se iban volviendo canciones tras más de una escucha. Tampoco sorprende la excelente voz de Blake y su minimalismo virtuoso como pianista.

Este disco no es un cambio radical con respecto a los dos anteriores, haciendo aun más hincapié en la canción. Su exagerada duración tira un poco por la borda la contención que tenían sus anteriores obras y no ayuda a mantener esa atención hipnótica de sus dos anteriores álbumes y de sus EP's.

Pero sigue habiendo belleza en la música de Blake. La primera canción, "Radio Silencie", es una buena muestra de esto, con su precioso arreglo de piano y voces y las ya características percusiones y sonidos de sintetizador que atraviesan la canción.

En su anterior disco había colaboraciones de RZA y Brian Eno. Aquí Blake firma colaboraciones con Bon Iver y Frank Ocean y -por primera vez- participa un productor "externo" en alguna de las canciones: nada menos que Rick Rubin.

Hay muchos momentos de The Colour of Anything en donde parecería que esas fotos borrosas que eran alguna de las canciones de Blake están ahora en foco. Eso puede ser una virtud o una contra según cómo se mire. Porque había una belleza abstracta y misteriosa que se pierde en esta nueva claridad pero a la vez esta permite apreciar nuevos detalles.

Canciones como "Put That Away And Talk To Me", "I Need A Forest Fire", The Colour In Anything", "Modern Soul" o "Always", muestran lo mejor de ese lado menos abstracto. Y hace pensar que una mayor depuración hubiera logrado un disco mucho más poderoso y redondo.

James Blake sigue haciendo una música excelente que está hoy disponible para escuchar y descubrir. Como tanta otra. Del pasado, del presente y del futuro.

Por Andrés Torrón