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Entrevista: Pablo Tosquellas habla de su libro sobre el Sabalero

“Carbajal es el rara avis de la música popular uruguaya, es de los pocos que no hicieron demagogia”: entrevista con Pablo Tosquellas sobre el libro Cuando todo el sol era nuestro.

25.11.2015 11:51

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2015-11-25T11:51:00-03:00
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Por Martín Otheguy

Cuando el 6 de abril del 2015 al periodista Pablo Tosquellas se le terminó un contrato temporal que mantenía con una oficina del Estado, llegó a su casa emocionalmente arruinado y se dijo a sí mismo: "Negro, si te quedás acá, marchás. Te come la depresión".

Su forma de reconectarse consigo mismo y de levantar cabeza fue tomarse un ómnibus hasta Juan Lacaze con unos pesos en el bolsillo y dos cañas de pescar, aunque su verdadero objetivo fuera retomar un viejo proyecto: recorrer los pagos del Sabalero José Carbajal para escribir un libro que hiciera justicia a uno de los cantantes fundamentales de la historia del Uruguay.

El resultado es Cuando el sol era nuestro (Ediciones B), un libro cálido que honra la memoria del Sabalero de la forma que probablemente más le hubiera gustado a él mismo: con los recuerdos de los amigos y los familiares, las pequeñas historias de su pueblo y el descubrimiento de la trama invisible que une su música.

No es una biografía exhaustiva ni sigue en forma cronológica la larga trayectoria de Carbajal, pero tampoco lo busca. Pinta un panorama muy claro de lo que fue el Sabalero y lo que significó para las personas que lo rodearon y para su público, con un conocimiento fino de sus letras y canciones, cuya mitología Tosquellas va decodificando con calidez a través de los capítulos.

El 2 de diciembre Tosquellas estará dando una charla en el restaurante Frida sobre la estadía de Carbajal en México (con participación de Nelson Caula), y el 8 presentará su libro en el bar Tabaré, el día en que el Sabalero cumpliría 72 años (el músico hacía un ciclo de conciertos en ese lugar cuando se produjo su muerte).

Sobre el proceso del libro, lo insólito del escaso material bibliográfico sobre Carbajal, la figura del propio Sabalero y su investigación hecha al estilo "salmón" conversamos con Pablo Tosquellas.

¿Cuál es tu vínculo personal con la música del Sabalero? ¿Por qué un libro sobre él?

Mi vínculo personal con su música es muy fuerte. Me crie escuchándolo. Sus letras y su forma de interpretarlas me generaron desde niño mucha dulzura. Por ejemplo, "Ángelitos". ¿Cómo pudo escribir tamaña obra de arte, en donde se denuncia una atrocidad como el secuestro de niños a manos de seres desagradables durante la dictadura sin perder la ternura en interpretación? Yo tenía casi 10 años. Mis padres me habían informado de todo lo que hicieron los milicos, pero, creo que por pudor, no me contaron que se robaron botijas como botines de guerra. Y en mi casa mi viejo "vejaba" un disco de Carbajal; lo escuchaba en aquellos viejos pasacasetes. "Ángelitos" me comenzó a generar angustia porque no sacaba la razón que el tipo tenía para nombrar tantos niños. Entonces, un día encaré a mi padre y le pregunté por qué nombraba en esa canción a los pibes y me contó lo que había sucedido. Desde ese día no lo escuché más hasta que aparecieron los primeros angelitos en el gobierno de Jorge Batlle (2000-2005).

Entonces el libro nace desde la admiración pero no es una novela rosa. Esto es, no es una oda a El Sabalero porque allí aparecen sus miserias como las tenemos todos los dignos seres humanos; simplemente nace de la necesidad de contar la historia de un tipo brillante. Hay pibes de mi edad que capaz que tienen ganas de escribir un libro sobre los integrantes de Los Beatles porque en su casa escuchaban todo el tiempo a esta banda; yo escribí sobre El Sabalero. Yo, al igual que Carbajal, soy un canto rodado en la vida. Los dos somos Keith, no Paul. Somos Joplin y Goyeneche. Like a rolling stone.

Cuando todo el sol era nuestro, además de ser el fragmento de una letra, es un título que evoca nostalgia. ¿Por qué lo elegiste?

Porque refleja un modo de vida. Es decir, El Sabalero y yo - a pesar de las diferencias de edad y época - tuvimos la bendición de ser botijas. Esto es, por ejemplo, pasarnos todas las tardes de verano jugando al fútbol en la calle, al pique cordón... barra. Tener tanta confianza con el vecino de pedirle que organice "La escondida" porque querías confesarle a una amiga que le gustabas. Entonces, vivíamos todo el día bajo el sol, que era nuestro porque era la luz que teníamos para jugar. Nos pegaba un terrible bajón cuando se iba. Sobre la nostalgia te contesto con dos versos. "Soy un tango que camina", del maestro Cacho Castaña, sobre quien quiero realizar un libro, y "Ya nunca me verás como me vieras".

¿Cuál es el aporte que vos considerás que hace tu libro al material que ya existe sobre Carbajal?

Precisamente que no había material biográfico. Entonces tuve una necesidad de hacer justicia por letra propia. Carbajal se murió el 21 de octubre de 2010. ¿Nadie pudo escribir nada sobre él? Los hipócritas que se dicen amigos, ¿no pudieron garabatear unos párrafos? No quiero seguir porque me caliento, pero me quedo tranquilo con que aprendimos a desclasificar a la basura.

¿Con qué Juan Lacaze te encontraste al hacer la investigación para el libro? ¿Encontraste al Juan Lacaze de las canciones del Sabalero?

No, para nada, pero creo que eso habla bien de los sabaleros que supieron adaptarse a la nueva realidad. Me encontré con una ciudad ordenada y limpia. Cuando visité la playa, en el marco de la investigación, quedé mudo por la limpieza de la arena. Pero también quedé mudo por la falta de bohemia... Una noche caminé más de 20 cuadras con un amigo de El Sabalero para tomarnos una cerveza. No vi tampoco personas recogiendo la red de pescar. Quise comer sábalo porque nunca lo probé, y me dijeron que fuera a una cadena de supermercados a comprar merluza congelada. ¿Sabés que? El más visionario de todos fue el flaco Raúl Castro. Te lo firmo: "Ya no quedan sabaleros aguantando el mostrador", escribió en la canción "Brindis por Pierrot" en el año 1984.

¿Cómo decidiste organizar el libro, que no sigue un orden cronológico, y por qué?

No hubo nada premeditado, por eso todo fue hermoso. Los pasos me siguieron a mí (risas). Yo no seguí pasos. Es como cuando conoces a una piba que te gusta. Las recetas solo sirven para hacer puchero... es más, el puchero te sale más rico si lo haces improvisando. Yo vivo solo hace 20 años, nunca me fijé en un libro de cocina para hacer un tuco, por eso me salen tan bien (risas). Pero fue como el metejón con una piba. Como dice el gran maestro Andrés Calamaro: "Soy muy sensible a la belleza, por eso pierdo la cabeza con tanta facilidad". Es embromado ser sensible a la belleza, te podés comer una traición, ¿no? Y ahí te quiero ver... cuando el sol se va y ya no es nuestro. Por eso está lleno de personas con chalecos antibalas, es decir, protección ante el amor, ¿no? Es un libro muy anarco. En definitiva, es un libro muy sabalero. Ahora que me hacés esta pregunta creo que sin darme cuenta seguí los preceptos del maestro del anarquismo William Godwin, quien sostenía que las personas son buenas cuando no están bajo un gobierno ni organizados por instituciones.

¿Qué clase de investigación hiciste para escribirlo?

La del salmón. Me la enseñó Calamaro. El salmón es un pez que navega contra la corriente para desovar en la orilla, pero ese ejercicio puede provocarle la muerte. La corriente cuando viene en contra es jodida. A mí jugar al salmón casi me lleva a la muerte. Me apareció una insuficiencia renal que me tuvo un tiempo internado en el hospital de Clínicas, en donde encontré los mejores profesionales de la medicina. Pero estuve al borde de la diálisis y en los primeros días los pronósticos no eran auspiciosos. Navegar contra la corriente me llevó a que mi madre no me hablara por un tiempo. En fin, pero no quiero responder como si estuviera en "Intrusos" (programa que me parece genial).

Este salmón navegó hasta Juan Lacaze a pocas horas de quedar desempleado y encontró decenas de testimonios de amigos y familiares de Carbajal. Viajé sin tener el respaldo de ninguna editorial. Cuando llegué a Montevideo y empecé a escuchar las grabaciones me di cuenta de que había una historia pero que necesitaba más condimentos para ser tuco. Entonces, a partir de ese momento inicié un trabajo de recopilación de entrevistas escritas y audiovisuales que El Sabalero había concedido. Fue la parte más engorrosa.Hay que tener en cuenta que el sujeto de mi libro no estaba vivo, por lo cual yo necesitaba estudiar lo que él dijo para luego poder hacer las entrevistas. Después de analizar el material, vinieron las entrevistas con sus familiares en Holanda, que son bastante especiales. Anke, su última esposa, se enojó porque no le mandé los escritos del libro antes de publicarlo. Será muy erudita pero no leyó la Constitución de la República Oriental del Uruguay. El artículo 29 prohíbe la censura previa a la hora de la libertad de expresión.

Tras haber hecho el libro, ¿cuál creés que es el legado que deja el Sabalero a la música y la cultura uruguayas?

A la cultura varias cosas. Un ejemplo de que se pueden crear cosas sin tener un carné del Partido Comunista, por nombrar una colectividad. ¿A qué voy? Apunto a que no es necesario tener padrinos para ser brillante. Ahora, todos los roqueritos se arrastran por conocer a los productores de Los Ángeles para sacar un disco, que es un autoplagio porque suenan todos iguales a los anteriores. Asimismo, que los pibes aprendan que se puede ser dulce y decir que la muerte es "puta, vieja y fría". A ver, Carbajal es el rara avis de la música popular uruguaya, es de los pocos que no hicieron demagogia.

¿Qué cosa del Sabalero que no sabías terminaste aprendiendo al escribir Cuando todo el sol era nuestro?

Que es hermoso ser buena persona y que cuesta muy poco hacer feliz al semejante; que es imperioso ser un buen samaritano. Que es innecesario levantar la voz para transmitir ideas. Y que el anarquismo es una maravillosa forma de vida.

En el libro se deslizan algunas opiniones que dan a entender que el Sabalero de algún modo "abandonó" a sus primeros hijos. ¿Cuál es tu impresión?

Es lo que dice su ex mujer, Olga Méndez. Repito todo lo relacionado a la familia Carbajal; es otro libro, que yo no voy a escribir porque el chusmerío no es mi palo. Debe haber gente muy capacitada para narrar esa historia.

La relación con Zitarrosa ocupa una parte importante del libro. ¿Cómo definirías esa relación y cómo ubicarías también al Sabalero en la cultura popular uruguaya en comparación con Zitarrosa?

Carbajal adoraba a Zitarrosa como persona y como músico. Basta escuchar el "Rock del Sabalero", una canción de una duración casi similar a "Guitarra Negra", ambas para mí apasionantes. Carbajal era un poeta, un pintor, un artista. Zitarrosa era eso pero también era un fuerte militante político y no se bancó nunca que las letras de El Sabalero, a su juicio, no tuvieran mensajes contestatarios. Ese era el germen de la pelea entre ambos. Carbajal le contestaba que él había sido obrero en su adolescencia. "Para un comunista eso era fatal", decia José para hacerlo enojar.

Zitarrosa es el emblema de la canción de protesta pero José es un artista completo: compositor y un gran decidor. No me gustan las personas formales en el arte; digo, en la expresión artística. Sería bueno que exista más formalidad en la relación entre contratantes y contratados. Me quedo con la voz áspera de José, su movimiento en la escena y su desparpajo que llegaba al punto de bajar de las tablas para cantar entre la gente. No me gusta Gardel, me gusta Goyeneche. Ademas, creo que sus letras son populares y no populistas. Por eso atraviesan las clases sociales y las ideologías.

El libro comienza y termina con un relato personal. ¿Cómo te afectó la muerte del Sabalero y cómo sentiste que afectó también a Juan Lacaze, donde estuviste haciendo parte de la investigación?

A mí me pegó duro. Yo no lo conocí pero era como un hermano mayor. Los artistas tienen eso: se te meten debajo de la piel y en el corazón aunque vivan en la luna, por decir algo. Creo que Juan Lacaze, como sociedad, ya no era Sabalero-dependiente. Solamente un puñado de amigos que siguen peleando por la memoria de Carbajal y no dejar que su legado duerma en un cajón del municipio.

Por Martín Otheguy


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