Contenido creado por Gerardo Carrasco
Internacionales

El terror que venía del cielo

Reino Unido conmemora el "Blitz" como símbolo de la unidad nacional

Con exposiciones, actos oficiales y visitas guiadas, Reino Unido conmemora el “Blitz”, el bombardeo continuo alemán durante la Segunda Guerra Mundial.

13.09.2015 18:35

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2015-09-13T18:35:00-03:00
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Montevideo Portal

En setiembre de 1941, Eric Arthur Blair, un vecino de Londres de 38 años, pluriempleado en el Servicio Oriental de la BBC, observa como su ciudad arde bajo las bombas alemanas. Desencantado, anota la certera reflexión que le viene a la cabeza: "Según escribo estas líneas, seres humanos sumamente civilizados me sobrevuelan intentando matarme. No sienten ninguna enemistad personal hacia mí, ni yo hacia ellos. La mayoría, no me cabe duda, son hombres bondadosos, respetuosos con las leyes, que jamás soñarían con cometer un asesinato en su vida privada. Pero si uno de ellos consigue hacerme pedazos con una bomba bien lanzada no dormirá peor. Están al servicio de su país, que tiene plenos poderes para absolverlo de todo mal". Eric Blair firmaba en la prensa como George Orwell. Fue uno de los intelectuales más honestos del siglo XX. Algo más silencioso que las bombas, una tuberculosis, se lo llevó nueve años después.

Los ingleses llevaban muchísimo tiempo esperando que el cielo estallase sobre sus cabezas. Ya en 1938, con la crisis de Checoslovaquia, el Gobierno británico había repartido 38 millones de máscaras antigás. Pero septiembre arrancaba sereno en Londres. La RAF (Fuerza Aérea Británica) había resistido la embestida alemana durante julio y agosto, en la denominada Batalla de Inglaterra. Y si bien esa victoria se había logrado a un costo enorme, los aviadores británicos lograron que el fanfarrón de Goering se tragara aquellas afirmaciones en las que prometía acabar con la aviación inglesa en cuestión de días.

Cierto es que habían caído Noruega, Holanda y Bélgica, y pese a que Francia había firmado en junio su vergonzoso armisticio, los londinenses llevaban una vida normal. El 60% de las madres y niños evacuados al comienzo de la guerra habían retornado a la capital, recuerda una detallada crónica del periódico matritense ABC. Nadie portaba su máscara de gas, que parecía un artículo histriónico. Los refugios anti-bombas estaban mohosos y sucios, en estado de semi abandono.

Primera escaramuza

El 24 de agosto, contraviniendo las órdenes de Hitler, la Luftwaffe (Fuerza Aérea Alemana) dejó caer algunas bombas sobre Londres. Hasta aquel momento ambos países no estaban en "Guerra Total" y se respetaban ciertas formas. Y si bien Hitler se disculpó oficialmente por el error, ya no había marcha atrás. Churchill, el nuevo primer ministro, esperaba la confrontación y no la rehuía. Nada más llegar al poder había advertido en uno de sus monumentales discursos que de la resistencia de Inglaterra dependía "la supervivencia de la civilización cristiana". Si ella caía, "el mundo, incluido Estados Unidos, naufragará en el abismo de una Edad Oscura".



Así que al premier le faltó tiempo para responder al leve bombardeo de Hitler con otro inmediato sobre Berlín. El ataque aéreo sobre la capital alemana no fue realmente destructivo, pero tuvo un efecto psicológico. Además de devolver el golpe a los germanos, se realizó en el momento en que un alto funcionario de la diplomacia soviética visitaba Berlín, y Hitler le aseguraba que Inglaterra estaba indefensa.

Las crónicas de la época señalan que el funcionario- que posiblemente se moriría de risa entre dientes- preguntó a sus anfitriones quiénes eran los que estaban arrojando bombas sobre ellos, dado que los británicos estaban, supuestamente, imposibilitados de hacerlo. El diplomático realizó esa mordaz pregunta mientras la reunión de alto nivel continuaba en las profundidades de un refugio antiaéreo.

El ataque inglés precipitó las acciones y dos semanas después comenzaría el "Blitz", el bombardeo diario durante ocho meses sobre Inglaterra, con el que Hitler quiso rendir su voluntad y forzar su rendición. El nombre lo ideó la prensa inglesa y es un diminutivo de "Blitzkrieg", que en alemán significa "guerra relámpago". Murieron 43.000 civiles británicos, 20.000 en Londres. En total, en toda la guerra, perdieron la vida en las Islas 60.595 civiles. El "Blitz" fue su trago más amargo.


Dos bombardeos el primer día

El primer bombardeo sobre Londres comenzó a las 16.43 del 7 de setiembre, y se prolongó por más de dos horas. Y cuando todo parecía calmarse, hacia las 20.00 una nueva escuadra de bombarderos Dornir escoltados por cazas, volvieron a surcar los cielos londinenses. Este segundo ataque se realizó sobre las almacenes del East End, y fue de pequeña escala, nada que se acercara al aterrador ataque vespertino: En aquella primera oleada de la Luftwaffe participaron más de 900 aviones, algo jamás visto en la historia del hombre: 348 bombarderos y 617 cazas Messerschmitt. Aquel día murieron 400 londinenses y 1.600 resultaron malheridos. La jornada marcó la pauta de una rutina que a lo largo de ocho meses se repetiría durante 57 tardes en la capital: primero los aviones soltaban bombas incendiarias, luego, cuando comenzaban los grandes fuegos que servían para marcar los objetivos, llegaba la descarga de explosivos. El caos se desataba hasta el crepúsculo, cuando los aviones nazis retornaban por fin a sus bases continentales.

Londinenses duermen en las estaciones del metro

En una sociedad todavía clasista y que en aquellos días lo era mucho más, al evocar la épica de "Blitz Spirit", a los ingleses les gusta decir que la prueba bélica hizo aflorar el sentimiento de igualdad, de una nación "indomable", unida en su resolución de resistir y arengada por el verbo profético de Churchill: "Hitler ha encendido un fuego que arderá hasta que quememos los últimos vestigios de la tiranía nazi", clamaba el mandatario. Las bombas cambiaron para siempre el paisaje urbano de Londres y de otras grandes ciudades británicas (Conventry, sede de fábricas de munición, fue quemada con 500 toneladas de explosivos en noviembre).

Las bombas golpearon la catedral de San Pablo, que se salvó gracias al empeño especial de Churchill en protegerla con un dispositivo amplísimo de voluntarios y bomberos. La Luftwaffe destrozó la Cámara de los Comunes y sus señorías hubieron de mudarse a unas vecinas instalaciones de la Iglesia Anglicana. Los eplosivos alcanzaron el Museo Británico, la Abadía de Westminster y el Palacio de St. James. Volaron el Café de París de Leicester Square, donde los noctámbulos seguían bailando y bebiendo, soñándose inmortales. Cuando le llegó el turno al Palacio de Buckingham, la Reina Madre comenzó a labrar su leyenda, la que la metió de por vida en el corazón de los ingleses: "Ahora ya puedo por fin mirar a los ojos a la gente del East End", dijo en alusión a los barrios populares, los más machacados por las bombas. La hoy Reina Isabel y su hermana fueron de todas formas evacuadas al Castillo de Windsor.

Pero la vida siguió adelante. "Cuando irrumpieron los alemanes y vi los docks ardiendo pensé que nadie podía contemplar esos enormes fuegos sin pensar que eran el fin de una época, que habría inmensos cambios en la sociedad"-escribe Orwell- "pero ese sentimiento era equivocado. Para mi asombro las cosas han vuelto a la normalidad, gracias a la inmensa solidaridad de la gente corriente". Noches durmiendo en las estaciones de metro. Mañanas de recogida de escombros. Pero la vida continuó: hasta se publicaron catálogos de moda con modelos con máscara antigás.

Un insólito legado de esos tiempos son los letreros de "Keep calm and...", tan utilizados como memes en Internet. Dichos anuncios surgieron durante el Blitz, para dar ánimo a la ciudadanía.

Historia incompleta

Propagandistas superdotados de todo lo suyo, los británicos celebran estos días con exposiciones y tours guiados el 75 aniversario del comienzo del Blitz. Cierto es que la historia narrada all habla sólo de lo ocurriod en territorio británico. Lo cierto es que los ingleses -y sus aliados americanos- pronto vengarían con creces a sus muertos. En julio de 1943, la RAF, a las órdenes del mariscal Arthur Harris, dirigió la "Operación Gomorra" sobre Hamburgo. Cinco ataques de la RAF y la USAAF americana dejaron en un solo mes 34.000 muertos (14.000 más de los que provocaron en Londres ocho meses de Blitz). Luego, en el tardío febrero de 1945, vendría el salvaje ensañamiento con Dresde, el mayor bombardeo no nuclear de la historia.

El Imperial War Museum de Londres ocupa un edificio que antaño fue el manicomio de Bethlem. Quizá pueda sonar irónico, pero lo cierto es que recorriéndolo se mastica la locura que es la guerra, sus destrozos en las vidas de las personas. Y en el marco de esta conmemoración del "Blitz", dicho museo acoge estos días una excelente exposición titulada "Una familia en tiempo de guerra". Es la historia de los Allpress, vecinos en el Sur de Londres de una casa con pequeño jardín trasero, con padre maquinista ferroviario y nueve hijos. En 1940, el Gobierno había distribuido entre la población con jardín o patio unos 2,3 millones de los llamados "Refugios Anderson", el nombre del secretario encargado de la protección aérea. Pensados para seis personas, eran de hierro, en forma de bóveda de cañón, y debían cubrirse con un manto de tierra. Se entregaban con unas precisas instrucciones de montaje, como los muebles para armar que se venden hoy.

Una familia dentro de un Refugio Anderson

En la exposición se reconstruyó el refugio Anderson de los Allpress. Puedes entrar y sentarte bajo la luz de un candil en el banquillo de madera en ese angosto espacio, de 2 metros de largo y 1,8 de alto. Una megafonía reproduce el estruendo que levantaban las bombas. Sentado allí, experimentas la angustia claustrofóbica de los vecinos. Todo esto ocurría en Europa hace 75 años. Viven miles de personas que lo recuerdan perfectamente. Seres humanos de dos naciones "sumamente civilizadas", que se dedicaban a matarse muy organizadamente.

Los londinenses solían sembrar hortalizas sobre la cubierta de sus refugios Anderson. Los Allpress, abonados a la esperanza, plantaron flores.

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