Contenido creado por Laura Meléndez
Salud

Un chico plástico

Estanislao Bachrach asegura que el cerebro se puede entrenar

El biólogo argentino Estanislao Bachrach asegura que el cerebro no distingue entre realidad y fantasía, sino que reconoce creencias. Y tiene una capacidad de cambio que no usamos.

29.06.2015 09:59

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2015-06-29T09:59:00-03:00
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Estanislao Bachrach es doctor en biología molecular, investigador y escritor. Uno de sus libros, En Cambio (Conecta), ofrece una guía para aprender a modificar el cerebro y sacarlo de la rutina y del automatismo. En una entrevista con La Vanguardia, defiende la neuroplasticidad cerebral a cualquier edad y señala que el primer paso para intentar cambiar lo que no nos gusta es el autoconocimiento.

El biólogo reconoce que durante muchos años se habló del cerebro como un órgano fijo pero cada vez hay más experiencias que muestran que sigue siendo muy plástico incluso a los 80 o 90 años.

"El cerebro no reconoce realidad o fantasía, reconoce tus creencias, así que lo primero es creer que lo puedes hacer. Y creer implica entender lo que va a suceder luego: trabajo, disciplina, compromiso, tiempo... Para la neurociencia cambiar es sinónimo de aprender, lo que pasa es que de adultos queremos dominar, no aprender de nuevo. Y antes de ponerte a cambiar, tienes que conocerte a ti mismo bastante para saber si quieres mover algo de tu vida" asegura.

Dice que cuesta cambiar, primero, porque uno "cree que no puede". Y luego cuesta porque todo aprendizaje deja fracasos por el camino. "La gente tiene que entender que el cambio es un proceso, es un camino. Pero en el proceso, que puede ser de un día, un año, diez años o toda tu vida, hay dolor".

Muchas veces el miedo al fracaso a no quedar en ridículo impiden el cambio. El cerebro está programado para no cambiar, pero "tiene una capacidad de cambio que nosotros no usamos", lo que es importante para cualquier edad. "El cerebro busca la rutina y el automatismo para no correr riesgos porque hace 100 mil años un cerebro así era eficiente. Pero hoy no. Hoy ya no hay tigres en la calle" dice.

El autor reconoce que estamos manejados por nuestro cerebro, por eso el libro invita a usar más los pensamientos y las emociones. "Que puedas dirigir un poco más tuvida en lugar de que el cerebro te la dirija a ti":

Estamos manejados por nuestro cerebro y la invitación del libro es que uses más tus pensamientos, tus emociones. Que puedas dirigir un poco más tu vida en lugar de que el cerebro te la dirija a ti.

"Ahora no hay dudas científicas de que el cerebro funciona absolutamente diferente bajo el deseo y el querer que bajo el deber. Matemáticamente: si uno quiere, el cerebro te presta las neuronas, pero si uno ‘debe' el cerebro se asusta y te da una o dos. Cuando el cambio es realmente querido por uno y no por tu jefe o por tu marido, el cerebro funciona mucho mejor porque es muy egoísta. Trabaja mucho mejor con todo lo que tenga que ver con él y su beneficio que si trabaja por los demás". 

Bachrach dice que aunque no es posible controlar a nuestro cerebro, se puede gobernar un poco mejor: "Puedes tomar alguna decisión, darte cuenta de qué es lo que quieres cambiar a nivel de emociones, pensamientos y comportamientos. Se puede".

También destaca la importancia de respirar. El cerebro es pura química y por lo tanto un órgano muy tóxico. Así que oxigenarlo, además de alimentar a las células promueve la fabricación instantánea de venas y arterias. "Cuando uno respira profundo, la red capilar (venas y arterias) crece y hay más neuronas limpias. Y neuronas limpias es igual a claridad mental, pensar mejor y más tranquilo. Respirar profundo tiene beneficios inmediatos en ocho o nueve segundos. Y si está más limpio, piensas mejor".

¿Qué diferencia hay entre el cerebro y la mente? le preguntan. "El cerebro es el órgano, con sus neuronas y sus cables, y la mente son tus pensamientos y tus emociones. La mente depende del cerebro, piensas y sientes porque tienes neuronas. Pero el cerebro también es impactado por la mente. La calidad y el contenido de lo que piensas modifican geográfica y físicamente tu cerebro. Si piensas todo el tiempo en negativo, en 10 años tu cerebro va a tener avenidas y autopistas cada vez más negativas. Y se van retroalimentando. Y no hay que quitarle importancia: si sigues siendo pesimista, en 10 años va a ser mucho peor. Lo que piensas transforma tu cerebro".

Lo bueno es que el pesimismo puede revertirse. "Desde luego no es magia y este cambio no va a suceder de golpe y un día te vas a despertar y se terminó el pesimismo. Hay que dedicar tiempo, compromiso y disciplina a cambiar eso. Se llaman pensamientos negativos. En algún momento se hizo un hábito en tu vida y ahora lo tienes incorporado y es automático".

Finalmente habló de cómo hay que hablarle al cerebro para que aprenda a cambiar en función de lo que queremos hacer. "El cerebro trata de que no pienses, que no hagas nada nuevo y de que no cambies porque si así estás bien no le importa si eres feliz. Al cerebro no le importa si te peleas con tu marido, si tienes un sueldo bajo o si eres bajita. A él lo único que le importa es que sobrevivas. Y si hasta hoy estás viva el cerebro dice 'Repitamos todo, que todo el día de hoy sea idéntico al de ayer'. Hablarle a tu cerebro sería pensar 'esto me funcionó ayer, hoy quiero hacerlo diferente': quiero estudiar otra cosa, quiero tener otra relación... Si no te detienes a hablarle, a hacer la pausa, a ver dónde estás hoy y qué quieres para mañana el cerebro no lo va a hacer nunca".