Contenido creado por Sergio Pintado
Locales

Libertad anticipada

El yoga en la cárcel de Punta de Rieles

Desde abril, reclusos de la cárcel de Punta de Rieles reciben clases de yoga y alcanzan una “paz” con la que lograron sorprender a las autoridades, que piensan extender la iniciativa. Montevideo Portal conversó con Pamela Martínez, responsable del programa, sobre la utilidad del yoga en las cárceles.

17.01.2015 11:12

Lectura: 6'

2015-01-17T11:12:00-03:00
Compartir en
Sergio Pintado | Montevideo Portal sergio.pintado@montevideo.com.uy @sergiogpintado

Todos los viernes, Pamela Martínez llega a la Cárcel de Punta de Rieles sobre las 15:30. Junto a sus dos colaboradoras, Viviana Baccino y Sandra Píngaro, entregan a los operarios del penal la lista de los internos que participarán, entre las 16:30 y las 18, de otra de las clases de yoga que se imparten todas las semanas en el centro de reclusión.

Lista en mano, un operario comienza a recorrer el penal convocando a los reclusos que están en la lista. Varios de ellos ya están esperando y algunos pidieron permiso de antemano, ansiosos por no perderse la sesión.

Las clases de yoga en el penal comenzaron en abril, en el marco del programa "Yoga y valores", impulsado por el Espacio OmBijam, del cual Pamela Martínez es directora. Al principio, en realidad, el proyecto apuntaba a traer a Uruguay a la maestra mexicana de yoga Ann Moxey, reconocida internacionalmente por su trabajo con reclusos en varios países.

Martínez había conocido a Moxley mientras vivió en México y, ya de nuevo en Uruguay, sintió la necesidad de gestionar su visita a una cárcel uruguaya. Lo logró en abril, cuando Moxey visitó la cárcel de Punta de Rieles para dar un taller a una decena de internos.

"Fue sorprendente lo que se vivió en esa clase, tanto que todos los internos terminaron agradeciéndonos. Nos felicitaban y nos preguntaban cuándo íbamos a volver", contó Martínez en conversación con Montevideo Portal, destacando que se trata del primer contacto con el yoga para todos los reclusos. De hecho, recordó que "al principio estaban muy dispersos, llegaron saltando, riéndose, haciéndose chistes entre ellos, mascando chicle o queriendo prender un cigarro en el salón", actitudes que a medida que avanzaba el taller se convirtieron en "quietud y atención a lo que le estaba pasando a su cuerpo".

El resultado de la experiencia fue que Martínez se decidiera a iniciar un ciclo regular de talleres con internos del penal. Si bien esa ya era su idea, el entusiasmo de los reclusos la sorprendió. "No pensé que se diera tan rápido", aseguró, remarcando que cada viernes los presos "están esperando ese encuentro" porque consideran que el yoga es "un elixir para el alma" dentro de la cárcel.

En efecto, a medida que pasaban las clases, la maestra comenzó a sorprenderse "por el nivel de atención y calma" alcanzado por los participantes. Ellos le agradecían por "la sensación de paz" que empezaban a sentir en cada sesión. Martínez reconoce que "muchos de ellos experimentan esa sensación de paz por primera vez en sus vidas y me lo decían así: 'no puedo creer que yo sea capaz de sentir esto'".

Una paz que según Martínez se transmite también a lo físico. Es el caso de Martín, uno de los internos que participa de las clases y que se presentó por primera vez "muy dolorido, con problemas de ciática, cojeando, un poco doblado y frunciendo su rostro para hablar". Había decidido participar de las clases de yoga porque le habían dicho que "le podía hacer bien" para su dolor, con el que convivía en el penal desde hacía unos cuatro años. Martínez decidió indicarle una rutina especial, aprovechando la oportunidad para explicarle a todos sus alumnos qué podían hacer ante dolores de ese tipo. El resultado: Martín se retira de cada clase sin sentir dolor.

Martínez aseguró también que el yoga logró que los reclusos "comiencen a desarrollar la capacidad resolutiva", logrando "resolver conflictos de forma no tan impulsiva". Según la directora del programa, los propios operarios del penal reconocieron cambios en el comportamiento de los reclusos que hacen yoga, tanto en la celda, con las autoridades o en el trato con las visitas.

No todos los reclusos participan de las clases, aunque la buena experiencia de algunos fue contagiando a otros. De todos modos, el carácter transitorio de Punta de Rieles hace que varios asistentes abandonen las clases porque obtienen la libertad. Cuando eso sucede, Martínez propone a los otros "una meditación para esa persona, para que pueda encontrar una segunda oportunidad, como una oración para que los obstáculos se desvanezcan".

El visto bueno de las autoridades

El buen resultado de las clases de yoga comenzó a llamar la atención del director del penal, Rolando Arbesún y el subdirector Luis Parodi, únicos civiles al frente de una cárcel en Uruguay. Martínez los calificó como "muy abiertos" a la experiencia, aunque reconoce que al principio "no creían que los internos se fueran a prender". De hecho, le preguntaban "si estaba segura" de la experiencia, advirtiéndole que "podía recibir burlas" por parte de los reclusos.

De todos modos, Martínez remarca que la colaboración de las autoridades fue total. "Se nota que nos cuidan. Llegamos y siempre están atentos para preguntar si todo va bien, si hace falta algo, cómo pueden colaborar y nos dan devoluciones sobre cosas que ellos ven", destacó.

Además, la tallerista agradeció el apoyo de Arbesún y Parodi a la hora de "facilitar encuentros" con el Instituto Nacional de Rehabilitación para extender el programa a otros centros de reclusión. De hecho, Martínez se encuentra "en negociación" con el organismo para obtener un apoyo formal y que el programa deje de ser enteramente voluntario. Mientras tanto, también hay conversaciones con las autoridades de la Cárcel de Mujeres para dar clases de yoga en el piso maternal.

Una estrategia contra la inseguridad

"Estoy convencida de que para mejorar la seguridad lo que hace falta son programas como este", sentenció Martínez, considerando que, más allá del yoga, debería haber más actividades "que ayuden a los internos a no reincidir y después reinsertarse socialmente".

Para la responsable de "Yoga y valores", "la sociedad tiene que involucrarse más, porque la violencia no es un problema sólo del Estado, o sólo del gobierno, o sólo de la Policía; es un problema de todos".

En busca de apoyo

Al tratarse de un programa voluntaria, el equipo de Martínez recibe donaciones que le permiten desarrollar los programas. Varios de los participantes de los talleres de OmBijam colaboran con materiales para los cursos en Punta de Rieles, aunque nunca es suficiente. Actualmente el programa busca la donación de mats (tapetes para yoga) y un equipo de música, entre otras cosas. Para ello, está disponible la dirección de correo ombijam@gmail.com

En el marco de las demás actividades que realiza el Espacio OmBijam, también habrá un Yoga Picnic el miércoles 21 en el Parque Rodó. Los interesados pueden encontrar más información a través del mismo correo electrónico.

Sergio Pintado | Montevideo Portal sergio.pintado@montevideo.com.uy @sergiogpintado