Por Pablo Ney Ferreira
¿Libertades políticas vs. necesidades económicas?

Casi está de más el resaltar las acuciantes necesidades económicas que padece gran cantidad de seres humanos, generalmente en los países del llamado Tercer Mundo.

No resulta muy difícil imaginar que estas necesidades básicas del hombre son superiores a otras demandas, incluidas las de libertades políticas y de derechos humanos: de su satisfacción depende la propia supervivencia de numerosos seres humanos.

En medio de un mundo con una imperiosa necesidad de alimentación básica, puede resultar raro que alguien ponga demasiado énfasis y atención en la libertad política o ese tipo de cosas: me parece que en situaciones de inanición pocas personas se preocuparían por el Habeas Corpus o por la libertad de hablar en una plaza pública. No resulta difícil pensar que un país pobre debería darle prioridad a buscar que sus habitantes no mueran de hambre antes que centrar sus preocupaciones en cosas tan banales o etéreas como la libertad de prensa o la tolerancia religiosa; no parece ser un lujo que un país pobre pueda permitirse.

Este tipo de argumentaciones no son muy extrañas ni en los foros internacionales ni en las conversaciones cotidianas que cualquier ciudadano puede tener en sus quehaceres mundanos: ¿para qué nos vamos a preocupar por las libertades políticas si ni siquiera podemos alimentarnos básicamente?
Cuenta el premiado economista Amartya Sen que en la conferencia de Viena de 1993 delegados de varios países decidieron y mostraron claramente que no era de primer orden defender las libertades políticas ni los derechos humanos básicos, sino que era más importante defender los ''derechos económicos'', que estaban relacionados con necesidades materiales impostergables. ¿Qué es lo más importante, erradicar la pobreza o garantizar las libertades políticas y los derechos humanos, que de todos modos no son de gran utilidad en esta situación extrema? se pregunta Sen.
¿Es razonable esta manera de enfocar los problemas de las necesidades económicas y las libertades políticas basada en una dicotomía elemental que parece que socava la importancia de las libertades políticas debido a que las necesidades económicas son urgentes? Me parece que no es esa la mejor manera de plantear el problema.
Para abordar correctamente este aparente conflicto de prioridades hay que tratar de explorar alrededor de las conexiones que existen entre las libertades políticas y la correcta evaluación, comprensión y satisfacción de las necesidades económicas.


LIBERTADES Y NECESIDADES
Existe una doble relación entre las libertades políticas y las necesidades económicas: por un lado se puede afirmar que las libertades políticas pueden contribuir de manera muy importante a dar incentivos y a suministrar información para solucionar las necesidades económicas; por otro lado nuestra buena conceptualización de las necesidades económicas depende fuertemente de las discusiones y debates públicos cuya garantía requiere la insistencia en las libertades políticas y los derechos humanos.
Según Sen, las ''acuciantes necesidades económicas se suman a no se restan de- la urgente necesidad de reconocer las libertades políticas''.
Existen tres razones que nos indican la primacía de los derechos políticos y liberales básicos:

1. su importancia directa en la vida humana relacionada con las capacidades básicas (incluida la participación política y social).
2. su papel instrumental para que los individuos puedan identificar sus carencias, defender sus demandas, y expresar sus problemas.
3. su papel constructivo en el conocimiento, en la conceptualización de los problemas económicos, lo que posibilita una acción informada y responsable en el acto del reclamo frente a la sociedad organizada.

Vamos ahora a examinar, junto con Sen, los argumentos que esgrimen quienes sostienen que hay un conflicto por lo menos temporal entre los derechos democráticos y la satisfacción de las necesidades básicas.
Se suele argumentar que las libertades y los derechos básicos dificultan el desarrollo económico y el crecimiento; en segundo lugar se dice que si se le diera a los pobres la posibilidad de elegir entre derechos y satisfacer sus necesidades económicas, elegirían sin dudarlo lo segundo. Según esto la mayoría tendería a rechazar la democracia ante grandes dificultades económicas, puesto que lo que realmente les interesa es la satisfacción de las necesidades básicas y por esto estarían dispuestos a pagar cualquier precio, con lo que estaríamos en un problema ya que en ese caso, a los ciudadanos en realidad le importa bastante poco la democracia, con lo que ésta dejaría de tener mucha importancia en su vida política. Veamos un poco más detenidamente estos argumentos.


AUTORITARISMO Y CRECIMIENTO
¿Es el autoritarismo una garantía de buenos resultados económicos? Es innegable que algunos países en algún momento como Corea del Sur o China han tenido tasas de crecimiento bastante satisfactorias, incluso si las comparamos con muchos países occidentales; pero de estos resultados de ninguna manera podemos concluir que el autoritarismo contribuye al crecimiento económico. De la misma manera tampoco podemos afirmar que porque Botswana haya crecido de forma importantísima, esto se deba exclusivamente a que tuvo ciertos momentos democráticos en medio del África. No existen pruebas estadísticas contundentes (diría que más bien lo contrario) de que haya una relación positiva entre autoritarismo y crecimiento, y aunque fuese así, no deberíamos quedarnos solamente con estos datos, ya que deberíamos estudiar los procesos causales que intervienen en ese crecimiento.

De todas maneras, el desarrollo económico no sólo se mide en PBI per cápita, sino que hay que examinar otros indicadores. También tenemos que tomar en cuenta la influencia de la democracia en la vida y las capacidades de los ciudadanos; la libre difusión de los reclamos de los individuos ante situaciones desesperantes suele ser importante, ya que la mayoría de las soluciones tiene como origen las presiones que los individuos ejercen sobre los procesos decisorios, y la calidad de la presión suele depender de la información que tengan quienes reclaman, y de la existencia de canales adecuados por los cuales procesar y manifestar esas demandas.

El papel del libre debate y de la libertad de información es también importante para la evaluación de las necesidades que padecen los individuos, y sirve fundamentalmente para implementar correctas soluciones que atiendan los problemas de la mejor manera posible. De todas maneras, nunca ha habido grandes hambrunas en ningún país independiente que tuviera un sistema de gobierno democrático y una prensa libre. Dice Sen que ''ha habido hambrunas en antiguos reinos y en sociedades autoritarias modernas, en comunidades tribales primitivas y en dictaduras tecnocráticas modernas, en economías coloniales gobernadas por imperialistas del Norte y en países recién independizados del Sur gobernados por déspotas dirigentes nacionales o por partidos únicos intolerantes''.

Por otro lado, la idea de que a los pobres en general les importa poco la democracia, y lo que quieren en realidad es simplemente satisfacer sus demandas exclusivamente alimenticias es más que dudosa. Para conocer esto deberíamos verificarlo por medio de elecciones libres y con garantías, precisamente lo que no permiten los defensores del autoritarismo. No es muy difícil observar que en mayor o en menor medida ante el menor aflojamiento de las cadenas opresivas, en casi todos los países del mundo la oposición tiende a organizarse y reclamar activamente este tipo de libertades.


PARTICIPACIÓN: UN ARMA PODEROSA
El alcance y la importancia del diálogo democrático pueden en ocasiones ser minimizadas, pero lo cierto es que éste es crucial en las políticas efectivas. El debate público colabora a ilustrar numerosos problemas y a hacer conscientes a los individuos de situaciones que de hecho los están perjudicando. La libertad de información colabora a que la gente se informe y se haga responsable de situaciones injustas, y reaccione responsablemente protestando por los medios adecuados, o que incluso actúe por medio de sus libertades políticas (concretamente el voto) cambiando los gobiernos de turno.

La participación política en democracia es un arma que posee un poder más que considerable, y bien utilizada puede colaborar a solucionar numerosos inconvenientes del hombre en sociedad. El problema radica en cómo se utiliza. De la manera en que los individuos hagan uso de las posibilidades que garantizan y posibilitan las libertades democráticas, va a depender en gran forma el futuro y los resultados tanto políticos como económicos de nuestras democracias.


Pablo Ney Ferreira es candidato a Doctor en Ciencia Política en la Universidad Complutense de Madrid


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