No resulta muy difícil imaginar que estas necesidades
básicas del hombre son superiores a otras demandas, incluidas las de
libertades políticas y de derechos humanos: de su satisfacción
depende la propia supervivencia de numerosos seres humanos.
En medio de un mundo con una imperiosa necesidad de alimentación básica,
puede resultar raro que alguien ponga demasiado énfasis y atención
en la libertad política o ese tipo de cosas: me parece que en situaciones
de inanición pocas personas se preocuparían por el Habeas Corpus
o por la libertad de hablar en una plaza pública. No resulta difícil
pensar que un país pobre debería darle prioridad a buscar que
sus habitantes no mueran de hambre antes que centrar sus preocupaciones en cosas
tan banales o etéreas como la libertad de prensa o la tolerancia religiosa;
no parece ser un lujo que un país pobre pueda permitirse.
Este tipo de argumentaciones no son muy extrañas ni en los foros internacionales
ni en las conversaciones cotidianas que cualquier ciudadano puede tener en sus
quehaceres mundanos: ¿para qué nos vamos a preocupar por las libertades
políticas si ni siquiera podemos alimentarnos básicamente?
Cuenta el premiado economista Amartya Sen que en la conferencia de Viena de
1993 delegados de varios países decidieron y mostraron claramente que
no era de primer orden defender las libertades políticas ni los derechos
humanos básicos, sino que era más importante defender los ''derechos
económicos'', que estaban relacionados con necesidades materiales
impostergables. ¿Qué es lo más importante, erradicar la
pobreza o garantizar las libertades políticas y los derechos humanos,
que de todos modos no son de gran utilidad en esta situación extrema?
se pregunta Sen.
¿Es razonable esta manera de enfocar los problemas de las necesidades
económicas y las libertades políticas basada en una dicotomía
elemental que parece que socava la importancia de las libertades políticas
debido a que las necesidades económicas son urgentes? Me parece que no
es esa la mejor manera de plantear el problema.
Para abordar correctamente este aparente conflicto de prioridades hay que tratar
de explorar alrededor de las conexiones que existen entre las libertades políticas
y la correcta evaluación, comprensión y satisfacción de
las necesidades económicas.
LIBERTADES Y NECESIDADES
Existe una doble relación entre las libertades políticas y las
necesidades económicas: por un lado se puede afirmar que las libertades
políticas pueden contribuir de manera muy importante a dar incentivos
y a suministrar información para solucionar las necesidades económicas;
por otro lado nuestra buena conceptualización de las necesidades económicas
depende fuertemente de las discusiones y debates públicos cuya garantía
requiere la insistencia en las libertades políticas y los derechos humanos.
Según Sen, las ''acuciantes necesidades económicas se suman a
no se restan de- la urgente necesidad de reconocer las libertades políticas''.
Existen tres razones que nos indican la primacía de los derechos políticos
y liberales básicos:
1. su importancia directa en la vida humana relacionada con las capacidades
básicas (incluida la participación política y social).
2. su papel instrumental para que los individuos puedan identificar sus carencias,
defender sus demandas, y expresar sus problemas.
3. su papel constructivo en el conocimiento, en la conceptualización
de los problemas económicos, lo que posibilita una acción informada
y responsable en el acto del reclamo frente a la sociedad organizada.
Vamos ahora a examinar, junto con Sen, los argumentos que esgrimen quienes
sostienen que hay un conflicto por lo menos temporal entre los derechos democráticos
y la satisfacción de las necesidades básicas.
Se suele argumentar que las libertades y los derechos básicos dificultan
el desarrollo económico y el crecimiento; en segundo lugar se dice que
si se le diera a los pobres la posibilidad de elegir entre derechos y satisfacer
sus necesidades económicas, elegirían sin dudarlo lo segundo.
Según esto la mayoría tendería a rechazar la democracia
ante grandes dificultades económicas, puesto que lo que realmente les
interesa es la satisfacción de las necesidades básicas y por esto
estarían dispuestos a pagar cualquier precio, con lo que estaríamos
en un problema ya que en ese caso, a los ciudadanos en realidad le importa bastante
poco la democracia, con lo que ésta dejaría de tener mucha importancia
en su vida política. Veamos un poco más detenidamente estos argumentos.
AUTORITARISMO Y CRECIMIENTO
¿Es el autoritarismo una garantía de buenos resultados económicos?
Es innegable que algunos países en algún momento como Corea del
Sur o China han tenido tasas de crecimiento bastante satisfactorias, incluso
si las comparamos con muchos países occidentales; pero de estos resultados
de ninguna manera podemos concluir que el autoritarismo contribuye al crecimiento
económico. De la misma manera tampoco podemos afirmar que porque Botswana
haya crecido de forma importantísima, esto se deba exclusivamente a que
tuvo ciertos momentos democráticos en medio del África. No existen
pruebas estadísticas contundentes (diría que más bien lo
contrario) de que haya una relación positiva entre autoritarismo y crecimiento,
y aunque fuese así, no deberíamos quedarnos solamente con estos
datos, ya que deberíamos estudiar los procesos causales que intervienen
en ese crecimiento.
De todas maneras, el desarrollo económico no sólo se mide en
PBI per cápita, sino que hay que examinar otros indicadores. También
tenemos que tomar en cuenta la influencia de la democracia en la vida y las
capacidades de los ciudadanos; la libre difusión de los reclamos de los
individuos ante situaciones desesperantes suele ser importante, ya que la mayoría
de las soluciones tiene como origen las presiones que los individuos ejercen
sobre los procesos decisorios, y la calidad de la presión suele depender
de la información que tengan quienes reclaman, y de la existencia de
canales adecuados por los cuales procesar y manifestar esas demandas.
El papel del libre debate y de la libertad de información es también
importante para la evaluación de las necesidades que padecen los individuos,
y sirve fundamentalmente para implementar correctas soluciones que atiendan
los problemas de la mejor manera posible. De todas maneras, nunca ha habido
grandes hambrunas en ningún país independiente que tuviera un
sistema de gobierno democrático y una prensa libre. Dice Sen que ''ha
habido hambrunas en antiguos reinos y en sociedades autoritarias modernas, en
comunidades tribales primitivas y en dictaduras tecnocráticas modernas,
en economías coloniales gobernadas por imperialistas del Norte y en países
recién independizados del Sur gobernados por déspotas dirigentes
nacionales o por partidos únicos intolerantes''.
Por otro lado, la idea de que a los pobres en general les importa poco la democracia,
y lo que quieren en realidad es simplemente satisfacer sus demandas exclusivamente
alimenticias es más que dudosa. Para conocer esto deberíamos verificarlo
por medio de elecciones libres y con garantías, precisamente lo que no
permiten los defensores del autoritarismo. No es muy difícil observar
que en mayor o en menor medida ante el menor aflojamiento de las cadenas opresivas,
en casi todos los países del mundo la oposición tiende a organizarse
y reclamar activamente este tipo de libertades.
PARTICIPACIÓN: UN ARMA PODEROSA
El alcance y la importancia del diálogo democrático pueden en
ocasiones ser minimizadas, pero lo cierto es que éste es crucial en las
políticas efectivas. El debate público colabora a ilustrar numerosos
problemas y a hacer conscientes a los individuos de situaciones que de hecho
los están perjudicando. La libertad de información colabora a
que la gente se informe y se haga responsable de situaciones injustas, y reaccione
responsablemente protestando por los medios adecuados, o que incluso actúe
por medio de sus libertades políticas (concretamente el voto) cambiando
los gobiernos de turno.
La participación política en democracia es un arma que posee
un poder más que considerable, y bien utilizada puede colaborar a solucionar
numerosos inconvenientes del hombre en sociedad. El problema radica en cómo
se utiliza. De la manera en que los individuos hagan uso de las posibilidades
que garantizan y posibilitan las libertades democráticas, va a depender
en gran forma el futuro y los resultados tanto políticos como económicos
de nuestras democracias.
Pablo Ney Ferreira es candidato a Doctor en Ciencia Política en la
Universidad Complutense de Madrid |