Por Andrés Torrón.

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Contenido creado por Martín Otheguy
Sin casete

El espejo cruel de la hoja en blanco

Sin casete: Sebastián Teysera

"Vivimos un momento difícil cuando nos dimos cuenta que de ser un grupo de amigos que tenía como hobby hacer música pasamos a ser compañeros de laburo", asegura Sebastián Teysera, vocalista de La Vela Puerca, en una nueva entrega de "Sin casete", en la que habló también de su proyecto solista. Por Andrés Torrón.

13.03.2014 11:04

Lectura: 9'

2014-03-13T11:04:00-03:00
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Son las 13 horas y cerca de la rambla, en una mesa en la vereda del boliche La Ronda, donde me espera Sebastián Teysera, es difícil decir si hace frío o calor. Decidimos que hace frío así que nos ponemos al sol. Tratamos de recordar cuándo fue la última vez que habíamos hecho una entrevista. Le digo que debe hacer seis o siete años. Fue en la época de la salida del álbum El Impulso (2007), de La Vela Puerca, la banda donde canta y compone canciones desde 1995.

Ese disco -un "suicidio artístico", como le gusta decir a Teysera- parecía dejar de lado la imagen de agite y buena onda a ritmo de ska y reggae de una banda que se había convertido en la más popular del Río de la Plata. Siete años después es obvio que el suicidio no fue tal. La Vela Puerca ha seguido cambiando gradualmente disco a disco, mostrando una cantidad de facetas que borra la imagen estática de una banda "de género".

-Están por cumplir 20 años de estar juntos con la Vela Puerca...

Diecinueve años, algo impensable por cómo nació todo. Y como es tan inesperado, vale la pena hacer el esfuerzo para que siga durando. Lógicamente hubo y hay tormentas, pero las cosas se arreglan desde la amistad, desde el amor que existe entre amigos, no solo como compañeros de trabajo. Vivimos un momento difícil cuando nos dimos cuenta que de ser un grupo de amigos que tenía como hobby hacer música pasamos a ser compañeros de laburo. Ese fue un momento complicado, pero supimos aprovecharlo también. Lo que más me gusta de la banda es la valentía que tienen todos de abordar nuevos desafíos, especialmente en lo musical.

-Es algo muy difícil que ocho tipos se pongan de acuerdo juntos para ir cambiando en la misma dirección durante un par de décadas...

La verdad es que estar de acuerdo todos juntos en rozar a veces el suicido artístico, como hemos hecho más de una vez, es algo especial. Quizás nos fue fácil no repetir la fórmula porque encontramos esa fórmula de una manera muy inocente desde un primer momento. Ahora estamos de nuevo acercándonos a hacer música nueva porque queremos grabar un disco este año y estamos juntándonos para ver en qué momento musical está la Vela Puerca, porque ni siquiera nosotros lo sabemos.

-La Vela fue una banda que creció con el público. ¿Como ves ahora el primer disco y aquellas canciones?

No renegamos nunca de lo que hicimos. Cada disco muestra a la banda en su mejor momento. Porque aunque hables de lo mismo nunca vas a escribir igual teniendo 20 años que teniendo 40. Hay muchos más libros leídos, mucha más vida vivida.

-¿Y cuando hoy cantás esas primeras canciones en vivo, sentís que estás cantando temas tuyos o te parece que interpretás canciones de otra persona?

Las dos cosas. Con la edad he tenido que bajar muchas canciones de tono, por ejemplo. No me pasa tanto cuando las interpreto, sino cuando escucho las grabaciones, ahí me parece que es otra persona. Es otro timbre de voz, otra juventud.

Igual uno hace concesiones. Dependiendo del concierto que estés dando, tocás canciones que no tenés muchas ganas de tocar, pero sabés que hay que hacerlo, porque la gente las vino a escuchar. Entonces siento que las canciones no son mías, son de la gente que de cierta manera te "obliga" a tocarlas. Un show es una especie de balance entre lo que uno quiere hacer y lo que la gente quiere escuchar. A veces sale muy bien y otras te sale muy mal y te das cuenta de que sos un egocéntrico horrible, que solo tocó lo que quería y la gente no lo pasó tan bien.

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- ¿Les ha pasado que hubo discos que fueron menos "tocables" en vivo que otros?

Sí, El Impulso, sin duda. Pasamos de hacer canciones para agitar a hacer canciones para escuchar. Fue un cambio radical y nos costó mechar las canciones de El Impulso con los temas anteriores. La Vela siempre fue un grupo donde las canciones planteaban problemas, pero siempre se mostraba esperanza, siempre había un "vamo' arriba". En El Impulso hay muchos personajes sin esperanza que nacían y morían en el limbo, y, eso extrañó mucho a la gente. Y en lo personal me pasó que, al estar acostumbrado a tener una reacción fiestera en el público cuando tocaba en vivo y ver que eso no sucedía, tocar las canciones de ese disco me generó inseguridad y replantearme cosas.

-Piel y Hueso, el disco que siguió, que es más directo y luminoso, ¿fue una reacción a eso?

Fue algo premeditado. Me di cuenta que después de la experiencia de El Impulso precisábamos tener un disco que nos gustara tocar en vivo. Tenía que ser un disco simple, poderoso, con canciones cortas y sin arreglos estrafalarios. También por eso está separado en dos discos, uno roquero y otro tranquilo. La Vela siempre tuvo ese lado tranquilo, pero en un disco de 12 canciones no podés poner más de dos temas en esa onda. Como se nos habían acumulado muchas canciones en ese tono, se nos ocurrió la idea de hacer ese EP y mostrar las dos caras de una misma moneda.

-Y después hicieron un EP de tres canciones de descarga gratuita en internet...

Eso fueron nuestras ganas de entrar de nuevo en un estudio y grabar algo. Y también fue nuestro regalo a las redes sociales, luego de haber sucumbido a ellas. Estuvimos años reacios, de una manera muy romántica. Nuestra generación se crió en el limbo entre la generación mecánica y la digital, entonces nos cuesta mucho entrar en las redes sociales. Pero nos dimos cuenta de que nos estábamos alejando de la gente y que también, de repente, aparecían un montón de voces que hablaban por nosotros. Siempre hacemos las cosas al revés, porque regalamos esas canciones apenas abrimos la cuenta, no cuando habíamos llegado al millón de seguidores.

-¿Hay cosas que sentís que no podés hacer con La Vela?

Sí, claro. No porque la banda no me las deje hacer, sino por la idiosincrasia del grupo y lo que la gente espera de nosotros. Dentro de ese espectro intentamos ser lo más libres posibles. No me pasa tanto con canciones, pero, de repente, sí con un disco que me gustaría hacer y por el camino que ha tomado la Vela no lo veo factible por ahora. Capaz que si la banda dura mucho tiempo más lo pueda hacer. Por ejemplo tengo un tema desde el 2002, que en verdad empezó como un ejercicio, que es una composición de media hora en un solo track, con su historia y sus personajes, como una especie de cuento. Es algo que me gustaría hacer, un disco conceptual. Yo no veo que la Vela pueda hacer un disco así. No aún, al menos.

-¿Y no te gustaría hacer un disco por fuera del grupo? ¿Lo ves posible?

Me encantaría. Es algo que estoy precisando de hecho. Interactuar musicalmente con un montón de amigos músicos que tengo. Es algo que puede sacar presión a lo que siempre hacés. Sí, me encantaría y lo voy a hacer. Tengo un montón de música adentro que la estoy dejando de lado. La Vela tiene una gran valentía para encarar nuevos desafíos, pero no tiene una libertad total. Y sí, hacer una especie de Travelling Wilburys uruguayos estaría buenísimo. Hacer un disco, tocar una vez en vivo y ya.

-¿El hecho de haberte ido a vivir a Playa Hermosa y vivir aislado de la movida montevideana, te cambia a nivel creativo?

No sé. Voy a probar eso ahora con el disco nuevo. Igual a mí la música, melodía y acordes, me salen fácil; es algo que puedo hacer en cualquier lado. Pero las letras nunca las escribo en mi casa. Siempre me alquilo un lugar y me voy 15 días solo a escribir. Es lo que más me gusta, el desafío más grande y a lo que le tengo más miedo, obviamente. Necesito estar en otro lado, un lugar donde no me distraigan las responsabilidades hogareñas. Tengo muy claro que una hoja en blanco puede ser un espejo muy cruel y me gusta asumir eso solo.

-Revisando entrevistas añejas encontré una nota que te hice en 2003, en plena efervescencia del rock uruguayo, y ahí decías que esa movida no iba a ser algo efímero. Sin embargo, diez años después todo se ha desinflado bastante...

Yo creo que se notaba que era algo inflado y que no todas las bandas que estaban en ese momento iban a sobrevivir. Creo también que la cosa se desinfló un poco porque la infraestructura de este país no estaba a la altura de lo que estaba pasando. A nosotros se nos hacía difícil tocar en un festival donde iban cuarenta mil personas pero la amplificación estaba pensada para cinco mil. Porque el pato de sonar mal lo paga siempre la banda. A mí siempre me gustó la idea de que los festivales duraran en el tiempo y para eso hay que ponerse a la altura de la situación, técnica y artísticamente. El slogan de "solo rock uruguayo" siempre me pareció horrible. ¿No querés que el festival esté bueno, que te enriquezca culturalmente? Entonces vamos a abrir la cancha.

Yo me enojé mucho cuando al año siguiente de un Pilsen Rock al que fueron cien mil personas, fueron cuarenta mil y se habló de fracaso. ¿Cómo puede ser un fracaso un recital en el medio de un país de tres millones de habitantes al que vayan cuarenta mil jóvenes, en un momento, además, de plena crisis económica, cuando la mitad de los jóvenes se iban?

Pero, ese momento del rock uruguayo, si bien decantó, dejó todo en un lugar mucho mejor que el de antes. El público se volvió menos cerrado, las bandas se relacionaron más y se complementaron mejor. Y en ese tiempo, el rock también rescató y valoró a grupos que venían de antes. Hoy tenés a los Buitres, al Cuarteto de Nos y hasta a los Buenos Muchachos en el lugar donde están, también gracias a aquella movida.

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