Por Andrés Torrón.

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Contenido creado por Martín Otheguy
Sin casete

Condenado a ser quien sos

Sin casete: Juan Campodónico

"Hace unos años tenías que aclarar que Uruguay no era lo mismo que Paraguay (...) Era un tiempo en que Uruguay parecía una isla en mitad de la nada. Hoy eso ha cambiado", aseguró Juan Campodónico en una nueva entrega de "Sin casete", en la que habla de su proyecto Campo, la creación y la identidad musical de la región. Por Andrés Torrón.

20.02.2014 10:55

Lectura: 11'

2014-02-20T10:55:00-03:00
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Cuando llego al estudio de Juan Campodónico lo encuentro trabajando con Santi Marrero y Santiago Tavella en la preproducción del próximo disco del Cuarteto de Nos, haciendo un arreglo de bajo para una canción de Roberto Musso. Apenas nos quedamos solos nos ponemos a hablar de la increíble trayectoria del Cuarteto y a recordar la primera vez que los vimos en vivo.

Este será el quinto disco en el que Juan trabajará con sus ídolos de la adolescencia. Guitarrista de Peyote Asesino, productor de Jorge Drexler, creador de Bajofondo y un larguísimo etcétera, que incluye premios Grammy y varias vueltas al globo tocando con el proyecto que ideó junto a Gustavo Santaolalla, Juan editó hace poco una especie de apéndice del álbum de Campo, la banda que formó hace tres años.

Remixes & Rarezas, como su nombre lo indica, presenta nuevas versiones remixadas de algunas canciones de aquel disco, temas en vivo, demos y curiosidades.

-Un disco de remixes da la idea de un disco pensado para la discoteca. No siempre es así...

Hay una simplificación del concepto de remix. Como que siempre se asocia el remix con una versión de la canción con bombos más fuertes, pensada para la pista de baile. Es verdad que una parte de la historia del remix tiene que ver con eso. A fines de los 70's aparecen los DJ's que necesitan versiones más largas de los temas, con más beat. Y esa cultura de las discotecas empieza a generar una nueva música. Pero el concepto de remix se puede tomar como algo mucho más amplio. Cuando Led Zeppelin hacía sus blues eléctricos estaba haciendo un remix de los bluseros estadounidenses más folclóricos. Aunque se tomaba como una música cien por ciento original, en realidad se estaba readaptando una música a una nueva situación. Podés tomar la idea de remix como una reinterpretación del tema, no importa en qué dirección. En este disco de Campo manejamos la idea del "desmix". Por ejemplo, "Heartbreaks" que tenía en su versión original un beat de hip hop y una base electro funk, lo llevamos a un sonido candombero, con raíces montevideanas.


 
Hicimos un arreglo de vientos con referencias al candombe más jazz de los años sesenta. Es una versión, pero como se usan algunas pistas del tema original entra en la categoría de remix.

-Tu aproximación a la música y a la composición no se dio de la manera más clásica...

Empecé de a poco. En primera instancia no pensé en ser un cantautor ni un compositor. A partir de tocar la guitarra me empezó a interesar el mundo de los arreglos. Después me interesó la producción. Ahí me di cuenta que la producción te llevaba a controlar el estudio de grabación y toda la tecnología para hacer música. Un instrumento muy amplio, con un montón de posibilidades, que es como la orquesta sinfónica del siglo XX. Quien controla ese fenómeno controla el resultado final, es como dirigir esa orquesta. La música hoy está concebida para sonar a través de parlantes. Ese intermedio entre lo que es la música y su representación y cómo queda capturada en algo eléctrico, puede llegar a ser algo muy artístico. Esa fue la sorpresa que me dio interesarme en la producción. Y eso mismo me fue dando herramientas para componer. Yo no empecé a componer a través de la guitarra, sino programando música en la computadora. Mi acercamiento a la música viene por ese lado y no por el costado literario o por querer cantar. Tuve la suerte de vivir en una época en la que se empezó a desarrollar toda una tecnología nueva y con ella la música electrónica y el hip hop.

Foto: Alejandra Palacio

- Hay como dos maneras de ver la música, como un acto individual o como un arte colectivo, ¿cómo la ves vos?

Siempre lo vi como algo colectivo. Evidentemente tiene algo individual, hay combinaciones de notas que resuenan con tu personalidad, que las tocás y te sentís en casa. Pero tengo una escuela de trabajo artístico colectivo que viene de ver a mi papá dirigir en el Teatro El Galpón cuando era un niño. No es algo que me vino de escuchar discos ni de hacer música en grupos de rock. Pensá que toda mi infancia y adolescencia vi a mis padres hacer teatro, realizar giras, viajar, llevar a cabo puestas en escena, ensayar, tratar temas en cada obra, teorizar sobre ellos. Un montón de data que hablaba sobre lo artístico que fui observando desde niño. Fue algo que me sirvió muchísimo para hacer todo el trabajo que hice después.

Por más que hay una parte muy individual en la música, siempre me gustó la idea de sumar los talentos de otra gente y administrarlos para llegar a algo mayor. Cuando estás trabajando con otra persona, de la suma de los distintos talentos sale algo a lo que ninguna de las individualidades accedería por sí misma. Por más que después viví guerras de egos y cosas que te pueden bloquear esa visión, siempre volví a la idea de que trabajar con alguien talentoso te hace sumar energías y llegar a otro nivel. Creo que en todos los trabajos en los que me vi involucrado desde el Peyote Asesino a Campo, pasando por Bajofondo pasó lo mismo. Todos los que estuvimos involucrados en esos proyectos no hubiéramos podido acceder individualmente a ese nivel de profundidad artística, si lo hubiéramos hecho solos. Hay por supuesto otra mirada, muy válida, de que el artista tiene una visión tan personal que es intraducible. Es algo muy respetable, pero no es mi caso.

-¿Sentís que Campo, el proyecto que nació con el disco de 2011, fue cambiando su visión en este tiempo?

-Sí, claro, en el poco tiempo que tiene evolucionó. Nació como una inquietud mía; los colaboradores que fui encontrando en el camino como Martín Rivero o Pablo Bonilla se fueron sumando al proyecto, otros colaboraron puntualmente y se fueron. Se fue definiendo a partir de que el disco estuvo pronto, con un grupo más cercano, que se hizo más cargo, digamos, de lo que fue hacer ese disco. Fue mutando de un proyecto discográfico a un grupo. Pero es un proyecto totalmente abierto, que puede seguir mutando. Para mí lo interesante de Campo es esa forma de búsqueda artística, de plantearse un concepto antes de empezar a hacer música. Un futuro disco de Campo va a tener que tener una idea para empezar a desarrollar y partir de eso va a plantearse cómo hacerla.

-¿El concepto viene antes que las canciones?

-Sí. Siempre hay un ida y vuelta igual. La necesidad de hacer Campo me vino de querer hacer algo que era bastante distinto de Bajofondo en su formato. Algo más pop, con otro tipo de estética. Explorar otros sonidos, haciendo una música desde Uruguay con el paisaje sonoro que nos rodea. Todo eso estuvo antes que las canciones. Igual es imposible saber cuánto te lleva hacer un tema, porque vas sumando inspiraciones e ideas, a veces por años, hasta que un día te surge hacer una composición determinada. Es medio misterioso el mundo de la creación.

Foto: Verónica Loza


- El ver cómo componen otros artistas siendo productor de sus discos, ¿influyó en tu manera de componer?

-Lo que pasa es que nunca ves como compone alguien. No es atrapable. Ves el resultado pero no sabés como es el proceso. Y las personas, en general, no saben cómo componen, cómo se unen todos los puntos en la cabeza. No quiere decir que no sea una información procesada y seleccionada, pero es un proceso complejísimo del cual no sos consciente.
Mi manera de componer la considero una especie de "collagismo" muy detallista. Compongo mucho conectando cosas disimiles. Uno no inventa todo lo que está haciendo. Siempre saca ideas de distintos lados. El asunto es que la combinación que uno hace es totalmente personal.

-¿Cómo entra ahí el concepto de identidad, de hacer una música que refleje lo que sos y de donde venís?

-Para mí estás condenado a ser quien sos. Si llegas a cierta profundidad artística en lo que hacés no hay otra que ser quien sos. Podés decir "voy a hacer canciones en la onda de los Rolling Stones, me voy a cortar el pelo igual y a tocar igual que ellos", pero eso es otra cosa, es un ejercicio de estilo. Hay muchísimos casos muy exitosos de gente que logra hacer música de esa manera, pero si alguien se propone hacer algo artísticamente más profundo, termina siendo auténtico, original y con identidad propia. También, en mi caso, y en el de mucha gente con la que he trabajado, hay una pregunta muy lógica para gente de estas naciones tan jóvenes: ¿quiénes somos? Se puede decir que somos inmigrantes europeos venidos de distintos lugares; pero hay fenómenos de cultura local y está el bombardeo de la cultura global. "¿Qué es lo que debería ser?" es una pregunta muy vigente y tiene infinitas respuestas.



En mi caso me siento muy americano. Todo el continente, incluyendo América del Norte, es una mezcla de culturas del mundo, generando una nueva cultura. Podés mencionar cientos de estilos nuevos que vienen de toda América que han influenciado al mundo: el jazz, el rock, la bossa nova, la cumbia, el tango, infinitas formas musicales. Y no podés hacer una lista tan grande de formas nacidas en Asia o en Europa que hayan influenciado a todo el planeta en el último siglo. Puede ser un poco polémico, pero creo que parte del gran poder que tiene Estados Unidos viene de su cultura. De que ha sido una cultura nueva para el mundo. Y un reflejo de esa cultura es su música. En Latinoamérica con contextos políticos muy distintos también hay un montón de ideas musicales nuevas. Este continente es un espacio donde se mezcló el mundo. Y eso es algo muy impactante.

-Hace unos diez años que venís tocando con Bajofondo por todas partes ¿Sentís que hoy se conoce más la cultura uruguaya, que antes?

-Uruguay se abrió al mundo. Cuando yo llegué a Uruguay con mis padres en 1984 el país venía de un período de estar totalmente encerrado sobre sí mismo. Los músicos, por ejemplo, ni siquiera se planteaban ir a tocar a Buenos Aires, que estaba al lado. Era un tiempo en que Uruguay parecía una isla en mitad de la nada. Hoy eso ha cambiado y creo que entre muchas otras cosas tuvo que ver con la diáspora; con la gente que salió de Uruguay por razones políticas o económicas, recorrió el mundo y después volvió, como el caso de mi familia. Y volvieron con un montón de información, algo que cambió al país. La dictadura fue algo horrible que le hizo mucho daño al país y generó un gran retroceso en cantidad de cosas, pero de rebote trajo esto.

Rematando con todo este proceso hoy está José Mujica como personaje mediático internacional, con ese perfil tan particular que tiene. El año pasado me subo a un taxi en Las Vegas, y el taxista que era de Senegal, me preguntó de donde era yo. Cuando le dije que era de Uruguay enseguida me empezó a hablar del "presidente honesto", con total propiedad y conocimiento. Yo por ejemplo, no tengo ni idea de que está pasando en Senegal.

Hace unos años tenías que aclarar que Uruguay no era lo mismo que Paraguay. Hoy en día la gente más enterada tiene una noción de lo que es Uruguay. Y está buenísimo. Siempre es una muy buena estrategia darse a conocer.

Andrés Torrón