Contenido creado por Martín Otheguy
Sin casete

De oficio

Sin Casete: Pedro Dalton

"Cuando La Vela Puerca nos invitó a tocar en Buenos Aires, nuestro público nos tiraba para atrás. Cuesta dejar los prejuicios", cuenta Pedro Dalton en una nueva entrega de "Sin Casete", en la que habla de Buenos Muchachos y Chillan las Bestias. Por Andrés Torrón.

31.07.2014 09:42

Lectura: 8'

2014-07-31T09:42:00-03:00
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Aunque Pedro Dalton me dice que pasó una muy mala noche debido a un dolor de muelas, me recibe distendido y de buen humor en el bar donde quedamos en encontrarnos.

Parte fundamental del sonido y la propuesta de Buenos Muchachos el grupo que integra desde hace cerca de 25 años, autor de dos libros de poesía y una novela, artista plástico, responsable de una de las tapas más emblemáticas del rock uruguayo ("Tango que me hiciste mal" de Los Estómagos) y actor, Dalton es además integrante del grupo rioplatense (él es el único uruguayo) "Chillan las Bestias".

La charla se dio unos par de días después de los dos shows en La Trastienda donde Buenos Muchachos festejaron los 10 años de la salida de su álbum Amanecer Búho y cuatro antes de que se presente en el mismo lugar con su otra banda (el sábado 2 de agosto), presentando su muy interesante disco debut.

-En los shows de La Trastienda, hicieron versiones de canciones de Fernando Cabrera, El Cuarteto de Nos y Alberto Wolf. Tal vez me equivoque, pero es probable que diez años atrás Buenos Muchachos no hubiera versionado a esos artistas...

-No te equivocás para nada. Antes estaba muy establecido lo que era rock, lo que era canto popular... estaban esos prejuicios que nosotros nos fuimos sacando de a poco, a través de los años, en esa búsqueda de no quedarse escuchando las mismas cosas. Yo creo que lo entendí a través de La Vela Puerca o No te va Gustar, cuando ellos metieron murga en sus temas, y funcionó perfecto para su estética musical. En nuestro caso empezó por el desafío de hacer una serie de shows diferentes en el boliche El Tartamudo, donde hicimos versiones de artistas uruguayos. A nosotros nos gustaba Fernando Cabrera, lo habíamos ido a ver más de una vez, siempre fuimos muy amantes de Leo Maslíah, nos gusta Mateo y el riesgo mayor de esos shows fue tocar esas canciones bien.

- El público de rock era también muy prejuicioso ¿Como reaccionó el público de la banda?

-Bueno cuando tocamos "Por ejemplo" de Fernando Cabrera en estos shows de la Trastienda los dos días la reacción de la gente fue la misma. El estruendo de aplausos fue rarísimo, una ovación increíble.
Hay prejuicios, sí. Cuando La Vela Puerca nos invitó a tocar en Buenos Aires, nuestro público nos tiraba para atrás, "¿porque son teloneros de La Vela, si ustedes son mejores?" Y nosotros les decíamos, "si fuéramos mejores los estaríamos invitando nosotros a tocar en Obras". Ellos se movieron bien, son tremendos músicos y tremendas personas. Son nuestros amigos. Hay temas de la Vela que me encantan y la última vez que toqué con ellos como invitado en la Rural y después en Buenos Aires fue una emoción impresionante. Cuesta dejar los prejuicios. Yo también fui prejuicioso. Me prohibí a Pink Floyd porque Johnny Rotten decía que era una mierda. Cuando tenés 15 años es entendible que busques enemigos musicales, pero después te das cuenta que la música es música y una buena melodía te funciona en Los Ramones y en Pink Floyd. Después está la estética de cada uno, que es otra cosa. La manera de hacerlo de los Ramones es muy distinta a Pink Floyd, pero a mí me sirven las dos. Hay días que me levanto Ramones y hay días que me levanto Pink Floyd.


-¿Como surgió la experiencia de Chillan Las Bestias, la banda argentina con la que grabaste y vas a tocar en La Trastienda?

Son amigos míos desde hace como 15 años. Todos ellos eran parte de la banda Ángela Tullida. Cuando me fui a vivir a Buenos Aires fue más fuerte aun la amistad y mi relación musical con ellos. En un momento en que Gonzalo Fabbri, el cantante, no podía cantar en la banda por problemas personales, ellos me invitaron a mí como cantante. Cuando él volvió me invitó a ser parte de Ángela Tullida, lo que fue una gran emoción para mí, porque, aparte, en aquel momento los Buenos Muchachos estaban separados y yo no estaba haciendo nada musicalmente. Compusimos juntos, hice coros, fui un integrante más de la banda. En un momento Gonzalo se abrió y el resto de la banda continuó ensayando, justo en la esquina de donde yo vivía en Buenos Aires. Me invitaron a recitar poesía arriba de la música que estaban haciendo. A mí no me gusta recitar poesía, pero acepté. Me encantó la música y terminamos haciendo canciones, no poesía recitada con música incidental. Fue algo natural y me encanta ensayar con ellos. Lo tomo como una banda más de la que formo parte, como los Buenos Muchachos. Si bien con ellos no estuve desde el inicio de la parte creativa, como si estuve con los Buenos Muchachos, siento que es mi banda.

-Hablando de poesía, vos escribís y has publicado libros con tus poemas; ¿cuándo te das cuenta que un texto es un poema o una letra de canción?

Siempre, porque yo las canciones las compongo en base a la música directamente. En poquísimos casos tomé ideas de alguna poesía escrita y la llevé a la música. Pero en general son dos métodos de laburo muy diferentes.

-¿Y por qué hay cosas que te llevan a escribirlas en un papel y otras a cantarlas en una melodía?

A mí el canto me limita. En la poesía no me importa que haya un ritmo, que el largo de las frases sea de determinada manera. Me da la sensación que me libero de una manera en que puedo jugar con cosas que en la canción no puedo. Yo nunca he logrado hacer en una canción un relato, como hace Joaquín Sabina o Tom Waits. No puedo contar una historia en una canción, disco tras disco lo intento y no lo logro, pero igual me encanta el proceso. Me gusta igual ser abstracto. Me ha pasado con el tiempo que hasta para mí mismo muchas veces cambia el sentido de una letra que escribí. Mucha gente me pregunta que quise decir con tal letra y es verdad que muchas veces ni yo lo sé. A la gente le cuesta entender que puede estar de más no saberlo. A mí me encanta el sonido de las palabras y me encanta que por sí solas tengan valor, no significado. "Viento mueve al aire/Ropa alinea el mar/La mueca que arde/Ropa alinea al mar". Eso es de la canción "Chispas de luna" de "Se pule la colmena". Mismo que no quiere decir nada, pero cuando veo el video que se hizo con ese tema, que me encanta, entiendo una cantidad de cosas. Pero no hay ningún significado previo, es como preguntarle a un guitarrista que quiso decir con determinada nota.

  
-Cuando decidieron hacer una pausa con los Buenos Muchachos, ¿fue simplemente porque vos te ibas a vivir a Buenos Aires o había cansancio en el grupo?

Fue un cansancio general. Cada uno sabe lo que le pasaba en su vida en ese momento, pero la verdad es que estábamos muy desencontrados. Yo me sentía muy desencontrado y pateé el tablero diciendo que no tenía más ganas de cantar. Y ofrecí sin problemas a que el resto siguiera con otro cantante. Para mí yo tenía suplente seguro, incluso propuse a Adrián "Garza" Biniez como reemplazo, que me parece un frontman del carajo. Pero al final decidimos parar y dejar la puerta abierta, sin imponernos terminar con la banda. Sabía que íbamos a tener que rendir cuentas, porque hay mucha gente que no entiende que si no estás bien vos, no podés dar nada bueno. Es entendible, la gente tiene un sentimiento de pertenencia con una banda. A mí me pasó con Los Estómagos, no quedé contento cuando se separaron.
Pero se dio que a los dos meses estábamos componiendo canciones de nuevo por internet. No te voy a mentir y decir que a partir de ahí empezó a funcionar todo perfecto, porque no fue así, pero, pero logramos hacer un disco muy unidos como "Se pule la colmena".

-¿Tuvo que ver con las separación el hecho de que la música se transformó en un trabajo?

No, tuvo que ver con cosas personales, más que nada. El hecho de que sea un trabajo lo tomo como algo natural y sigo haciendo las cosas que me dan placer y las que no, no las hago. Si no seguiría pintando casas, como hice por mucho tiempo, que creo me redituaba más dinero. Y trataría de ser un muy buen pintor de casas. La gente está acostumbrada a que el laburo es una cosa y después tenés el placer que es la música. Nosotros también creíamos que era así. Ahora veo la música como un oficio, pero nunca haría algo que no me gustara. Yo trato de que todo lo que hago en mi vida para ganarme una remuneración sea un oficio. Y si volviera a pintar casas trataría de ser el mejor pintor y ofrecer el mejor servicio.