Contenido creado por Martín Otheguy
Cultura

Profeta en tierra ajena

Obra de Sergio Blanco y sus dos caras: ignorada por los Florencio, premiada en Londres

El crítico teatral Bernardo Borkenztain explica por qué "Tebas Land" de Sergio Blanco, premiado en Londres, debería haber sido más reconocida en Uruguay.

28.02.2017 13:38

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Es un tema que no admite ningún debate racional el hecho de que Sergio Blanco (1971) es el mayor dramaturgo nacido en Uruguay, incluyendo en el aserto a Florencio Sánchez. Su obra ha cosechado reconocimiento y admiración en el mundo tanto a nivel de crítica, academia y público.

Sus primeras obras, entre las cuales dos fueron estrenadas por la Comedia Nacional: ´45 (dirigida por Alberto "Coco" Rivero, 2003) y Kiev (Mario Ferreira, 2007), fueron ya éxito de público y crítica. En general, en Uruguay, con la excepción de las antes nombradas y de Kassandra (Gabriel Calderón), ha dirigido sus propias obras.

Y lo ha hecho desde 1991, cuando, con 19 años, ganó el premio Florencio a la revelación por su puesta en escena de Ricardo III, con un elenco de futuros referentes como Roxana Blanco, Roberto Suarez y Marcos Valls.

Posteriormente, sus textos dramáticos arrasaron con los premios de dramaturgia tanto del MEC como de la Intendencia, teniendo en su haber más de 18 de estos premios, ya que ganaban tanto en la categoría édita como inédita. A nivel internacional, recibió nada más y nada menos que los galardones "Casa de las Américas", "Theatre award" (Grecia) y, desde ayer, el impresionante "Award off West End" de Londres, perfectamente equiparable a un premio Nobel para dramaturgia. Sobra decir que ningún otro uruguayo (por más que actualmente su nacionalidad sea franco-uruguayo) ha logrado semejante distinción.

Sus conferencias, verdaderas "Master Class", pudieron ser presenciadas, gratuitamente, en actividades abiertas de la Escuela de Espectadores del Uruguay (escueladespectadores.com.uy) y, seguramente se repetirán en el futuro. Solamente en Uruguay un genio de este calibre puede ser visto e forma gratuita y abierta al público en general.

En suma, un grande, que para encontrar un par tiene que remitirse al que actualmente es su público, apenas el mundo entero.

Desde 2005 y hasta 2015 integró con Martín Inthamoussou, Mariana Percovich, Gabriel Calderón y Ramiro Perdomo la compañía Complot que, de la mano de la genial producción de Adrián Minutti, llevó sus puestas de gira por todo el planeta. Desde 2008 además, fue su director.

Si bien sus primeras obras tenían una temática marcadamente política, desde Kassandra a esta parte, su investigación lo ha llevado a investigar y poner en escena obras de temática autoficcional, en las que la realidad y la ficción sobre su persona coalescen en escena.

Actualmente, su proyecto Cuando camines sobre mi tumba, una novela que escribe en un tanatorio con su propia sangre, llevando la escritura a un nivel performático y la autoficción a un nivel propiamente material, siendo la propia materia de sus pensamientos la que lleva su ADN, ha despertado el interés del MOMA de Nueva York.

Como último dato, sus últimas obras, dirigidas por él mismo, Tebas Land (la que fue premiada en Londres) y La Ira de Narciso han sido éxitos abrumadores de público, desbordando tanto la sala Zavala Muniz como la Hugo Balzo.

Uno pensaría que estos datos hablan de un éxito algo difícil de ignorar, pero debe ser destacado, a modo de resarcimiento, que ambas obras han sido sistemáticamente ignoradas por los premios Florencio (al igual que prácticamente toda la producción de 10 años de Complot) no ganando ningún premio, pese a que Bruno Pereyra ganó el premio Búho a la Excelencia teatral en 2014 por su participación en la misma, junto con otro gran reconocimiento a otra dramaturga y directora ignorada, Marianella Morena (Mejor Directora, Demonios)

En fin, tenemos el lujo, el irrepetible honor de tener a este genio entre nosotros. Este año se estrena El Bramido de Düsseldorf, también con su dirección. Hágase un favor: no se la pierda. Y veamos hasta dónde llega la subida al carro posterior a este premio.

Hasta aquí esta nota con mucho de insuficiente y escasa apología y ninguna objetividad. Pero había que decirlo aunque más no fuera para paliar la desmesura. Me hago cargo.

Por Bernardo Borkenztain