"Si el viento está para acá, estamos fritos. Cuando en el campo de al lado comienzan a poner Glifosato, nosotros comenzamos a rezar para que el viento no venga a los viñedos".

El testimonio pertenece a un viticultor de Canelones, que posee 15 hectáreas de viñedos, con uva de calidad y cuidado equilibrado. Allí mismo -del otro lado del alambrado- hay plantaciones de soja. En forma reiterada, las viñas -como se ve en la foto- se han visto afectadas por la aplicación de Glifosato. "Las hojas quedan arrepolladas", dice el productor.

Esta realidad -denunciada en varios organismos- se repite en otros lugares del país. INAVI ha tomado nota de esta situación, en tanto se registra también contaminación de algunos cauces de agua de donde los viticultores toman agua para sus regadíos controlados.

El impacto del Glifosato

Monsanto, que fabrica pesticidas en base a Glifosato, ha desarrollado estudios en donde define clasificaciones en sus formulaciones químicas. Son de "Baja Peligrosidad general", con "Baja Peligrosidad para fauna terrestre" y "Baja Peligrosidad para fauna acuícola e inocuas para abejas". Esta clasificación de Monsanto contradice otros estudios toxicológicos y ecotoxicológicos en donde se habla de severo impacto negativo en diversos sectores. (El Ministerio de Salud de Uruguay se encuentra realizando estudios para analizar impacto de los pesticidas y herbicidas en la gente).

El año pasado, el Gobierno del estado de California decidió poner al herbicida Glifosato, ingrediente principal de su producto RoundUp, en la lista de sustancias que pueden causar enfermedades oncológicas.

El Glifosato es un herbicida no selectivo que actúa sobre diversas plantas consideradas como maleza. Es popular entre agricultores por su alta efectividad: elimina todas las plantas indeseadas y deja intactas aquellas que son plantaciones comerciables genéticamente modificadas.

El uso del Glifosato está pegando fuertemente en la producción de miel. Hay un descenso de la producción de calidad y se han perdido mercados. Raúl Mastandrea, vocero de la Sociedad de Apicultores de Uruguay y docente del curso de apicultura, habló recientemente sobre la posibilidad de regular la utilización de Glifosato en las plantaciones, centrado principalmente en las de soja. "La producción de soja es casi de tres mil millones de dólares, nosotros con suerte vendemos cuarenta millones de dólares. Desde el punto de vista del Estado y el Ministerio de Economía, no hay dudas de qué es lo más importante. Nosotros decimos que no se puede matar a la gallina de los huevos de oro, porque el día que tengamos un problema de quiebre del biosistema y en el balance ecológico, ya está, no hay vuelta atrás", dijo.

El diario El País informó el pasado 22 de abril que hay una fuerte disputa por este tema. Los periodistas resumieron así la situación: "El debate sobre los efectos de los plaguicidas en la salud humana se instaló en Uruguay, donde aún no se hacen análisis clínicos ni estudios epidemiológicos. La academia acusa a las autoridades, las autoridades se reclaman entre sí, y las denuncias de los vecinos se disparan".

Sobre las viñas -que usan pesticidas en forma controlada para combatir el oidio, por ejemplo-, observan los viticultores que hay diversas afectaciones. "Cuando estamos podando y el vecino comienza con el Glifosato afecta a nuestros podadores", dice un productor. Un ingeniero agrónomo, que pidió que se mantuviera su nombre en reserva, expresó que el Glifosato "sólo te va a matar todo lo verde que toque, en el suelo se degrada y nunca llega a la raíz".

Empleo en la industria vitivinícola y en la soja

Un trabajo del experto argentino Ernesto O' Connor, publicado por la (FADA) Fundación Agropecuaria para el Desarrollo Argentino, bajo el título "El empleo en las cadenas agroalimentarias", aporta nueva e interesante información acerca de la vitivinicultura. El informe se suma a otro -"Impacto de la vitivinicultura dentro de la economía argentina"- elaborado por un equipo de investigadores de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Nacional de Cuyo, realizado en 2012 para el Fondo Vitivinícola de Mendoza.


Algunas conclusiones de ambos trabajos:

  1. El valor de las exportaciones por hectárea eran 3 veces superiores a las del complejo sojero. 
  2. El valor bruto de la producción era 7 veces superior al de las oleaginosas. 
  3. El valor agregado por litro de vino era 3 veces superior al de las gaseosas.
  4. El trigo genera un puesto de trabajo por cada 20 hectáreas.
  5. El maíz genera un puesto de trabajo por cada 10 hectáreas.
  6. La soja genera un puesto de trabajo cada 50 hectáreas. 
  7. La vitivinicultura genera un puesto de trabajo por cada 1,4 hectáreas. (En comparación con la soja una explotación agropecuaria de 50 hectáreas genera 1 puesto de trabajo mientras que la vitivinicultura da empleo a 35 personas).

Agrego: solamente en Carmelo (Colonia), con 7 bodegas, hay 150 personas trabajando directamente en la vitivinicultura.