Contenido creado por Jorge Luis Costigliolo
Entrevistas

Ocho veces bien

Conversamos con Pedro Dalton y José Nozar, de Buenos Muchachos, sobre su nuevo disco

"No tenemos la necesidad de ninguna fórmula para llegar a ningún lado, hacemos esto y punto", dice Dalton.

20.12.2017 16:18

Lectura: 24'

2017-12-20T16:18:00-03:00
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Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
jcostigliolo@montevideo.com.uy

Conversar con Buenos Muchachos es una experiencia que nunca se sabe cómo termina. No son bobos, no, ni tienen apego por el cassette y las respuestas ya digeridas. Podés ir con la certeza de la primera pregunta, pero los tipos rápidamente van a desmontar tu cuestionario y a meterse -y meterte- por caminos nuevos, a veces pedregosos, a veces con espinas, y entonces nada de lo que calculabas va a ser como esperabas.

(Consejo: nunca les des un diamante porque pueden convertirlo en el pedazo de carbón más hermoso del mundo. Y pueden, si quieren, volverlo diamante otra vez. Más raro. Distinto).

Lo mismo hacen con sus discos. En #8 [Bizarro, 2017], lo nuevo de Buenos Muchachos, vuelven a tensar la cuerda sin que se rompa, a explorar sus límites hasta sangrar, y a plantarle cara a una conformidad que nunca estuvo en sus planes.

Si Nidal [Bizarro, 2015], su inmediato antecesor, por citar solo el ejemplo más cercano, era un muestrario de capas psicodélicas que apelaba a la complicidad, a cierta fe del escucha, el trabajo publicado a fines de 2017 desanda el recorrido, desarma las estructuras y muestra los huesos. Canciones intensas como nunca, marcadas por la poesía del aquí y ahora daltoniana, construidas con solidez, pero con pocas herramientas. El álbum puede sonar austero (y ahí le dan la derecha a Gastón Ackerman, su productor), pero guambia cuando un clima apacible se vuelve tormenta. Ahí están los Buenos Muchachos, el tesoro más preciado del rock uruguayo, brillando, feliz, en el barro.

*

¿Cómo fue la grabación de este disco? ¿Se metieron en una casa, como en Nidal, o fueron varias sesiones, a la vieja usanza?

J.N: Fue al revés de lo que hicimos con Nidal, que nos fuimos para afuera y nos encerramos en una casa y estuvimos ahí cuatro días, cinco algunos de nosotros. Durante esos días nos cocinábamos, íbamos, grabábamos, cuando no estábamos muy en el mood salíamos, volvíamos... Esta vez lo hicimos más enfocado a grabar.

 

¿Ya tenían todo pronto?

J.N: Todo pronto siempre es relativo cuando uno entra a grabar, pero creíamos que sí. Creíamos que estábamos prontos, pero hubo cosas que se fueron resolviendo ahí. Y grabamos a la vieja usanza. Si bien hicimos baterías, bajos y guitarras en una primera instancia, casi ninguna guitarra quedó después. Teníamos claro que queríamos hacer un disco bastante limpio y prolijo, así que fuimos grabando por etapas, como se hacía antes.

 

¿Las canciones ya venían medio listas o se cerraron en el estudio? Porque hay una cosa que, a mi parece, si bien es común a todos los discos de Buenos Muchachos, que son "conceptuales", este es especialmente conceptual...

P.D: Claro. Está bien, sí. Si bien con nosotros nunca se sabe lo que es un concepto, nunca le ponemos un concepto al disco, pero sabemos que resulta.

J.N: Nidal quizá tuvo un concepto sonoro.

P.D: Sí. Lo que pasa es que Nidal arrancó con aquella idea de los diez personajes, que nunca logré escribir. En este caso, la única canción que traíamos de antes era "Arco", la segunda, quedó afuera de Nidal. Consideramos que era diferente, y al final en este disco nos pasó algo parecido. Fue la primera que iba a quedar afuera.

J.N: Pero no lo podíamos hacer, porque había algo. Algunos intereses que la querían adentro sí o sí.

 

Está buenísima esa canción, es de las mejores del disco. Bueno, la mejor para mi gusto.

P.D: "Arco", lo que tiene, es que es una canción bien de Buenos Muchachos. Tiene un comienzo tranqui, acordes menores, tiene todos los requisitos para ser una canción de Buenos Muchachos. Y, para mí, que capaz que no lo dije en ese momento, la razón por la que podía quedar afuera era porque me parecía que todo lo otro era como diferente, y quería aprovechar esa volada. Y no, quedó absolutamente incluida. Me pasó en el estudio que el resultado fue otro del que yo esperaba, y mucho mejor.

 

¿Qué esperabas?

P.D: Había altas expectativas de sonido.

 

Te suena la voz más joven...

P.D: Sí. Es que hace años que uso in ears para cantar, y eso me hizo cantar en un tono más bajo, me rinde más el aire y puedo afinar mejor las notas largas. Eso me salió sin ningún tipo de esfuerzo en este disco. Opté por cantar más delicado. El Negro [Nozar] siempre me dijo "no la carraspees en esta", y no entendía mucho de esto. Mi escuela es como de Tom Waits, de Nick Cave enojado, y recién en este disco encontré, me parece, lo que se imaginaba el Negro que precisaba como vocales. Le seguí mucho la cabeza en las opiniones, y estuvo buenísimo. Canté como mucho más delicado, y creo que se logró más el clima que en canciones de Nidal, que ahora digo "puta madre, si la hubiera cantado de esta manera...". Me alegro de que haya sucedido eso, y me alegro de darme cuenta.

 

En cuanto a lo que decía del concepto, hay muchas canciones que hablan desde el yo. "Yo soy, yo sé quién sos". Hay como una afirmación de personalidad que es interesante, viniendo de una banda que tiene casi 30 años de carrera. Plantear esas cuestiones en esos términos, en este momento...

J.N: La duda eterna.

P.D: Eso puedo describírtelo muy poco. Lo que sí tiene este disco para mí es que en la parte de letras, en la escritura, hablé desde adentro y no desde afuera. No me sentaba con una copa de vino y luz baja a escribir. Lo hacía en bares al mediodía, o de mañana, tomando un café, y le di mucha bola al momento que estamos viviendo todos. No es que hablé por todos, pero naturalmente salió eso.

 

¿Estabas caliente?

P.D: No, no. Hay canciones, en particular. "Turto" es una canción de mala leche. Pero el momento es mala leche. Es un reflejo de lo que nos pasa a todos en la banda, de lo que está pasando constantemente. Ahora laburo todos los días en el Centro, y veo todos los días la ciudad, cosa que antes no hacía. Y me parece que falta mucho por hacer, y se están ocupando de otras cosas. Está bueno transmitir un poco esa calentura. No es de mala onda, no quiero destruir nada, no quiero romper. Quiero crear y acompañar eso de hacer.

J.N: "No hables más", capaz. Esa es claramente, no importa hacia quién, pero es una canción dedicada a alguien. Pedro tuvo un motivo, pero ahí sí hay un planteo fuerte acerca del engaño, del cinismo, de la hipocresía en un montón de situaciones. Me parece que las letras de este disco son particularmente buenas, todas. Muy buenas, y tienen ese planteo, que está bueno, de mirarse uno. Muchas de las letras hablan de mirarse uno. "Sé quién soy", "soy mi nombre", de enfrentarse a lo que uno es y no puede esconder, y a partir de eso intentar reformular para meter para adelante.

P.D: Tiene algo de aceptación. Para mí, lo que está pasando en la banda en este momento, es que hubo un montón de miedos que se fueron, y que eran miedos de los que no hablábamos. Por miedo. Siento como una transparencia en el hablar, en el hacer, en el ensayar. Una manera mucho más directa y sencilla de poder hablarnos. Desde el Se pule... que venimos integrando, tratando de meter bien adentro que nosotros estamos al servicio de la canción, y que dialoguemos, y no peleemos. En este disco, prácticamente, fue de esa manera.

Foto: Montevideo Portal | Matías Rocha

¿Miedo en cuanto a la relación humana?

P.D: ¡Claro! De que este me va a querer hacer no sé qué, o va a pedir que baje tal cosa. Ese tipo de boludeces. "Se va a calentar por esto", esas cosas...

J.N: Hubo un flujo interno de comunicación totalmente diferente, donde antes estábamos listos para el choque, la confrontación, aunque ese detalle no tuviera que ver con lo que estaba sucediendo. Ahora no, es al revés. Nidal hablaba de eso, de cómo la sala era un nido. Ahí estaba empezando ese cambio, y en este disco el proceso ya fue total. Fue un proceso muy sano, cuando había distintas opiniones, que siempre las hay, porque son doce canciones y por lo menos estuvimos Marcelo, Pedro y yo mucho metidos en el estudio. Y el Topo, cuando pudo estar en Montevideo, estuvo. Y Nacho Echeverría también estuvo. Ahí hacés un montón de cosas, viene otro y opina de algo, y se trata de cómo llevar cada uno de esos diálogos hacia un lugar común, ponerse en los zapatos del otro, intentar comprender. Eso no quiere decir ceder posturas ni nada, pero sí intentar hablar con el otro, o que alguien tercie en la situación. No creer que uno tiene la razón, porque, en definitiva, somos una banda. A veces, en algún momento, uno se confunde, y dice "quiero que esto sea así. No me importa que seamos una banda. Es así porque sé cómo es". Eso es común, y a todos nos pasa, con una canción, con un disco. Nos pasa mucho. Ahora empezamos a escucharnos más, a ir hacia una relación un poco más normal.

P.D: Y con esa intención del diálogo es que muchas veces tenemos que optar por el tema de la democracia. Que está bien. Pero en este disco, por suerte, tuvimos suerte de hacer cosas para llegar al consenso. Estábamos muy comunicados entre nosotros y utilizamos el whatsapp para explicarnos cosas. Explicarnos por qué una decisión era la correcta sobre la otra, qué fue lo que probaron y no funcionó. Estamos descubriendo la forma de llegar a estar al servicio de la canción. Hay un par de canciones del Negro, un par de canciones mías, el resto son de Marcelo y el Topo. Siempre se respeta hacia dónde quiere llegar el que la hizo. Hay una canción de Marcelo que quedó afuera, que está grabada y mezclada. Y él decidió dejarla afuera, y explicó las razones. Nosotros no queríamos dejarla afuera. Está buenísimo el tema, calza con el disco, es potente. Pero nos explicó y entendimos.

 

Hay una resignación del ego.

J.N: Eso es lo más importante. Escuchar qué es lo que otro te dice respecto a algo que creés que sabés cómo tiene que ser. Si todos supiéramos cómo tiene que ser, seríamos otros artistas. Y no somos. Somos gente con dudas, y constantemente estamos entre nosotros viendo qué pasa, y aceptando cosas.

P.D: Tuvimos un comodín, que fue Gastón Ackerman. Hubo canciones que llevaron días, y Gastón nos ayudaba a que la discusión, o que ese diálogo, cuando se empezaba a transformar en discusión, se cortara. Quedara para el otro día. "Meditalo en tu casa, yo te mando esto, escúchalo de nuevo, mirá cómo queda con, mirá cómo queda sin". Ya eso me empezó a hacer gracia. Era hasta disfrutable. Estábamos tratando de lograr la canción como la queríamos todos.

J.N: Gastón es un porcentaje importantísimo en que el disco sea lo terminó siendo. Estaban las canciones, y estaban buenísimas, por más que faltaban desarrollar algunos detalles. Seguro que íbamos a hacer un buen disco, porque las canciones están ahí y son fiel testigo. Pero lo que hizo Gastón fue un trabajo de los grandes productores. A veces está bueno escuchar lo que dice el tipo que está afuera, que no tiene la emoción puesta en ese detalle que una vez quedó en un arreglo que el demo suena como... Eso no es importante. Te estás aferrando a algo que, en realidad, tiene valor sentimental, pero no valor musical real. Intentar escuchar. Escucharse. Es lo que hace todo grupo humano. Nosotros somos muy inmaduros y nos costó un montón de tiempo, pero llegamos a eso.


¿Están contentos con el disco? ¿Lo están escuchando o ya se aburrieron?

P.D: Yo lo estoy disfrutando. Hubo algo particular, que se dio un sonido que venía buscando, personalmente, desde hacía tiempo. Un sonido limpio, con buenos graves. Que todo se entienda perfecto. Un disco minucioso, pero con poca cosa. Y este es ese disco. Siento que logramos algo que yo necesitaba escuchar de Buenos Muchachos, con ese nivel de sonido.

 

Pedro habla de aceptación, y me quedó picando. ¿En qué momento llega esa aceptación? ¿Porque llevan mucho tiempo juntos, porque están más viejos y ya vieron, vimos, todo? Venía pensando en esto a raíz del Montevideo Rock, y en las redes sociales se hablaba de que Rada no era rockero, o se criticaba la foto de Peluffo y Casanova con el Fata Delgado... No debería ser así, ¿no? Quizás en algún momento estuvo bien, o está bien cuando tenés 20 años y tenés que diferenciarte del otro...

P.D: Cuando tenés 20 años está bien. Yo odiaba al heavy metal, porque era punk. Ta, listo. Es una escuela. Cuando empecé a abrir la cabeza, empecé a darme cuenta de que en toda la música, en absolutamente todos los estilos, hay gente haciendo cosas buenas. El reguetón es una mierda. Punto. Y escuché Calle 13 y me tapó el culo. La cumbia es una mierda. Mentira. Hay tremendas bandas de salsa que hacen cosas increíbles. Lo descubrí a través de Buena Vista Social Club. Empiezan a pasar cosas que, te das cuenta, cuanto más te resistís, peor te hace. Iggy Pop tiene un programa de radio en la BBC donde pasa mucha música brasilera, que los punkis odiábamos.

J.N: ¡Lou Reed grabó con Metallica! ¡Impensado!

 

Claro, hay diferencias desde el punto de vista estético. Es difícil imaginar un crossover entre Buenos Muchachos y Abuela Coca, pero es estético.

P.D: Hoy en día, te puedo asegurar que mañana sale la posibilidad de hacer algo con el Chole, y lo hacemos. Yo canté con La Vela montones de veces. Copado.

J.N: Es importante dividir la estética de algo que está bien hecho. Creo que, como músico, vos tenés la obligación de tener ese discernimiento. No importa cuál es tu estilo. Tu estilo y tus gustos es lo que podrás escuchar en tu casa, la música que puedas componer. Lo otro es una necedad. Decís "esto está mal porque sí". El "mal porque sí", en realidad, tendría que tener otros valores para medirlo. Entiendo que es arte y es subjetivo. Ahora, cuando decís "esa banda es una porquería" porque lo que hace es un género que no te gusta, puede que armónica y melódicamente muchísimo mejor que vos. Hay que saber diferenciar. Nosotros tenemos claro, estéticamente, a dónde vamos. Súper claro. Buenos Muchachos es una banda en la que no hay ninguna duda cuál es el recorrido estético, aunque estemos mucho más abiertos de lo que la gente puede pensar. Pero, de todos modos, tenés que poder discernir lo otros, y no darle palo a todo. Yo noto que hay algunos músicos que están como enojados con un montón de cosas. No importa con cuáles, ni qué músicos. Pero están como enojados, tiran piñas en el aire, y ni siquiera saben a quién le hablan, o con quién se enojan. La verdad es que, en un punto, me parece que a la gente le está costando aceptarse. Ver qué es lo que lograste, desde qué lugar estás, y desde ese lugar, ver cómo criticás al otro. Porque a veces critican a otras personas por cosas que ellos mismos hacen, encubiertas de otros modos.

Foto: Montevideo Portal | Matías Rocha

Criticás en el otro lo que no te gusta de vos...

J.N: Exacto. Nosotros nunca estuvimos en esa. Nunca salimos a pegarle a nadie, jamás, y no lo vamos a hacer. En todo caso, en privado, podemos hablar de lo que queramos. Pero no es el modo con el que se está manejando ahora, por parte de algunas personas, de salir a golpear, y todavía sin nombre y apellido, que me parece peor.

P.D; Para mí, cuando atacás a alguien es porque hay algo insatisfactorio en vos mismo. Si no, no perdés el tiempo en eso. Si tengo la posibilidad de hacer una nota contigo, para hablar de la música que estoy haciendo, por qué mierda te voy a decir que tales músicas no me gustan.

 

No debería ser siquiera parte de la cuestión...

P.D: ¿Querés que te cuente de este disco? Lo que usamos como base madre, como referencia estética musical, que nos planteamos utilizar como medio para llegar a lo que queríamos fue el Black Star de Bowie. Punto. No te voy a hablar de lo que no me gusta para mi disco.

 

Justo les iba a preguntar qué era lo que estaba en la cabeza de ustedes a la hora de las canciones. Porque en Nidal había muchísima psicodelia, y este trabajo es más concreto, acotado.

J.N: Sí. El Black Star de Bowie fue uno, pero también en algunas canciones más psicodélicas hubo algo de Mercury Rev, en canciones más asépticas algo de Talk Talk... De Wilco...

P.D: De Flaming Lips. Utilizamos posta. Pero volviendo a lo otro. Cuando La Vela nos invitó a tocar tres noches en Obras Sanitarias, nuestro público empezó a escribirnos que era una injusticia, que tenía que ser al revés, que ellos tenían que ser teloneros de nosotros. Eso para mí es un error. Flaco, el día que yo haga tres Obras... Primero que no somos teloneros, tocamos como banda invitada, nos dieron tremenda mano, y tu gente, la que gusta de vos, le tora palos a la banda que te está invitando a eso para que tu música se conozca. Escuché, porque ni siquiera vi ni leí, todos los palos que pegaban al Montevideo Rock, las cosas que dijeron de Juan Casanova... ¿Qué pasa? ¡No entramos todos en el escenario!

J.N: Aparte, es el juego, particularmente en cuanto al Montevideo Rock, de qué es rock y qué no es rock. La jugada es demasiado compleja como para empezar a discernir eso. Me refiero a que, en Montevideo Rock I hubo cosas que, para ciertos cánones, no eran rock. ¡Tocó La Torre!

P.D: ¡Tocó Valija Diplomática!

J.N: Entonces, juzgar a Rada, que estaba haciendo rock cuando acá nadie hacía. Y el espectáculo de Rada es brillante. Vos podés cuestionar, y entonces cada cual se armaría su Montevideo Rock. O le pondría otro nombre. Hacé lo que quieras, son minucias. La verdad es que fue el mejor festival en el que participamos. Y participamos en unos cuantos. Ninguno tuvo el nivel de organización, el sonido y el equipo técnico que tuvo este. Estabas en el área común y era un placer. Era como un boliche, con volumen bajo y buena onda. No aquella cosa de tugurio de los otros festivales. Para mí, sinceramente, lo que sucedió en Montevideo Rock es para aplaudir. Lo demás son tonterías que quedan en el costado.


Igual está bueno, cada tanto, discutir qué es rock, definirlo, acotar los límites a los tiempos que corren, para, como decía Gustavo Escanlar, dejar afuera a las viejas...

J.N: Me parece interesante la discusión, y está buenísima. Pero también puede ser eterna. Si querés, tal vez el festival cometió el pecado de querer volver, o tomar, aquel Montevideo Rock como insignia. Pero después, los festivales, en todas partes del mundo, son de música, y hay de todo. Vas al Sonar en Barcelona, y hay desde house, a glitch, y toca Mogwai, Sigur Ros y cierra Franz Ferdinand. Nada tiene mucho que ver con nada. Si vamos a hacer un festival para el mismo público lo hacemos en un lugar chiquito. Si vamos a hacer un festival para todos los que son parecidos a nosotros lo hacemos en La Trastienda.

P.D: Claro, el Peach & Convention, que está buenísimo también.

J.N: Nosotros hemos hecho, y hemos hecho ciclos, pero no son apuestas como esta. Una apuesta de masividad. Tuvimos la suerte de estar, porque este festival vendía la misma cantidad de entradas con la mitad de las bandas. Los demás estamos ahí aprovechando una oportunidad que nos están dando. Se le pagó a los músicos una suma más que respetable para lo que se suele pagar, nos trataron bien, e invitaron a un montón de bandas, entre ellas Buenos Muchachos, que no suman, probablemente, a más de 50 personas.

P.D: Somos medio difíciles para los festivales. La gente no se copa mucho. Sabe que después nos puede ver en Bluzz Live, en lugares más íntimos y cercanos sin tener que bancarse estar parados durante horas para vernos. Y nos fue muy bien. Es la primera vez que siento que, en un festival, nos va muy bien.

J.N: Tal vez en un Pilsen Rock nos fue bien, pero porque rompimos todo.

P.D: Ahí nos vio el doble de gente, pero era otro clima, una fiesta de ver bandas.


En el Pilsen Rock la actitud de Buenos Muchachos era como de defenderse de los indios, y salió bien...

P.D: Sí. Y también nos trataron, siempre, de puta madre. Tenía buena equipación. En ese sentido, los festivales de acá siempre fueron re prolijos. Creo que completó la rueda el ver hasta la última fila de gente iluminada, y que todas las caras miraran al escenario. Y no había desbunde, cajas de vino. La gente miraba el show de Buenos Muchachos callada la boca, más o menos como nos pasa cuando tocamos solos.

 

Aceptando...

P.D: Aceptando.

Foto: Montevideo Portal | Matías Rocha

Volviendo al disco, pero también en relación a esta cuestión del rock, me parece que, no tanto como género pero sí como "actitud", encontró un lugar cómodo. Entró en las casas, fue aceptado por las familias, y con eso cambió su discurso, resignó su rabia. Y Pedro decía que, en algunas canciones de este trabajo, "había que decir las cosas". Eso me parece muy valioso, porque no está pasando. No es común que las bandas más convocantes, quizá salvando a La Vela Puerca y No Te Va Gustar, que construyeron su identidad a partir de ese discurso cuestionador, tengan una mirada "enojada", que transmitan eso... ¿Por qué pasa eso? ¿Estamos más cómodos, somos más viejos?

P.D: No sé. La verdad que escucho poco. No sé si no están enojados. No puedo hablar de Buitres, por ejemplo, porque hace pila que no los veo. No sé qué dicen sus letras ahora, sí los conozco a ellos, sé que Gabriel es un tipo muy contestatario. Pero no sé. Tampoco veo a No Te Va Gustar enojados. No sé si son tan fáciles las cosas. No están fáciles. Pasó este Montevideo Rock porque se alinearon un montón de cosas. Un laburo que viene haciendo Juan con otros amigos desde hace un tiempo, que se plantearon hacer un festival así. Y quizás quede establecido, porque re da para hacerlo en el futuro. Es maravilloso que pase esto cada tanto. La gente va y se lo merece, y las bandas tocamos con el mejor sonido. Nunca paró de hacer música acá. En ninguna época. Que no salieran a la calle, que no puedan tocar en recitales, que no había festivales, pero siguieron trabajando. El resultado es esto. Me parece que hay que investigar más en bandas que, quizá no estuvieron, que tienen tremendo nivel como para dar un show en el mismo lugar que nosotros.

J.N: En cuanto a eso que decís, del enojo, de la situación de comodidad, se da, sobre todo, desde el punto de vista musical. Y nosotros intentamos, sobre todo con Nidal, romper esa zona de confort que pudiera llegarse a dar. Primero, para seguir motivados.

 

Podrían hacer un Amanecer Búho cada año...

J.N: Sí. y el Uno con uno... también anduvo muy bien. Fueron discos que dispararon a Buenos Muchachos. Y al Se pule... le fue muy bien también. El tema era eso. Cómo te reinventás, cómo hacés un disco sin repetirte, porque la fórmula, evidentemente, está.

P.D: Nosotros manejamos la fórmula del hoy. Qué nos está pasando ahora. Con esa sencillez no te repetís. ¿A qué te referís con repetir? ¿A qué grabás un disco igual que Nidal? No tenemos la necesidad de ninguna fórmula para llegar a ningún lado, hacemos esto y punto. Podríamos haber hecho diez "He never..." más y no. Con el Amanecer Búho, en particular, fue que salimos a la prensa. Y había una pregunta muy común que era "¿qué pasa cuando el rock baje de esta ola?". Y la respuesta era "nada", porque en el 91, cuando salimos, no había nada. Y entonces era si sentíamos la presión, para el siguiente disco, de hacer algo como el "He never...". Esa la teníamos en duda, pero Bizarro, nuestro sello, lo que quiere de nosotros es nuestro arte, no otro "He never...". De hecho, el segundo corte de difusión de nuestra vida, que fue "Y la nave va", tiene todo ese final que vos decís "ay, si hubieran cortado eso hubiera sido una canción normal". Y no. Y le fue bien igual.

J.N: Lo que hacemos, básicamente, es no tener miedo. Nuestra expectativa está puesta en la música. No pensamos, de antemano, cuántos discos vamos a vender, cuántos deberíamos vender, cuánta plata nos tiene que dar a nuestras vidas. No ponemos eso en la música. Ahí ponemos lo que nos encanta. Lo tocamos y lo grabamos. ¿Tiene que ver con lo anterior de Buenos Muchachos? No nos interesa. Dentro de lo posible, si no tiene que ver, mejor. Eso se ve claramente cuando analizás la discografía de la banda. Aire rico es el clásico primer disco. Un rejunte de canciones que la banda venía trabajando hacía tiempo. Después viene Dendritas... que es bastante complejo, con un ambiente muy particular. Amanecer Búho no tiene nada que ver con el anterior, y el Uno con uno... no tiene nada que ver con el otro. Se pule la colmena no tiene nada que ver con los otros, y Nidal tampoco. Y este disco tampoco. En cada disco hacemos lo que tenemos ganas de hacer en ese momento. No nos importa si es un lugar cómodo, si nos va a traer dividendos. Nidal es un disco que tenés que tener ganas de escucharlo, y ahí te das cuenta de la apuesta de la banda. A eso me refiero cuando hablo de riesgo. Después del Se pule... podríamos haber hecho otro disco que siguiera ciertos pasos, que tuviera algunos hits, y encumbrarnos en un lugar un poco más alto del que estamos, o que jamás estaremos. Y, sin embargo, hicimos, tal vez, el disco más impenetrable, el batiscafo de nuestra discografía, que es Nidal.


Es un disco áspero, incómodo...

J.N: Ahí definimos nuestro lugar. ¿Estás seguro de que te gusta Buenos Muchachos? Tomá. Nos encanta este disco, y queremos demostrar que la banda no es una moda de dos o tres temas. Es una banda que tiene una estética muy fuerte, que puede ir cambiando su manera de transmitirla, pero está siempre muy presente. Teníamos Nidal. ¿No te gusta? Esperá unos años, que vamos a hacer otro disco. De Nidal sacamos un corte de difusión que duraba 6 minutos, y en el medio tenía una parte que tenías que subir la radio porque casi desaparecía. Eso es lo que hacemos nosotros. Ahora, en este disco, decidimos ir hacia el otro lado. El lugar de incomodidad, más allá del enojo o no de las letras, es plantear algo que no sé si es muy común de encontrar. No sé si hay otras bandas que tengan un trayecto tan largo, de tantos discos, en donde nunca la figurita de moda sea la repetición. Esa es nuestra manera de mostrar, no un descontento, porque no es la idea, pero sí que queremos tener un lugar que inquiete también al medio.

 

Jorge Costigliolo | Montevideo Portal
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