Contenido creado por Inés Nogueiras
Seré curioso

"Mi sueño no es Hollywood, es hacer películas"

Seré Curioso: Fede Álvarez

De los tomates con arroz en un hotelito a todo el glamour de las alfombras rojas: Fede Álvarez recrea su momento en Seré Curioso, con César Bianchi.

13.09.2016 06:00

Lectura: 23'

2016-09-13T06:00:00-03:00
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Fue un jueves del año 2009. Él terminó el corto que había hecho con 300 dólares y lo subió a Youtube. Estaba vencido por el cansancio de tantas horas de edición, por lo que se fue a dormir. Cuando despertó vio que el celular estaba saturado de mensajes y mails (todavía no existía WhatsApp). Su idea, llevada a una expresión audiovisual, de una Montevideo destruida por una invasión de robots gigantescos había acumulado, en unas horas, miles de reproducciones en todo el mundo. Y todo el mundo quería saber quién era el tipo detrás de la idea.

Federico, el uruguayo en cuestión, era el tipo detrás de la idea y su realización. Tenía una productora con la que hacía comerciales para la TV, colaboraba con una posproductora socia y tenía en su CV un corto hecho en 2005, El Cojonudo. Después de la viralización de Ataque de pánico -corto y videoclip de la banda de rock Snake que mostraba la destrucción de la capital uruguaya-, lo sabido: el viaje a Los Ángeles para reuniones con productores, la oferta de un suculento contrato de 30 millones de dólares, el apoyo del cineasta Sam Raimi. Con Evil Dead (Posesión Infernal en Uruguay, 2013) le hizo saber a todo el mundo que el nuevo cineasta del terror es uruguayo.

La semana pasada, Fede Álvarez (38) estuvo en Montevideo para presentar la avant première de su segunda película que lo tiene como dueño absoluto: director, guionista y productor general. No Respires lidera las taquillas de Hollywood, ese lugar donde brillan las estrellas, que él alguna vez conoció, cuando comía tomates con arroz en un hotelucho de mala muerte, hace siete años.

De los límites en el cine, del cine de pop hollywoodense y el cine nacional, de Peñarol y los guiños carboneros que pone en sus películas como caricias a su padre, y de cuánta influencia tiene lo que pasa en Uruguay y se ve todos los días en el informativo, giró este mano a mano de una hora con el cineasta del momento.

Por César Bianchi
@Chechobianchi


-Cuando te dan tanto dinero para hacer una película, ¿cuál es el límite?

-Lo que se puede pagar con el dinero. Algo que se dice y es verdad es que los directores que hacen una película con un millón de dólares o 100 millones de dólares siempre dicen que no alcanzan. Siempre está la ambición, porque el presupuesto está hecho a la altura del guión, entonces no te sobra un día de rodaje, estás corriendo atrás de la hora, nunca tenés tres versiones de lo que precisás, tenés una y tenés que manejarte. Y eso pasa con presupuestos muy grandes. Para mí está bueno eso. Cuando hicimos el corto de Ataque de pánico no teníamos un mango, yo sentía que estaba genial hacer algo bueno con dos mangos que hacer algo bueno con un montón de guita. Es más un desafío para uno. En el caso de esta película que vine a presentar también, mirá que parece mucho más grande en algunos aspectos, el trabajo de cámara que hicimos con Pedro Luque hace que parezca mucho más grande, pero fue austero el rodaje en muchos aspectos. Son millones de dólares, pero hay que pensar que una película es una empresa que emplea más de 150 personas por día durante meses. A nivel de Hollywood el nuestro (NdeR: casi 10 millones de dólares) fue un presupuesto que está bien, pero no es una locura.

-Te oí decir en otra entrevista: "El límite es la imaginación".

-Es verdad. Me refería a que si uno tiene una buena idea, y es algo que la gente va a querer ir a ver, el límite será ese, porque la plata está. Si la idea está buena, la plata aparece: ya sea un estudio o un chino que financie. Pero alguien lo va a financiar: si vos lo podés imaginar, Hollywood lo puede producir.

"Cuando hicimos el corto de Ataque de pánico no teníamos un mango, yo sentía que estaba genial hacer algo bueno así que hacerlo con un montón de guita. Es más un desafío"


-En la avant première en el Movie dijiste que el público uruguayo era el más exigente de todos, y que si aquí iba a gustar, seguro le iba a ir bien en el resto del mundo... ¿Es tan así o es una frase políticamente correcta al jugar de locatario?

-Es así. En Evil dead tuve una enorme mayoría de críticas positivas y algunas negativas (el género te muestra lo violento: es casi explotación, porque la gente paga porque quiere ver eso), pero te digo: las peores críticas que leí de Evil dead eran uruguayas. La crítica más cínica y malintencionada la leí acá. Pero tiene sentido. No lo veo como de mala onda. Cuando vos ves a la selección uruguaya, ¿hablás siempre bien y sos buena onda porque son uruguayos? No, es al revés: son a los que les exigís más. Sos más duro con un jugador uruguayo, que con cualquier otro. Yo vivo con eso, es una responsabilidad. Represento a un país porque no hay decenas en mi lugar, somos pocos, entonces Rodo (Sayagués) y yo tenemos un sentir nacional... Por eso hay algunas escenas para marcar la identidad.

-Precisamente, con Rodo Sayagués (guionista) y Pedro Luque (fotografía y cámaras) se entienden de memoria y trabajan juntos hace muchos años, pero ¿trabajar juntos no produce sus cortocircuitos?

-Debería. Siempre dicen: "No trabajes con amigos". Pero en esta línea de trabajo es diferente. Con Rodo nos conocemos hace muchos años, somos más hermanos que amigos. Entonces, más allá de alguna pelea puntual (y no recuerdo ninguna), pero quizás alguna discrepancia, igual la relación es inquebrantable. Lo conozco desde que él tenía 12 y yo 14. Y nos entendemos de maravillas. Es bueno, igual, no entenderse 100%, tenemos puntos de vista distintos y eso está bueno, porque si no escribiríamos exactamente lo mismo. Esa combinación hace que los guiones tengan algo particular.

-¿Qué hace que una película de terror o suspenso sea distinta al resto, entre tantos clichés y guiños a los amantes del género?

-Hay una parte que se aplica a las películas en general: la historia tiene que estar buena, tiene que ser original, tiene que sentirse diferente en algunos aspectos, los personajes tienen que estar buenos. El terror no escapa a eso. Pero como la gente va buscando algo, tenés que darle eso que van a buscar, pero eso no significa que no le puedas dar más. La película está diseñada de una manera que lo que yo quería, inclusive con los trailers, se dio: hacerle creer al público que sabe por dónde va a ir la película y después sorprenderlos para bien. Muchas veces pasa que esperan ver una película de terror, y se llevan algo más, un thriller, que tiene una estructura de "robo al banco" que te hace pensar si se llevan la plata o no. Esta película tiene varias capas: tiene una parte de entretenimiento, porque estás comiendo pop y te tiene que divertir; pero después tiene otros temas que pensamos con Rodo: los problemas de tener armas en la casa (pasa en Estados Unidos y pasa en Uruguay), el derecho a la legítima defensa cuando entran a robarte a tu casa, el tema es que los delincuentes no son unos mala onda que te entran a hacer daño, sino que probablemente no tuvieron opción y la educación que tienen no les permite buscar otra cosa. Muchas de esas cosas son las que, para mí, elevan la película. Pero también, estas historias -sobre todo cuando hay guita de por medio- muestran lo que hace la miseria humana: gente pobre contra gente más pobre pelean por la plata que los pocos ricos le dejaron ahí, porque esa plata la recibieron de una familia rica que le mató a la hija del ciego, y los dos lados pelean por el dinero. Eso, como decía, la hacen algo más que una peli de terror, donde solo importa sobrevivir.

"La historia muestra lo que hace la miseria humana: gente pobre contra gente más pobre pelean por la plata que los pocos ricos le dejaron ahí, porque esa plata la recibieron de una familia rica"


-El rottweiller como perro asesino, dispuesto a matar, no tiene nada de nuevo. ¿No está trillado?

(Risas). Decime vos... Yo que sé, no me molesta usar algún cliché para darle a la audiencia lo que espera ver. Lo que sí te puedo asegurar es que no has visto en otra película reciente a otro perro hacer todo lo que hace este perro en esta película, ni la cuarta parte. La ley número uno en el cine es: "No trabajes con animales o con niños". Entonces, las producciones le escapan a eso. En mi inconsciencia, la quise hacer igual. Me arrepentí muchas veces durante el rodaje, pero el resultado final revela que valió la pena. ¡Y fue dificilísimo manejar el perro durante la película! Trabajar con ese perro fue una pesadilla en todo el rodaje... Había varios adiestradores, pero además, había que trabajar para saber dónde poner la cámara. Lastimó a un par de dobles de acción que hubo que reponer.

-Otra particularidad de la película son los escasos diálogos. Hay una fuerte apuesta a la tensión del silencio, y eso es todo un riesgo. Me imagino que fue buscado.

-Totalmente. Era lo que me entusiasmaba del guión, originalmente. ¿Sabés qué? Ahora que lo preguntás, me acuerdo de cuando hice el corto Ataque de pánico y la gente me preguntaba por qué creía que me había ido tan bien y tuvo tantas reproducciones de la noche a la mañana. Porque como me dijiste del rottweiller, también podés decirme que el argumento de la invasión de extraterrestres o robots se ha visto. Entonces: está la ejecución, pero también hay algo difícil de describir. Y una de las conclusiones a las que arribé, del porqué del éxito del corto era que no tenía diálogos, que era una historia universal, que se contaba con imágenes y sonido. Lo vieras en China o en Uruguay, y era lo mismo. Y pensando en esta película, pensé: sería bueno tener una premisa que invite al silencio. Y que tuviera sentido.

-¿La serie Lost es una referencia del film?

-No. Bueno... tal vez sí. La vi Lost. Las películas salen para la audiencia del momento, algunas trascienden su época, pero esta película sale para la audiencia del 2016. Pero así como sale un disco ahora y podés notar un riff de tal banda en los 90 o tal ritmo en otra banda, acá también. Uno es una mezcla de todas las cosas a las que se expuso en la vida. A vos quizás alguien te dijo que caminás como tu viejo o hablás igual que tu hermano, y quizás no te diste cuenta. Entonces, nunca pensé que Lost fuera una referencia, pero capaz que tenés razón y lo es.

-El maestro del terror Stephen King tuiteó que iba a ir a ver tu película. ¿Sabés si le gustó?

-No sé si le gustó, espero que sí. Allá me acostumbré, y lo experimenté con Evil Dead, es que uno se olvida lo masivo que son estas películas. Nosotros porque somos uruguayos, pero así como este finde la película está en Sunset Boulevard, está en San José. Entonces, así como lo ve mi tía, lo ve Stephen King. Con Evil Dead me pasó que me escribió (el director de cine y guionista) Robert Rodríguez, y me dice: "Estoy acá con Quentin (Tarantino), y le encantó tu película". Y así como él, muchísimos, porque la gente va al cine, ¡y obvio que él va al cine! Otro fin de semana me escribió un amigo diciéndome: "Estoy sentado al lado de William Friedkin", que es el director de El Exorcista, de donde saqué pila de cosas y yo re nervioso, esperando que le guste.

-La crítica especializada dice que la película tiene cosas de Hitchcock. De hecho, las referencias a su cine son muy claras, empezando por el argumento de inocentes que se meten solos en una suerte de emboscada.

-¿Inocentes? Mmm... no tanto. A ver, eso sí fue algo más consciente y buscado. Cuando uno quiere hacer cine de suspenso, el maestro del cine de suspenso es Hitchcock, entonces es inevitable ir ahí, en la memoria, cuando estás escribiendo. Uno de los elementos era que los protagonistas estaban un poco fuera de la ley. En Psicosis, la protagonista principal, la mina que muere en la ducha, en la primera escena se está afanando una guita importante de su trabajo, se la pone en la cartera y escapa. Lo que eso hace es desamparar al personaje: no le puede pedir nada a la ley, porque está fuera de ella. Entonces, es una buena manera de aislarlo del mundo.

"El banderín de Peñarol lo pongo para que mi viejo lo vea. Acá lo vas a ver cuando entramos al cuarto del ciego por primera vez; ahí, al lado de la televisión están el banderín de Peñarol y de Atenas"


-¿Hay referencias a Peñarol en No Respires?

-Hablando de influencias y referencias, mi viejo (Luciano Álvarez) no es hincha de Peñarol, es de religión de Peñarol. Estuvo en la directiva un tiempo, estuvo metido en el club, escribió el libro La historia de Peñarol. Yo no salí tan fanático, pero de chico me llevó tanto a prepo al estadio... En la peli es un poco un homenaje a mi viejo, que también me metió el entusiasmo por el cine. Él tenía el programa Inéditos, hace muchos años, en canal 10. Recuerdo cuando subió a ganar el premio Tabaré, y yo lo veía filmando, con la camarita, haciendo cosas. Y pensaba que eso estaba bueno, porque le iba bien y lo veía contento, y sabe mucho de cine. Entonces, el banderín de Peñarol lo pongo para que mi viejo lo vea. En esta película, lo vas a ver cuando entramos al cuarto del ciego por primera vez, y la cámara recorre unos cuadros en la cómoda, y ahí, al lado de la televisión, está el banderín de Peñarol y otro de Atenas, el club de básquet, por mi tío. El ciego es manya y ateniense. Hay un mate también, perdido por ahí.

-¿Cómo ves el cine uruguayo? ¿Seguís los pormenores de la industria nacional del cine?

-Siempre lo seguí. Últimamente menos, quizás, porque estoy viviendo afuera. Lo que sí veo y me gusta mucho es que se diversificó. Acá me decían que yo era raro porque hacía "cosas de género". Y yo decía: "No, soy independiente, quizás raro por eso. Pero de género es el cine costumbrista". Cuando decimos "de género" es algo fácil de encasillar porque es parecido a cosas anteriores. Y en Uruguay el cine de género no es el que hacía yo, es el cine costumbrista, el cine más de festival, de "calidad". Y lo que me gusta es que se ha diversificado: sigue estando eso, pero también está el cine (más comercial) de Gustavo Hernández con La Casa Muda, o de Clever (de Federico Borgia, Guillermo Madeiro). El otro cine, el de Cinemateca, quizás no se entienda con un tráiler, y a la masa le va a costar un poco más. También hay un tema financiero, porque para promocionar cualquier película necesitás plata. Pero ahora hay de todo: se abrió un poco más la cancha y eso es bueno. Debería haber lugar para todos.

-Recién en 2013 cuando salió Evil Dead te mudaste a Hollywood. El imaginario colectivo tiene una visión fantástica de ese lugar, el mundo de las estrellas de cine. ¿Con qué te encontraste vos al llegar?

-Qué es Hollywood ha variado mucho para mí desde que fui por primera vez en 2009 hasta ahora. Hay una anécdota bizarra, pero real. En 2003 salió un concurso por internet de Cinecanal, era un Memo, había que resolver un juego en el menor tiempo posible y el que lo hiciera en menos tiempo se ganaba dos pasajes a la première de X Men 2. Tenía un problema de programación el juego y era fácilmente hackeable, todo el mundo lo hackeaba y se ponía primero. Yo encontré una manera astuta de explotar el error de programación del juego, y gané. Llamé a Christian Zagía, un amigo que está acá conmigo porque actúa en No Respires, y le dije: "La semana que viene nos vamos a Hollywood, hay alfombra roja, todos los lujos". Él pensó que era mentira.

-Ganaste ese concurso porque hackeaste el juego...

-¡Todos lo habían hackeado y se habían puesto primeros! Solo que yo lo hice en 0,001 segundos, algo imposible... el problema fue que estaba mal diseñado el juego, mal programado. Fuimos en 2003, nos fuimos a Los Ángeles, nos esperaba una limusina, un hotel 5 estrellas, cuando llegamos había uno de los Backstreet Boys, estaban Hugh Jackman y Richard Donner (director de cine) por ahí dando vueltas. Vimos la película y todo ese flashazo, y cuando salimos del Teatro Chino, donde fue la avant première, nos miramos con Christian y dijimos: "Estuvo bueno. Va a ser la única y última en nuestra vida que vivimos esta experiencia". Y... seis años después, pasó lo de Ataque de pánico, y cuando llego me invitan a una première en el Teatro Chino y me di cuenta de que estaba viviendo todo de nuevo.

-Pero Hollywood no es así todo el tiempo. ¿Cómo es el día a día?

-El día a día no es así. Me acuerdo de un momento en 2010, que éramos Rodolfo (Sayagués), mi mujer Emiliana, que era mi novia en ese momento, y yo, en un hotel medio trucho que nos había puesto la producción, mientras pensábamos qué íbamos a escribir, qué íbamos a hacer. Mientras acá se hablaba de que íbamos a ganar millones de dólares, no habíamos firmado nada y estábamos sin un mango, comiendo tomates con arroz en un hotelito chico, esperando hacer un mango... Vimos todas las caras de Hollywood: desde la más cutre y más básica, hasta el mayor glamour que te puedas imaginar. Hace poco fuimos a la fiesta de la agencia, en la casa de Paul McCartney, y si te empiezo a decir quiénes estaban ahí, te tengo que nombrar toda la élite de Hollywood. Y en el medio pasan otras cosas, el año pasado Jim Carrey me invitó a su casa a tomar un café porque me quería conocer.

-¿Eso es algo común?

-Pasa mucho que si a un actor le parece interesante un director, le gustó una película, quiera conocerlo. A él le gustó mucho Evil Dead y me invitó a conocerme, quería estar al tanto de lo que hago. Así funciona la industria. Por suerte, a medida que vas haciendo cosas buenas que van saliendo, vas zafando del hotel de mierda y los tomates con arroz.

"Si la historia de No Respires fuera en Uruguay, son tres planchas que entran a robar una guita que saben que tiene el dueño de casa. Las películas te muestran que los ladrones son así, pero no es así"


-¿Cómo era tu vida en 2008? ¿Quién eras vos meses antes del corto Ataque de pánico?

-En 2007 me fui de Paris Texas, donde estuve empleado mucho tiempo, y empecé mi propia productora. La empecé en mi apartamento, en Tomás Diago. Éramos Guille Carbonell y yo que nos habíamos ido de Paris Texas, y abrimos la productora Murdoch, y empezamos Aparato (Mauro Rondán y yo), una casa de posproducción. Y dos años después, Murdoch ya era una casa y aparte era otra empresa, y ya eran dos productoras importantes. Murdoch filmaba comerciales y Aparato hacía posproducción. Ahora, Murdoch la están manejando mis socios, y Aparato hizo los efectos especiales para esta película. Pero yo en 2008 estaba muy lejos de Hollywood.

-¿Te fue bien haciendo comerciales?

-No me fue super bien, pero hice cosas de las que me siento orgulloso. Hice un comercial de Pepsi con Alberto Kesman y Eunice Castro, ese lo hice yo; uno de Conaprole con Montevideo bajo nieve y una canción (NdeR: "Piropo") de Jaime Roos. Ese era yo en 2009, después a la gente le gustó abrazar la idea de que cuando salió el corto Ataque de pánico yo vivía con mis padres... pero no. Ya era un profesional, y vivía de lo mío, ya vivía solo. Yo no estaba cansado de todo esperando algo para irme. Por eso yo quería estudiar bien las ofertas, porque no me quería ir de Uruguay. Yo estaba bien con mis cosas acá en Montevideo. Recién me fui en 2013 con Evil Dead, porque ya había descuidado mis cosas acá, no estaba haciendo comerciales y cada vez trabajaba más allá. Si no iba en ese momento, hubiera sido un suicidio laboral.

-¿Cómo reaccionaste cuando recibiste el llamado de Sam Raimi que había visto tu corto hecho con 300 dólares, para ofrecerte un contrato de 30 millones de dólares?

-Mirá: yo terminé el corto, lo subí a Youtube y me fui a dormir. Me levanto al otro día y tenía 150 mails de estudios, productores, hasta abogados de entretenimiento, todos queriendo conocerme. Eso fue un jueves. El lunes me mandan los pasajes y llego a Los Ángeles. Fui a tomar un café con uno de sus productores, y de casualidad a la salida de un cine me encuentro con un socio de Sam Raimi, que me dijo que Sam era super fan del corto. Quería asegurarse que yo participara en sus próximas películas. Y eso, unos días después, salió acá en todos lados. Yo no quería tener mil reuniones para conseguir dinero... quería hacer películas. Por eso, unos días después, me volví a Uruguay. La llamada con Sam se dio unos días después. Eso fue antes que yo dijera que sí al contrato, porque aunque fuera mucha guita, yo quería hablar con él primero, porque capaz que no me caía bien o no teníamos onda. Me salió el uruguayo de adentro.

-Por lo que entiendo, te salió un principista: "Este se cree que porque tiene plata me puede comprar y yo sé lo que quiero hacer".

-¡Total! Los principios vienen primero, eso es bien de uruguayo. Entonces, él me llamó, hablamos un rato largo y ahí sí dije: "Ta, este loco es un crá, es buena onda", y recién ahí acepté firmar ese primer contrato.

¿Qué te inspira a la hora de escribir?

-La vida en general. Viviendo en Uruguay casi toda mi vida, ésta historia bien se pudo haber dado acá: tres pibes entran a una casa a robar, el loco mata a alguno y va en cana. Le pasó al padre de una amiga, que mató al ladrón y fue preso. Uno ve en el noticiero el final del cuento, pero no ve todo lo anterior. Ves que el dueño de casa mató dos delincuentes y escuchás el sentir popular y es tipo: "Dos menos". A mí siempre me pareció horrible eso... Si la historia de No Respires fuera en Uruguay, son tres planchas que entran a robar una guita que saben que tiene el dueño de casa, y pasa lo que pasa. Está inspirado en eso. Te digo más: todo empieza porque alguien me cuenta que acá en Montevideo le habían entrado a la casa, y cuando se dan cuenta, ven que les habían cagado la alfombra de la casa. Y la Policía les dijo que era común eso, porque cuando los jóvenes entran a robar, están muertos de miedo y se hacen encima. Las películas te muestran que los ladrones son cancheros, pero la verdad no es así. Entonces, muchas veces salen de los diarios. Voy más lejos: cuando estábamos escribiendo Evil Dead, vimos en la tele que una madre contaba en el informativo que cuando su hijo, adicto a la pasta base, se quería robar las cosas de su casa para venderlas y con eso comprar pasta base, ella se escondía abajo de la cama y lo veía llevarse las cosas. Y dijimos: "Esa es la posesión. Se convierte en un monstruo". Por eso la protagonista de Evil Dead es una adicta -en ese caso, trasladado a Estados Unidos- a la heroína, la familia perdió contacto con ella y se transformó en un monstruo. Hay una referencia a aquello que habíamos visto acá en la tele. Estas dos películas, entonces, han salido 100% de lo que pasa en este país.

-¿Qué es lo que más extrañás de Uruguay?

-Mi familia, sin dudas. Vivo con mi mujer (Emiliana), pero tengo un hijo, Lucas, y está bueno que esté en contacto con sus abuelos, sus primos, eso es algo que se extraña. Pero venimos muy seguido, igual. Yo no me quería mudar, lo hice cuando ya no tuve más remedio. Ahora estoy queriendo tener una pata acá: estoy organizando y patrocinando un concurso de cortos. Agarré la mitad de presupuesto que había para la alfombra roja de esta película, y dije que con eso iba a premiar financiando un corto nacional. Sé que acá está lleno de pibes con buenas ideas que no tienen plata para financiar un corto. Creo que puedo colaborar más con ese tipo de cosas. Entonces, me tuve que ir, pero no quiero cortar los lazos con Uruguay. Yo le debo todo a este país. Si no fuera por toda la gente con la que laburé en Ataque de pánico, yo hoy no estaría allá. Con dos mangos, todo el mundo me apoyó. Para esta película me llevé mucha gente de acá... Pedro Luque y Rodo viven a unas cuadras de casa, Alejandro (Moumdjian), ex guitarrista de Snake, también.

"Yo le debo todo a este país. Si no fuera por toda la gente con la que laburé en Ataque de pánico, yo hoy no estaría en Hollywood. Acá con dos mangos, todo el mundo me apoyó"


-¿Te sentís valorado en tu país?

-No sé... pasa por una cosa de ego. Capaz que si estuviera buscando laburo en Uruguay, podría reclamar que me reconozcan: "Che, valórenme". Con esta película sentí que, en general, la gente sabe que hice esta película y está orgullosa. Sentí, desde que llegué al Aeropuerto de Carrasco, que la gente se apropia de tus éxitos, como que son de todos los uruguayos. Eso está buenísimo. Y hoy estamos primeros en la tabla (de las Eliminatorias) y primeros en la taquilla del cine (risas).

-¿Sos feliz?

-Totalmente, sí. Todas las mañanas agradezco lo que estoy viviendo. Uno cree que cuando llegás a lo que siempre soñaste se terminan los problemas, y te puedo asegurar que no. Yo llegué a lo que quería con Ataque de pánico y después con Evil Dead, pero si sos uruguayo, te amargás igual, te quemás la cabeza... Nos juntamos con Rodo y despotricamos contra todo y todos, pero a pesar de eso, estoy muy agradecido por haber hecho todas estas cosas. Para mí haber llegado no es Hollywood, es hacer películas. Mi sueño siempre fue hacer películas, desde muy chico. ¡Y todavía no hice una en Uruguay! Es algo pendiente.


Montevideo Portal | César Bianchi
Fotos: Juan Manuel López