Contenido creado por María Noelia Farías
Entrevistas

Ir a ganar

Entrevista a Rafael Fernández Lisbona, vicepresidente de la AUF

"Estamos haciendo cosas a través de todos los clubes, todos tienen la obligación de tener su Comisión de Seguridad, que no es solamente seguridad para reprimir sino también para educar", dijo Rafael Fernández, quien habló sobre recuerdos familiares y su trabajo en la AUF. Por Ana Jerozolimski.

17.11.2015 10:29

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2015-11-17T10:29:00-03:00
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Quienes conocen detalles de los cargos en la Asociación Uruguaya de Fútbol estarán probablemente familiarizados con el nombre de Rafael Fernández, el vicepresidente. Pero pocos saben que su apellido materno es Lisbona, típico apellido de judíos sefaradíes.
Rafael Fernández Lisbona nos recibió con gran calidez en su despacho en la AUF de la calle Guayabo, compartiendo con nosotros recuerdos y emociones familiares, y también esperanzas futbolísticas.
La entrevista será publicada este jueves en Semanario Hebreo.
Adelantamos hoy aquí una versión resumida de la misma, de cara al partido con Chile, sobre el que antes de empezar a grabar, nuestro entrevistado afirma que es un gran desafío de seguridad.


Rafael, te agradezco muchísimo que me estés recibiendo aquí en la Asociación Uruguaya de Fútbol. Mucha gente habrá estado contigo en este despacho y en otros foros... porque llevas ya mucho tiempo en el fútbol ¿verdad?

Así es. Son 30 años, aunque no comencé de jovencito... ya tengo 69. Al principio trabajé con las divisiones inferiores de Peñarol, que es el club que capta a más de la mitad de los adherentes de Uruguay, aunque algunos dicen que no. Y te diré que lo central es que la zona donde se hacen las prácticas está enclavada en un lugar muy popular, muy populoso. Con el fútbol estamos seguros que sacamos chiquilines de la calle. Si los chiquilines están ocupados, pensando en que tienen que practicar, que tienen normas de higiene, de respeto por los técnicos y por los dirigentes, les estamos enseñando normas de conducta. Por eso, la primera finalidad es la social.

O sea que el tema es estar en un marco de fútbol, no solamente ir a ver partidos...

Claro. Les hace bien ficharse por un club, por cualquiera de los clubes que hay en Primera o Segunda División y todos tienen sus normas de conducta. Primero que tienen horarios, tienen que llegar en hora, y segundo que tienen que respetar al técnico y a sus compañeros, tienen que bañarse, comen merienda. Hay programas de gobierno, como el programa Gol al Futuro, que asiste a las divisiones juveniles. Es un proyecto precioso, que nos suministra ropa, pelotas, redes, ropa de abrigo, y eso permite tener a cientos de chiquilines. Y nosotros creemos que tienen que jugar y estudiar.

Pero muchos apuestan solo a jugar. Te encontrás con el problema de que llegan a los 20 años y de repente no llegaron al fútbol. Ese chico para insertarse laboralmente es una complicación porque no se preparó, y en este mundo tiene que prepararse con informática, idiomas y cantidad de cosas, porque si no, no te podés insertar.

Por un lado hablas de la educación y lo sano de encauzar a los pibes al deporte, y por otro lado, uno oye de la violencia en las canchas que va en aumento en los últimos años. Imagino que como alguien que está hace 30 años en el fútbol se ven con preocupación esas cosas, ¿no?

Nosotros lo vemos con muchísima preocupación. Estamos haciendo [cosas] a través de todos los clubes, todos tienen la obligación de tener su Comisión de Seguridad, que no es solamente seguridad para reprimir sino también para educar. El fútbol tiene que ser una fiesta, no puede ser un motivo para que la gente vaya a pelearse. Somos muy fanáticos, de sangre caliente, la sangre española, italiana, somos temperamentales y a veces eso nos lleva a cometer desmanes. No vayas a pensar que los desmanes los cometen las clases menos pudientes, mirá que la violencia, cuando nosotros nos enteramos de quién está con algún problema son generalmente personas pudientes e inclusive algunos profesionales a los que el fútbol transforma el fin de semana, el fanatismo los transforma. Eso lo llevás a otros lugares y explicás muchas cosas que a veces no es que la violencia esté enquistada en las clases bajas.

 

EL HOGAR FAMILIAR-JUDÍO SEFARADÍ Y CATÓLICO

Y me imagino que al llegar a este mundo, lo hiciste influenciado por algo con lo que creciste... ¿Cómo era el hogar de los Fernández Lisbona, un hogar con parte de vida judía sefaradí y parte no judía?

Debo destacar lo de mi vieja, que era mi ídola... En el año 1944 casarse una turca sefaradí con un gallego católico era revolucionario. Mi viejo se los ganó a todos los turcos a fuerza de trabajo y de sus buenas conductas de trabajo y de todo, y después era el ídolo de los turcos. Me siento orgulloso de mi mamá y de haber compartido con ella todas las festividades; mientras estuvo con vida yo la acompañé a todas las festividades judías.
Y ya mi papá era un turco más. Pero iba a la iglesia católica y yo lo acompañaba también, porque siempre consideré que allá arriba hay uno sólo. Allá arriba cada uno es el creador. Y me siento orgulloso de mi origen.

Es todo un tema familiar ¿verdad?

Claro... Ante todo, estoy orgulloso de mi vieja por lo que te decía. Ahora es normal que haya matrimonios así, pero en aquel momento, 1944, era otra cosa. La vieja de ella, mi abuela Victoria, la apoyó, le dio la bendición y eso fue lo más grande.

Contame un poquito más de esa vida en la familia, entiendo que oriunda de Esmirna en Turquía. ¿Cuándo llegaron a Uruguay?

Mi madre era muy chiquita, tenía siete u ocho años. Vinieron sí de Esmirna, en Turquía. Y acá, fue a la escuela de la calle Sarandí. Vivía en la calle Pérez Castellanos, con toda aquella solidaridad que tenían todos los turcos. Tengo recuerdos divinos de mi niñez, porque en mi casa se juntaban a jugar a las cartas e iban el viernes de noche y se quedaban hasta el domingo de tarde. Era almuerzo, merienda... yo, con mis primos y con todos. Éramos 14, 15, 20, no me acuerdo, con el braserito, el carbón, comiendo los knishes. Esa fue mi niñez, con mi abuela materna, que yo quería mucho.
Pasamos una vida verdaderamente familiar. No había televisión, no había internet, así que la diversión era juntarse y hablar. Ahora llega a veces gente muy importante y me dice: "Che, sabés que tu abuela y mi abuela vinieron juntas", y yo me quedo contentísimo, porque además había una solidaridad bárbara.

Era necesario además, porque a nadie le sobraba nada....

Es que llegaban con una mano adelante y otra atrás. Venían corriendo porque tenían que esquivar para que no los mataran y llegaron a Uruguay, donde tenían gente de su pueblo, de Aydin.
Todavía tengo guardado el pasaporte, que era divino, porque está la mamá con las dos hijas. Lo guardo como un tesoro invaluable.
Y te diré que estas son cosas que hablo ahora contigo y entonces el disco duro empieza a hablar, porque estas cosas no las hablo con nadie.

Te agradezco la confianza. ¿Qué tradiciones te quedaron en el alma, de esa unión entre tus padres de distintos orígenes, especialmente de lo que te dejó tu mamá?

De la mamá turca yo tengo sobre todo el recuerdo de lo que era la familia, el respeto por la familia, por las tradiciones. Recuerdo mucho el año nuevo, cuando íbamos a la Kehilá, la comunidad, iba yo y a veces faltaba un número de hombres para empezar y mi presencia ayudaba...

El Minián, el mínimo de diez hombres necesario en la religión judía, para poder orar en grupo...

Así es. O en el cementerio, cuando vas a hacer los actos, tiene que haber un número mínimo de personas. Soy consciente de que yo tengo mamá judía, soy judío para la ley judía. Esto lo tengo clarísimo. Ahora no practico, pero fueron años preciosos, inolvidables.

Yo siempre pensé que aparte de los nombres, el idioma, a veces hasta los rasgos, según los lugares, de los judíos de origen sefaradí, quizás ayudaban a los judíos del mundo sefaradí a parecerse más a los criollos. ¿Sentías a tu mamá comentar algo de cómo se insertó en Uruguay?

Mi mamá se insertó precioso acá con el mundo uruguayo, con mis tíos tomaban mate, iban al estadio. Me acuerdo que algunos eran de Peñarol y otros de Nacional, unos del Partido Colorado y otros del Partido Nacional, discutían, hacían charlas y se insertaron lo más bien. La inserción se hace normalmente porque los turcos son muy piolas, son bárbaros. Con mis primos, los que quedan -porque estamos evidentemente en la trinchera y muchos lamentablemente no están acá conmigo, los tengo a todos en el recuerdo- fuimos siempre parte integral de la sociedad, uno más, como todos.

Bueno, para ustedes ya era otra cosa... ya uruguayos de nacimiento.

Yo nací en Uruguay, mis primos nacieron en Uruguay, mi mamá por supuesto es de esa generación que vino, del año 1915. Lamentablemente de aquellos ya no queda más nadie. A veces voy a visitar a mamá al cementerio de La Paz y veo cantidad de gente, con mucha tristeza, porque los conocí en vida y ya no están. Es un momento muy triste pero es la vida.

Mencionaste en un momento a tu abuela materna Victoria... y por otro lado antes de grabar, a tu hermano Víctor... a nombre de ella seguramente. Los sefaradíes acostumbran a dar en vida nombre de los padres y abuelos ¿verdad?

Así es. Y yo soy Rafael como el abuelo Rafael. En todas las familias el primer hijo varón era Rafael, entonces en mi familia había 14 Rafael, gritabas "Rafael" y nos dábamos vuelta todos, había una cantidad. Te cuento que soy ya seis veces abuelo. Tengo cuatro varones, entre ellos otro Rafita Fernández. Para no perder el nombre ya mi hijo le puso a su primer varón Rafael, para mantener la tradición. También tiene dos nenas chiquitas de dos años.

Te gusta la vida familiar... y combinás la de hoy con los recuerdos del hogar en el que creciste...

Para mí era muy común de repente ir a acompañar a mi papá a la misa a las 9.00 y de noche ir con mi mamá a festejar que salía la primera estrella. Me pasó, era así y tenía que ser así, lo tomábamos naturalmente. ¿Por qué? Porque teníamos respeto, nos enseñaron eso, a respetar a los padres, a las personas mayores, de verdad, y nos dejaban muchas enseñanzas.

¿Y la base debe ser que tus padres tenían mucho amor entre ellos?

Sí, se querían muchísimo. Te vuelvo a repetir: para hacer eso, cuando eran jovencitos, y en el año 1944, es porque se querían de verdad, amor, amor de verdad. Todavía tengo por ahí en algún lado las cartas de amor que se mandaban, esas cartas divinas. Yo a veces con mis hijos y mis nietos, hablo de estos temas a veces. Tengo uno muy interesado en todo el árbol genealógico, pero lamentablemente va desapareciendo la gente. Vamos quedando pocos, nos estamos acercando...

Hasta los 120 falta mucho igual...

Con esto del fútbol, ¿sabés cómo?, estás en el CTI todos los días.

Canas verdes no te puede sacar...

No, porque estoy pelado. Además voy a todos lados y me preguntan de dónde soy por la facha, los ojos, la nariz, mi mamá era turca y me sacan enseguida por los ojos. Me dicen: "Vos no sos uruguayo". Y yo contesto, claro: "Soy uruguayo sí, pero mi mamá era turca".

¿Y qué pasaste a tus hijos de todo eso que llevas contigo?

Los mismos valores. Tengo tres hijos divinos que son profesionales y me he preocupado de que estudien, de darles herramientas, no de dejarles plata porque tengo la suficiente como para vivir, pero es importante dejarles herramientas a los hijos, cosas para que ellos se puedan desarrollar, tener su carrera, que puedan ser personas de bien. La plata, cuando hay, se termina, pero eso no. Vas progresando cada vez más.


UN ABANICO DE OCUPACIONES

Y para ti, parte del progreso fue también agregar a la actividad privada, la pública con el fútbol. Antes comentabas sobre lo saludable y educativo del fútbol... pero aquí en la AUF deben atender aspectos muy diversos ¿no es así?

Uruguay es un país chico y acá se mezcla todo. Hacemos esfuerzos porque nosotros tenemos nuestra actividad privada, somos honorarios acá y a veces es complicado porque uno es responsable y tiene actos protocolares todos los días. También hay acá gran cantidad de funcionarios, de gente que no solamente juega al fútbol, tenemos un complejo donde están las selecciones nacionales, donde hay gente que cuida, que cocina, que duerme ahí. Ahora se está preparando una selección sub 15 que va a ir a Colombia... No es solamente lo que ves acá en la AUF sino también todo lo que significa, toda la economía, es un tema muy complejo.

Yo iba también a cosas que lamentablemente pasan de corrupción en el fútbol, violencia...
Eso lamentablemente existe, como todos sabemos...

También a Uruguay le ha tocado.
Lamentablemente nos ha tocado, y bueno, cada uno que sea responsable de sus actos, para eso existe la Justicia que dictaminará si cometieron delitos, no soy yo quién para juzgarlos.

 

PENSAR EN LAS BUENAS

¿Cómo te sentís con lo bien que le va a la Celeste en las Eliminatorias? (A. J.: la entrevista fue antes del partido con Ecuador)

Me siento muy feliz, bárbaro, porque además me encanta transmitir, dar esa fuerza. Es muy importante acá adentro la cabeza, y darle de que vamos a ganar y que no importa si vamos a la altura, a 4.000 o 3.000 metros, vamos a ganar y salir de acá diciendo que vamos a ganar, agarrar a los jugadores y los periodistas y decir: "En Bolivia vamos a ganar, nunca ganamos pero vamos a ganar". Y fuimos y ganamos. Y no solamente ganamos en Bolivia sino que vinimos acá, yo me sentí espantoso, los jugadores se sintieron horrible, porque cuando bajás... y a la semana, el martes, jugaron y ganamos de vuelta acá a Colombia. Realmente para nosotros los dos partidos fueron bárbaros y heroicos.

En el Mundial anterior Sergio Gorzy hacía los cálculos y decía: cuántos partidos faltan para ser campeones del mundo... Sería bueno repetirlo, ¿no? Con aquel cuarto puesto tan bien logrado, no nos fue mal...

Pero aquel es más optimista que yo. Prefiero que sean así y no los que están siempre pensando que vamos a pensar, y la derrota, y triste... A veces yo me enojo con los periodistas y les digo: "Pero, escúchame una cosa, si vas a hablar de las malas hablá de las buenas" y te contestan: "Las cosas buenas no las lee nadie" o "no le importan a nadie". Hay cosas tan lindas para destacar, y estoy seguro de que habría gente, pero no, a mucha gente le importan los líos, los problemas, los entramados... pero ta, forma parte del folclore y te podés imaginar que a esta altura ya no me hace nada. Soy amigo de todos además.

¿Alguna otra cosa que quieras comentar?

No, nada más, agradecerte por la visita y estamos a la orden, que se repita, donde quieras. Realmente me dio una gran alegría que quisieras hacer esta entrevista.