Contenido creado por Inés Nogueiras
Las 40

Pasión de las cuatro décadas

Darío Rodríguez cantó Las 40

“Tiré la medalla de vicecampeón de la Libertadores, pero después pensé que se la había prometido a mi hija y la fui a buscar”, dijo Darío Rodríguez, que contestó Las 40 de Montevideo Portal. Por Gerardo Tagliaferro

16.06.2015

Lectura: 27'

2015-06-16T06:00:00-03:00
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Parado junto a un aparato de musculación, en el gimnasio del club Náutico, Darío Rodríguez conversa animadamente con el "Loco" Abreu y Mario Orta, un ex compañero de sus primeras épocas en Sud América. Saluda cordialmente y nos conduce al restaurante del club, donde en compañía de Orta nos espera más de una hora y media de sabrosa charla, regada de anécdotas futboleras, muchas de ellas fatalmente protegidas por el velo del off the record.

Darío debe medir algo más de un metro ochenta y así, de cerca y aun después de seis meses de haber dejado la actividad profesional, impresiona con un físico más atlético que el que se percibía desde la tribuna o la pantalla de televisión. Desde que en diciembre abandonó las salidas echando cola contra el banderín del córner y los pelotazos a dividir, todos los días, después de dejar a sus hijos en el colegio, llega hasta el club para mantener la maquinaria en funcionamiento: fierros y alguna otra cosa, "por salud más que nada", o como distracción. A la entrada, en la secretaría del Náutico, se exhibe una raqueta con un cartel que dice que con ella el ex defensor de Peñarol ganó por única vez en su vida un partido de tenis.

Así como inició su carrera hace más de dos décadas, con el mismo bajo perfil, a fin del año pasado Darío Rodríguez decidió ponerle fin. Atrás quedaron unos cuantos años en Sud América, Bella Vista y Peñarol, varios títulos, alegrías y frustraciones con la selección -incluyendo un gol considerado por la mismísima FIFA como uno de los mejores de los mundiales-, un par de temporadas en México y casi seis años en Alemania, donde la hinchada del Shalke 04 hasta tenía un cantito en su honor. Y todo sazonado con esfuerzo de verdad, remándola muchas veces contra la corriente. Por ejemplo, cuando era un pibe que quería abrirse paso en la 5.ª de Sud América y se iba caminando a la práctica porque no había plata para el boleto.

Darío bien puede pasar a la historia por apretarle los genitales a un rival frente a una cámara delatora, como tener el gesto reservado de llamar a un árbitro a su casa después de un partido para pedirle disculpas por un reproche fuera de lugar. Respetado y muchas veces temido dentro de la cancha, querido por compañeros y rivales fuera de ella, fiel exponente de una forma de vivir el fútbol bien uruguaya (aquella de las mañas, los códigos y los dientes apretados), hoy matiza el gimnasio y la familia con un curso de Gerencia Deportiva. Así que es muy probable que pronto lo tengamos, si no es desde la raya quizás desde un poco más lejos, otra vez sufriendo y disfrutando una pasión que ya tiene, para él, como cuatro décadas.

Por Gerardo Tagliaferro
tagliaferro@montevideo.com.uy


1) ¿Cuesta dejar el fútbol?
Sí, cuesta sí. Si bien yo me venía preparando en los dos o tres últimos años para el día después, cuesta. Es como una pérdida, vos sabés que tiene una fecha, que las cosas van a pasar, pero el día que pasa te agarra un poco por sorpresa, por más preparado que estés. En lo personal, lo que más extraño es el vestuario: levantarte todas las mañanas, agarrar tu bolsito y arrancar para el club que te toque defender. El soñar en conjunto lograr un objetivo, sea cual sea. Después, lo de las luces y todo eso, todavía no me ha llegado. Me han dicho jugadores que hace más tiempo que dejaron de jugar que después se extraña eso, esa adrenalina previa a salir a la cancha o los partidos mismos.

2) ¿En qué momento decidiste dejar?
Te va viniendo de a poquito. Siempre dije que el día que no jugara más o que me fuera de Peñarol, que en ese caso era lo que estaba haciendo, sería como el día que llegué: agarro mi bolsito, mis cosas, y me voy. Podía haber avisado antes, pero la verdad que he visto irse a tantos jugadores tan buenos y que han ganado tanto con Peñarol de esa manera, que me pareció que era la forma. Igual la gente muy allegada sabía que seguramente no iba a seguir jugando después de diciembre.

“El 14 de noviembre voy a jugar el partido despedida de Gerald Asamoa; unos minutos voy a pedir, alguna patada tengo que pegar”

3) ¿Tuvo que ver la llegada de Bengoechea en tu decisión?
¡No! No, para nada.

4) ¿Él no dijo que no te pensaba utilizar?
No. No sé qué habló con los dirigentes, yo tuve una conversación con él y de las primeras cosas que hizo cuando asumió fue preguntarme qué iba a hacer. Que a él de alguna forma le interesaba que yo estuviese en Peñarol, porque le constaba que uno siente lo que es este club y que si no iba a seguir jugando, si yo quería, podía estar en el cuerpo técnico. Fue lo que me comunicó. Fueron días difíciles porque tenés que tomar decisiones y se te mueve un poco el piso. Pero también en esos días me vino a buscar Wanderers para estar en el Clausura y en la Copa (Libertadores) con ellos. Vino Alfredo Arias que está trabajando con mi hermano y también me hizo pensar. Pero ya era una decisión que la venía procesando desde muchos meses atrás.

5) ¿Siempre fuiste hincha de Peñarol?
De chico era hincha de Danubio porque era el cuadro del barrio. Más que nada simpatizante, nos escapábamos y nos íbamos con otros amigos a ver a Danubio a Jardines. Después más grande sí, mi papá vendía chorizos en el Estadio y tenía la oportunidad de ir a ver a los dos grandes, que era lo que hacía los fines de semana porque estaba mi viejo ahí, en la puerta 13 de la Olímpica. Y después, la primera vez que fui a una hinchada fue a la de Peñarol, que me llevó el “Jaba”, el hermano del “Fino” -lo digo así porque todos en el barrio saben quiénes son- y ahí comenzó otra cosa.

6) ¿En Danubio nunca jugaste?
No. Jugué en el baby fútbol en el Huracán Villegas, que es de ahí, de la zona. Pero con 12 años, como mi hermano estaba jugando en la 4.ª de Defensor, me llevó a entrenar a Defensor y jugué un año y no fui más, porque mi papá quería que estudiara. O no me veía condiciones o... También tenía mucho que ver que tenía muchas faltas (en el liceo) y si vos pasabas de 20 faltas a la familia creo que no le daban la Asignación Familiar, o algo así, y para nosotros era una buena ayuda. Entonces, de los 14 a los 16 años jugué muy poco al fútbol.

7) ¿Hasta dónde llegaste con los estudios?
Terminé el Ciclo Básico e hice un curso de dos años de Electromecánica en la UTU Flor de Maroñas. Cuando lo terminé tenía 17 para 18 y ya estaba jugando de nuevo al fútbol y la verdad que era complicado porque en ese momento Sud América financieramente no estaba bien, no nos abonaban prácticamente nada. Tenía que pedirle a algún compañero para el boleto, la verdad que me daba vergüenza pedir en mi casa, entonces me venía caminando (de la práctica), de ahí tenía que salir caminando para la UTU, y de la UTU salía once y media de la noche. Así que tuve que optar. Hablé con mi padre, mi mamá lo terminó de convencer y bueno... Él me dijo las obligaciones que contraía al momento de dejar los estudios, los horarios de dormir y todas esas cosas. La verdad que me ayudó y mucho.

8) ¿Dónde vivías?
En Gronardo entre Osvaldo Cruz y Saint Rosas, cerca de todos lados: de la (seccional) 16, del Hipódromo, de General Flores... Para ir a entrenar agarraba Corrales, General Flores y me iba hasta los Blandengues, o si no para ir a (la cancha de) La Escuelita, que estaba frente al Cilindro, agarraba lo que hoy es José Pedro Varela, a veces seguía por ahí, cruzaba por el Cilindro, saltaba un muro y salía atrás de la cancha de Polo y ahí pasaba a la cancha de Sud América. Caminando se podía llegar a todos lados... Vivía en un lugar céntrico (se ríe). Todo este trayecto que te digo era caminando.

“Antes de cada partido, los técnicos en Alemania reciben un libro y un CD con toda la información sobre el rival, cómo se para, cómo defiende”

9) ¿Cuántos hermanos son?
Somos cinco hermanos: tres mujeres más grandes, mi hermano que es conocido (“Samanta”), y yo, que soy el más chico.

10) Una familia humilde.
Sí, con muchísimas carencias en cuanto a lo económico, pero la verdad que hambre no pasé nunca, mi viejo siempre se las arregló para que cada día y cada noche todos tuviéramos qué comer. En ese sentido fue un ejemplo para todos nosotros, una persona digna en sus formas, fue empleado de ANCAP durante muchísimo tiempo, hasta que se jubiló. Padres separados; mi mamá doméstica hasta que se fue a trabajar a Argentina a una casa de familia, por lo que desde chico la veía capaz que un fin de semana al mes. Vivíamos con mi papá.

11) Y cuando optaste por dedicarte de lleno al fútbol, ¿qué soñabas, a dónde querías llegar?
Lo primero, que creo que lo tenemos todos los uruguayos, es la pasión. Tenía diez minutos libres y quería jugar a la pelota. Soñaba con eso, con jugar al fútbol. Después, cuando me fui acercando a primera división y veía a mi hermano jugando a ese nivel... recuerdo un partido, a principios de los 90, que él jugaba contra Peñarol en el Estadio y yo estaba ahí y lo miraba y pensaba: “él está ahí, lo mira todo el Estadio”, y me empezó a dar eso de soñar con llegar. Y bueno, así fue, en el 93 llegó Julio Ribas a Sud América y me confirmó en el plantel de Primera. Yo era un niño grande, 18 años recién cumplidos, y te empezás a foguear en el vestuario con gente de 25, de 30, de 35 años, con otras necesidades, te van marcando un camino, una forma de ser dentro y fuera de la cancha y ahí empezás a soñar con grandes cosas. Pasar a un cuadro grande, ir a la selección, esas cosas.

12) Estuviste casi seis temporadas en Alemania, en el Shalke 04 y volviste, según se dijo, porque querías regresar al país.
Sí, eran días difíciles sobre todo en lo familiar, habíamos perdido a papá en octubre. En diciembre me presento a hablar (con los dirigentes) para decirles que me quería venir, tenía seis meses más de contrato y ellos me lo querían extender por dos años más. Pero también, como esto de dejar el fútbol, era una decisión que tenía tomada e hice todo lo posible para volverme a mi país, cerca de los míos. Y bueno, no me arrepiento para nada, al contrario.

13) ¿Qué te quedó de ese pasaje por Alemania?
Un montón de aprendizaje. Primero, cuando llegás, lo que te choca es lo cultural, lo diferentes que somos. Un país que es de primer nivel, todo funciona: la educación, la salud o la seguridad social, esas tres cosas para ellos son primordiales. Pero al margen de eso, todo. Y después me impactó, cuando me empecé a interiorizar en la historia de ellos, cómo siempre han salido adelante de alguna manera. Yo fui pensando en la Alemania que me mostraban en la tele: la Segunda Guerra Mundial, pero la verdad que me trataron sumamente bien, tengo muy gratos recuerdos, mi hija mayor nació allá. Guardo amigos hasta el día de hoy. Es más, el próximo 14 de noviembre voy a estar ahí porque se hace un partido de despedida a Gerald Asamoa, el primer moreno que jugó en la selección de Alemania, que jugó el mundial 2002. Recibí la invitación de él y del club y voy a estar ahí.

14) ¿Vas a jugar?
Pienso jugar sí. Unos minutos voy a pedir, alguna patada tengo que pegar (se ríe).

“Hay una foto donde están los mejores goles de los mundiales y están Maradona, Pelé... Y estoy yo”

15) Te fue bien en Alemania. No sé si llegaste a ser ídolo, decímelo vos.
Digamos... Sé que la gente me recuerda. He ido otras veces y me lo hacen ver. Era muy querido y se puede decir que sí, que era un poco ídolo de la parcialidad. Me sorprendieron muchas veces, tenía hasta un cantito hacia mí, en alemán por supuesto.

16) Allá jugaste de zaguero central.
Jugué algunos partidos de lateral también... Jugué de todo...

17) ¿De todo? No me vas a decir que jugaste de 9 porque nadie te va a creer.
No, no, pero jugué de doble 5, jugué con línea de 3 de carrilero por afuera, con línea de 3 de líbero, jugué de back derecho, de lateral izquierdo...

18) ¿Te adaptaste rápido?
Me costó un poquito. Llegamos con Gustavo Varela y los primeros diez partidos a Gustavo le faltó hacer llover. Jugaba de mi lado y se me hizo muy fácil, parecía que jugábamos juntos hacía mucho tiempo y que hacía mucho tiempo que estábamos jugando en la Bundesliga. Después volvió el que jugaba habitualmente por ese lado, a Gustavo lo mandaron para la banda derecha y ahí caí como en un pozo. Me costó, no me aclimaté a jugar con este nuevo compañero y estuve sin jugar casi una rueda. Ahí se te vienen un montón de cosas a la cabeza: qué estoy haciendo acá. Entrenaba, hacía lo de siempre pero el otro andaba mejor, lo cual es normal porque el nivel es otro cuando te vas al extranjero. Y ya me quería venir, volver a Peñarol o ir a otro equipo donde pudiera jugar. Pero en su momento pensé que no quería tampoco dejar esa imagen, por la gente que había confiado e invertido dinero en nosotros y por uno mismo, por el orgullo, y bueno... Me salió bien.

19) Siempre se te catalogó como un jugador lento. ¿Cómo te las arreglaste en un fútbol mucho más veloz y dinámico que el nuestro? ¿O es que no sos tan lento?
A ver... No soy rápido, sino seguramente sería delantero. Tal vez por mi físico o la forma de jugar se me vea más lento de lo que soy. Lo que me costó algunos partidos es que se corre más sin pelota que con pelota, la parás y si se te va a medio metro pasa uno y te la roba. Las canchas son mucho más rápidas para favorecer la técnica colectiva, que sea un espectáculo más agradable para ver. Esa dinámica me costó al principio. El jugador uruguayo es muy bueno técnicamente, lo que cuesta un poco son las canchas y, como en todo trabajo, hay que entrenar. Cuando llegué a Alemania hacíamos ejercicios que yo decía “pah, esto no lo hago desde que estaba en 5.ª”, pero el secreto está ahí. Hablo de ejercicios con pelota, tocársela a un compañero que está a diez metros, con determinada fuerza para que él la pare y te la devuelva, y así estábamos diez minutos. Pero después vas a la cancha y lo aplicás.

20) ¿Es más difícil jugar en el fútbol uruguayo justamente por esas peculiaridades que tiene?
No sé si es más difícil, pero yo pienso que el que juega acá, juega en cualquier lado. Y otros que han triunfado en diferentes lugares del mundo vienen acá y les cuesta más. Es una liga bastante compleja la nuestra. Aparte en otros lugares por año de repente cambian dos jugadores, acá cada seis meses te salen gurises de abajo de las piedras, y cuando los vas a enfrentar no los conocés. Y a los seis meses hay otros.

“Viene el ‘Chengue’(Morales) y me dice: ‘¿Qué estás haciendo?’. ‘Viste que está de vivo, lo voy a ir a buscar’. ‘Yo te acompaño’”

21) ¿Es muy diferente un vestuario de Europa a uno de acá?
Nosotros teníamos un vestuario bastante sudamericano. Además de Varela y yo, en un momento llegó a estar Vicente Sánchez, Grosmüller, Matellán, Bordón, Rafinha -que juega ahora en el Bayern-, Lincoln, Kevin Kuranyi que es alemán pero la mamá es panameña y habla español como nosotros... Teníamos ocho o diez. Lo que cambia por ahí es que cuando vas en el ómnibus al partido van más callados, cada cual en lo suyo. Por ahí el jugador uruguayo es más de ir comentando, escuchando música. Y en el vestuario también: acá siempre hay música y allá no. Después como que se acostumbraron un poco a nosotros, pero al principio no querían nada con la música.

22) ¿Hay mucha diferencia en la forma de trabajar y lo que pide un técnico europeo con respecto a un uruguayo?
Es parecido. Lo que pasa es que lo viven de diferente manera porque ellos tienen que mostrar un producto. Más allá de ganar tienen que presentar un espectáculo en la cancha. Pero después, son exigentes como los nuestros y tácticamente son buenos como los nuestros. Ellos tienen todo: viene un partido y los colaboradores les traen un libro de veinte páginas con toda la información sobre el rival, cómo se para, cómo defiende, y un CD donde tienen las imágenes de lo que les explican en el libro. Eso acá es imposible.

23) La Libertadores del 2011, en la que Peñarol llegó a la final, ¿fue lo máximo en tu carrera?
Fue lo más cerca que estuve de cumplir un sueño, porque yo crecí escuchando a mi padre y a mi tío hablar de las viejas Libertadores. De la victoria en Santiago contra River argentino, de los partidos con Estudiantes de la Plata... Y cuando llegué a Los Aromos me impactaron las fotos del Peñarol del 87, del 82, de la década del 60 y siempre me imaginaba llegar a viejo y ver mi foto ahí. También me cruzaba con muchas de esas leyendas: el “Chiquito” Mazurkiewicz, el “Tito” Goncalvez, más para acá el “Chueco” Perdomo, Fernando Morena, Venancio (Ramos). Siempre fue el sueño que tuve cuando entré a Los Aromos, más después de ser campeón uruguayo.

24) ¿Es tan difícil jugar contra Neymar?
Cuando nosotros jugamos ya se vislumbraba lo que es hoy, era un pichón de crack y tenía cosas diferentes a otros jugadores. Pero creo que acá se lo controló bien y allá, hasta la salida de Alejandro González por lesión, era un partido controlado.

25) ¿Fue de mala leche la entrada de Neymar que lesionó a González?
Y... Alejandro González juega conmigo, en la jerga fue de mala leche. Si hubiera sido al revés, diríamos que se avivó. Es así. Es fútbol, lamentablemente para nuestros intereses nos sacó al jugador que hasta ese momento lo había anulado en las dos finales. Y a su vez, tampoco el juez lo reprendió como debía, porque si lo terminaba echando nadie decía nada tampoco.

26) ¿Era una especie de vedette Neymar dentro de la cancha?
No, no, era un muchacho joven con ganas de trascender. Con mucha técnica, sabiendo que siendo tan joven a sus espaldas estaba la presión de todo un equipo. También tenía jugadores que lo rodeaban que eran de muy buena calidad. Y si fuese un poco de vedette también está bien, creo que dentro de la cancha está bien que un jugador así se sienta importante. El tema es si afuera te crees el cuento. Yo adentro me siento el mejor, el tema es cuando te la creés afuera. Ahí estás en problemas.

27) ¿Cuál fue el jugador que más te costó, que te pintó la cara?
(Mario Orta, sentado a su lado, se toca el pecho: “Yo”, dice. Darío se ríe.) Por suerte el mejor que vi era compañero mío: Mario Orta, jugador mañero, que metía los codos, pero gran goleador, le dabas un metro y no te perdonaba (se ríe). Hay varios. Ronaldo, el “Gordo”, era muy despierto, capaz que estaba parado y te salía de 0 a 100 en fracciones de segundo, tenía una explosión increíble y no precisaba más de dos toques para hacerte un gol. Impresionante, muy completo. Me tocó marcarlo en un Uruguay - Brasil. El baile que sí recuerdo fue en la altura contra el Nacional de Quito, un partido por la Libertadores. Perdimos 1 a 0, yo jugaba de lateral y marcaba al “Cuchillo” Hernández. Le vi el número toda la noche. No se movía de la punta, en algún momento, cuando nos iban ganando, yo pasaba al ataque y él se quedaba ahí, parado en la mitad de la cancha, y de ahí arrancaba. Se me fue cuando quiso y cuando no quería también se me iba (se ríe). Aparte me parece que tenía una pierna más corta que la otra, tenía un movimiento raro, pero muy rápido. Yo tenía al “Caballo” De los Santos atrás y él me decía que le diera una, pero no lo agarré ni para pegarle. Acá tuvimos más suerte, ganamos 3 a 0 y por lo menos le pude pegar (se ríe).

28) Después del partido contra Santos allá, cuando ellos salieron campeones, ¿tiraste la medalla?
(Piensa) Igual la tengo.

29) Pero te la sacaste y la revoleaste. ¿Qué fue eso?
Creo que la impotencia de no haber podido ganar. En ese momento sentís que lo único que sirve es la de campeón, porque es el cuadro que se pega en la pared, el que recuerdan todos. No te voy a decir, como alguna vez me enseñaron, que es lo mismo ser segundo que ser último, pero sí que es frustrante. Y bueno, me salió esa rebeldía, no lo pensé mucho. Lo que sí después pensé es que le había prometido a mi hija, que era chiquita, que iba a volver con la medalla y la fui a buscar (se ríe). Me dieron otra.

“Colina le dice a Paolo (Montero): ‘Paolo, una más que me diga Magallanes y lo saco, no lo aguanto más’”

30) ¿Nadie te reprochó eso?
No. Es que nosotros no queríamos ni salir del vestuario a buscar el premio al segundo. Estábamos muy dolidos y aparte habíamos terminado con incidentes, porque habían entrado unos parciales, el hijo del gobernador que empezó a babosear, digamos, y terminó todo un poco en escándalo. Y fuimos y claro, yo fui el primero y además la entrega de premios era pegado a la cabecera de ellos, pero la verdad fue algo sin pensar.

31) Hiciste un gol en el mundial 2002 que fue ubicado por la FIFA entre los diez mejores de la historia de los mundiales (NdeR: Uruguay 1 - Dinamarca 2).
Sí, una sorpresa. ¿Cuántos goles viste lindísimos en los mundiales? Además esas cosas tienen mucho de marketing también, no es lo mismo decir que el mejor gol es de Maradona o Messi que decir que es de Darío Rodríguez. Hay una foto que salió en un diario donde están los mejores cuatro goles y está Maradona, Pelé, creo que de vuelta Maradona... Y estoy yo. ¡Estamos los cuatro en la foto! (se ríe) No es que yo me crea que es el mejor gol, pero fue una sorpresa linda.

32) El pueblo quiere tener tu versión de lo que pasó en el entretiempo del partido con Senegal en ese mundial.
Uh, no hay mucho para contar... Ellos habían sido muy contundentes y se pusieron 3 a 0. Ya en el segundo gol, Diouf le había gritado el gol al banco nuestro. Él era un poco así, y en la última pelota (del primer tiempo) termina dominándola, haciendo cabecita, hombro, contra el lateral que marcaba yo. Y no sé qué le dice él a Mario Regueiro en francés, y Mario le contesta con una puteada. También durante el partido me había escupido un par de veces, entonces en ese momento medio que nos baboseó y yo le tiré el manotazo a la caravana que tenía en la oreja. Nos separaron, venían los jueces y entonces yo me metí corriendo (para el túnel que lleva a los vestuarios) y me saqué el short y la camiseta, que tenían el número. Me quedé ahí, los compañeros pasaron para el vestuario y viene el “Chengue” (Morales), que estaba en el banco, y me dice: “¿Qué estás haciendo?”. “Viste que está de vivo, lo voy a ir a buscar”. “Yo te acompaño”, me dice. Imaginate, si estaba seguro, ahí pasé a estar recontra seguro. Y después que pasaron los jueces arrancamos para el vestuario.

33) Vos y el Chengue nada más.
Sí. Nos metimos al vestuario y eran 40 contra 2. Obvio que no había chance, quisimos pegar alguna y no pudimos, cuando tiramos dos vinieron 28 más o menos. Había seguridad que no era la del mundial, eran de ellos, estaban grandes y se nos vinieron todos arriba. Al tipo no le íbamos a llegar ni a ninguno de los jugadores. Y volvimos y le digo al Chengue: “Les pegamos a todos, ¿eh?”. Cuando salimos ya estaban viniendo todos los compañeros corriendo porque se habían enterado. Y ahí Púa nos tranquilizó, que nos metiéramos en el partido, que había que hacer el primer gol en los primeros minutos. Nosotros estábamos con el enojo ese pero tampoco creíamos mucho que pudiéramos remontar un 3 a 0 pero se dio que hicimos un gol enseguida y de ahí en más, todos los que estábamos de celeste como los que estaban de verde, que eran ellos, sabían que no podíamos decir cuál iba a ser el resultado, pero que si se la llevaban se la iban a llevar pinchada.

34) Después de ir ganando 3 a 0, los senegaleses no pasaron la mitad de la cancha en el segundo tiempo. ¿Cuál fue el click que cambió el partido?
Lo que pasa es que la imagen que quedó es que al principio te habían pegado un baile, y no fue así. Ellos llegaron creo que cuatro veces, eran buenos futbolísticamente pero un gol fue un penal mal cobrado y el tercero, que fue un golazo, vino porque nosotros ya nos habíamos ido al ataque y dejamos espacios. Nosotros empezamos el partido sabiendo que teníamos que hacer un gol para clasificar. Entonces no salimos a quemar las naves, salimos a jugar un partido táctico y en ese esquema les habíamos llegado dos veces. Hasta que vino el primer gol, y un gol cambia todo. En el entretiempo nos reordenamos y perdido por perdido, vamos a atacar. Siempre queda eso de qué hubiera pasado si hubiéramos salido así el primer tiempo, pero no sabés.

35) ¿Había dos grupos en esa selección?
Casualmente hoy estaba con uno de los muchachos de esa selección y hablábamos de que nos faltó disfrutar un poco más. Disfrutar de jugar un mundial, decir “Vamos a vivir esto porque capaz que nunca más lo vivimos”. Lo demás es cómo lo mire cada cual. Las cosas que tuve para decir las dije dentro del grupo y ya está.

“Entramos todos impotentes al vestuario y Lugano tira la camiseta. Y yo le dije: ‘Levantala’, porque la camiseta de Uruguay nunca tiene que estar en el piso”

36) Jugaste un partido en la eliminatoria para ese mundial, contra Colombia, que dirigió el italiano Pierluigi Colina, porque la AUF había pedido jueces europeos. Se comentó después que Colina había sido sobornado por Uruguay con 50.000 dólares, a partir de que trascendió que cuando terminó el primer tiempo el árbitro le dijo al técnico de Uruguay que sacara a Federico Magallanes porque si no lo iba a tener que echar. ¿Qué sabés de eso?
Empatamos 1 a 1 ese partido. La verdad no sabía que se había dicho eso. El uruguayo es bravo también, lo de Magallanes no fue así. Cuando venimos bajando (al vestuario) al final del primer tiempo, Colina le dice a Paolo (Montero): “Paolo, una más que me diga Magallanes y lo saco, no lo aguanto más”. Porque Magallanes hablaba en italiano con él, no sé qué le decía. Capaz que se lo dijo a alguien más, porque después entró al vestuario una persona que no era parte del cuerpo técnico y dijo eso mismo, y el enojo de Magallanes era: “¡Me está sacando Fulano!”, refiriéndose a esa persona. Pero eso pasa siempre, por ahí hoy viene Darío Ubriaco y te dice: “No me digas más nada porque te saco”, pero de ahí a venir al vestuario a decir eso... Yo me acuerdo que se lo dijo a Paolo, hablaban en italiano pero más o menos entendías.

37) ¿Cómo fue la del rezongo a Lugano porque había tirado la camiseta?
Ah... Pero no fue a él, pasa siempre. Lo más común es que el jugador cuando llega al vestuario, en el entretiempo, se saca la camiseta y la tira al piso porque le dan otra para el segundo tiempo. Creo que fue el partido con Brasil por la semifinal de la Copa América 2007, que perdimos por penales y él erro uno. Entramos todos impotentes al vestuario y él tira la camiseta. Y yo le dije, pero no fue un rezongo: “Mirá, levantá la camiseta”, porque para mí la camiseta de Uruguay nunca tiene que estar en el piso. Es algo mío... En el piso no.

38) ¿A los futbolistas los tomó de sorpresa todo esto de la FIFA o en su ambiente se sabía de estas cosas?
A mí lo que se me vino a la cabeza es todo lo que decía Maradona, y ahora pienso que él tendría acceso a información que a un jugador normal no le llega.

39) ¿Sabés de arreglos de partidos?
No. Sé que hay, por ejemplo, incentivos a terceros equipos. Pero acá es difícil que suceda, se da más en otros países. Acá viene River peleando el campeonato con Peñarol y Peñarol juega con Racing... ¿Cuánto les puede dar River a los jugadores de Racing? ¿Cuánto puede sacar un muchacho de River de su bolsillo para darle a uno de Racing? ¿El premio de campeón?

40) ¿El fútbol te salvó la vida, económicamente?
Y, digamos que en parte sí. Va a depender de cómo me administre. Si bien no hice el dinero que se hace en otras ligas que se pagan bien, no me puedo quejar, máxime viniendo de donde vengo y de las carencias que viví en ese sentido. Digamos que comportándome bien puedo darle la educación que quiero a mis hijos y también darles y darme algunos gustos. Y eso la verdad que está bueno, porque esas son preocupaciones para muchos hogares. El fútbol me dio todo, no solo económica sino también culturalmente. Todo. Yo me entregué y di todo, pero soy de los pocos que hoy puede decir que puede vivir del fútbol y por eso me siento agradecido.

Montevideo Portal | Gerardo Taglieferro
Fotos: Juan Manuel  López