Desde el viernes pasado hasta ellunes, el politólogo Oscar Bottinelli, de Factum, estuvo en Venezuela como observador de las elecciones presidenciales del pasado domingo 20 de mayo, que generaron tanta controversia no solo en nuestro país sino en el mundo en general.

Mientras algunos sectores del FA (MLN, Partido Comunista) felicitaron y saludaron a Maduro, la oposición tildó de farsa lo ocurrido y el gobierno optó por no pronunciarse sobre la legitimidad de las elecciones, llamando a no aislar a Venezuela. ¿Qué dicen quienes estuvieron allí, observando el proceso?

Bottinelli lo explicó hoy en Fuentes Confiables, de Radio Universal, en diálogo con Aldo Silva. El analista criticó que "la información que existe en Uruguay y buena parte del mundo es muy sesgada e incompleta", con "un exceso de visión en blanco y negro, no solo sin colores, sino siquiera sin grises".

Bottinelli comentó que en general en Uruguay se habla del gobierno de Maduro y la oposición, pero hay al menos tres oposiciones: la clásica, que se presentó a las elecciones y postuló la candidatura presidencial del chavista disidente Henri Falcón, líder y fundador de Avanzada Progresista; una segunda que nada tiene que ver con las oposiciones políticas clásicas, que es el Movimiento Esperanza por el Cambio, que postuló la candidatura de su líder pastor de la iglesia evangelista Maranatha; y el Movimiento de Unidad Democrática (MUD), que proclamó la abstención, y hoy la integran 16 partidos. Entre ellos los liderados por Leopoldo López y Henrique Capriles.

En su recorrido, Bottinelli visitó el centro de ensamblado de las máquinas de votar, las vio armar y observó pruebas de su funcionamiento. Estuvo en el Palacio Presidencial, el Palacio de Miraflores, con Nicolás Maduro, y se reunió con autoridades del oficialista Partido Socialista Unificado de Venezuela, así como con los comandos de los principales candidatos opositores Henri Falcón y Javier Bertucci.

El día de las elecciones observó junto a su grupo 42 mesas de votación, en las que siempre había delegados de la oposición.

"En todas las mesas conversamos por separado con cada uno de los delegados opositores y les pedimos que nos dijeran si había irregularidades o tenían alguna denuncia o protesta. En todos los casos nos respondieron que la elección era completamente normal, sin ninguna anomalía", contó.

Presenció el cierre de 11 mesas de votación y en una de ellas asistió a todo el proceso de escrutinio.

El procedimiento

En Venezuela todos los ciudadanos tienen cédula de identidad electrónica, con chip con los datos biométricos, como la nueva cédula de identidad que se expide en Uruguay. En las mesas de votación hay un presidente, un secretario, un vocal y delegados de los partidos o alianzas políticas, a los que se denomina "testigos". En este sentido es similar al Uruguay, dijo el politólogo.

Sin embargo, "hay formidables diferencias tecnológicas". La votación se hace en forma digital, en máquina. El votante llega a la mesa y se registra con el chip de la cédula de identidad, como se hace con una tarjeta de débito con chip. Luego se dirige hacia donde está la máquina y se identifica en un captor digital (es decir, pone el dedo en un captor digital). Si la huella digital y el chip de la cédula coinciden, se habilita la máquina.

La máquina tiene una impresora incorporada y una tablet grande, en la que están las opciones electorales. El elector presiona el dedo en el cuadro correspondiente a su voto.

Luego, la máquina imprime un ticket, al que llaman "certificado de voto", en que aparece el nombre del candidato y la sigla del partido. Ese certificado el votante lo introduce en una urna, quedando un doble registro de voto: el digital y el manual. Al no estar en red, las máquinas no pueden ser hackeadas. Una vez que alguien votó, su nombre queda bloqueado y no puede votar dos veces.

"Para que haya fraude, no solo debe haber trampas en el software, sino que esas trampas deben ser acompañadas por la introducción de tickets en la misma cantidad y del mismo tipo en la urna, y trampas en el registro de los chips de las cédulas de identidad y en las huellas dactilares. Es un sistema que da muchas garantías más que el sistema uruguayo, que como hemos dicho muchas veces, en un sistema obsoleto, superado por el tiempo y de bajas garantías", señaló Bottinelli.

"Al terminarse la votación, un técnico informático hace el cierre de la máquina, que queda bloqueada. A continuación, en forma digital, firman los miembros de la mesa y los delegados. Se cierra el acta. Y se imprimen. El acta es una larga tira de papel, igual a las facturas electrónicas que hay en Uruguay", prosiguió.

"Impresa el acta, con copia para todos los miembros de mesa, delegados, observadores, recién allí el técnico conecta un módem y se hace la trasmisión de datos. Son segundos donde podría eventualmente haber riesgo de hackeo", contó el politólogo, que aclaró que luego se pasa al procedimiento manual, donde se verifica si los votos coinciden con el registro digital.

"Es muy claro que los votos emitidos son los efectivamente escrutados. No hay ninguna denuncia en sentido contrario de quienes participaron en las elecciones. No está en cuestionamiento la validez de la votación, en cuanto a que los electores que concurrieron estaban debidamente habilitados, los votos los emitieron en secreto, y esos votos fueron debidamente contabilizados", opinó.

¿Puede concluirse entonces que las elecciones son legítimas?, le preguntó Aldo Silva al analista. "Paso a paso. Todavía falta por verse el clima en que se desarrollaron las elecciones, las denuncias de la oposición participante -que contó con delegados y puede atestiguar lo que vio- la presentación de las impugnaciones (recién se abrió el plazo para ello) y el contexto político y electoral que contextualiza estas elecciones", aclaró Bottinelli. Factum publicará la semana que viene una segunda parte de su análisis.