Contenido creado por Julián Kanarek
Julián Kanarek

You talkin´ to me?

You talkin´ to me?

Un joven Robert De Niro interpreta a Travis Bickle, excombatiente de la Guerra de Vietnam en la película Taxi Driver. Corre el año 1976.

16.08.2017

Lectura: 4'

2017-08-16T13:36:00-03:00
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En una de las escenas que pasa a la posteridad él se pregunta, repite frente al espejo y en soledad:

"You talkin´ to me? You talkin´ to me? You talkin´ to me? Then who the hell else are you talkin´ to? You talkin´ to me? Well I´m the only one here. Who the fuck do you think you´re talking to?"

Hoy en tiempos de acaloradas discusiones en redes sociales, de debates interminables entre ciudadanos modernos, parece haber una dinámica que se repite y es la de hablar solos frente al espejo sin escuchar ni integrar el argumento del contendiente, en el debate de turno.

Las redes generan la oportunidad de abrir nuestro espectro relacional, de posibilitar las discusiones (en el buen sentido del término) entre todos y con cualquiera de los usuarios que integran nuestra comunidad. La cercanía digital entre ciudadanos comunes, su relación entre sí y la que entablan con marcas, instituciones, organismos y políticos o gobernantes es de una horizontalidad nunca antes vista.

Esta posibilidad de debatir, de confrontar ideas, coloca a los usuarios frente a un ´otro´ virtual, muchas veces en las antípodas políticas, ideológicas o simplemente mundanas con: cercanía, instantaneidad y en 140 caracteres. La nueva socialización trae consigo nuevas formas y nuevas consecuencias.

Una de las que más me llama la atención es el modo y la dirección que toman (o no toman) las discusiones en temáticas recurrentes como el deporte o la política. No son temas menores ya que son parte de la conformación cultural de nuestras sociedades y forman la agenda pública pero también la agenda ciudadana.

Existe lo que llamo falsa ilusión de debate, una dinámica que se desarrolla principalmente en base a tuiteros (a veces en posteos de Facebook), discutiendo sobre una temática de coyuntura. Se da con intercambios interminables que raramente logran generar siquiera un punto de acuerdo entre las posiciones vertidas.

Desde el punto de vista filosófico lo que buscaríamos es una síntesis, un desarrollo de conocimiento que integre y exceda ambas posiciones para lograr algo nuevo. Según Hegel : "la tríada es una tricotomía, una gradación triple. Todo proceso de desarrollo (...) atraviesa por tres fases. La primera -la tesis- es negada por la segunda -la antítesis-, que a su vez es negada por la tercera, llamada síntesis (unificación), porque no sólo refuta a la antítesis, sino que reúne en sí de una manera nueva, los rasgos de ambas fases precedentes del desarrollo." (Diccionario filosófico marxista, 1946:305).

Lo que sucede en las redes es que los usuarios hacen la parte argumentativa de la discusión pero sin concederle al otro la oportunidad de ostentar, al menos parcialmente, la razón. Conocemos la tesis, la antítesis pero pocas veces llegamos a una síntesis.

Si uno discute con alguien de quién ya conoce sus posturas previas sin siquiera darle la posibilidad de convencernos ¿con quién está hablando realmente?

Una respuesta posible, no intencional, es que estemos usando al otro como forma de reafirmar nuestras posiciones frente a quienes opinan igual que nosotros. Es una manera de mostrarle a ´los nuestros´ la capacidad de interlocución y lo equivocado que ese ´otro´, individual o colectivo, está. La dinámica virtual tiene un enorme riesgo que es el de fomentar los fanatismos y aumentar la violencia de las discusiones, desviando generalmente la disputa política a acusaciones de índole personal que poco tienen de constructivas para la sociedad. Pero además renuncian a toda posibilidad de persuasión, alejando más al otro en vez de acercarlo a nuestra posición.

El hombre con mayor poder político del planeta, el Presidente de Estados Unidos Donald Turmp -un personaje que forjó su imagen política en base a las redes- es un claro ejemplo de esta dinámica de falsa contraposición de argumentos que sólo busca menospreciar al otro y hablarle a los convencidos.

El debate político o social es un instrumento más que productivo para la democracia. Pero debería enriquecernos, debería elevar el nivel de nuestras causas para integrar elementos de ambos bandos que vislumbren soluciones de continuidad. Una síntesis.

Si al hablar gritamos sólo nuestros argumentos sin escuchar los del otro nos va a pasar lo que a Travis Bickle. Y cabe preguntarnos si le hablamos a alguien más o si nos estamos hablando a nosotros mismos: Well I´m the only one here. Who the fuck do you think you´re talking to?"

Julián Kanarek es magister en Comunicación y Cultura, investigador docente de la Universidad Católica Argentina y director de Amén Comunicación Ciudadana.