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El paradigma del Cerro

Las vistas desde el Cerro de Montevideo son de las más hermosas que tiene el Uruguay. El problema es cuando se mira más de cerca. Por Esteban Valenti.

09.01.2018 13:15

Lectura: 8'

2018-01-09T13:15:00-03:00
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El barrio del Cerro es donde el Frente Amplio obtiene, desde hace varias elecciones los porcentajes más altos de votación, tanto a nivel nacional como departamental. No es ninguna casualidad, tiene sólidos fundamentos sociales y políticos, fue desde hace muchos años un baluarte de los trabajadores y sus familias, y escenario de grandes luchas obreras y populares.

Era un barrio con una fuerte presencia industrial, sobre todo de los frigoríficos y con colonias de inmigrantes de muchos países, de allí proviene su nombre de Villa Cosmópolis y la presencia de diversos clubes e incluso iglesias de varias colectividades. Un barrio con cines, con biblioteca pública, con múltiples actividades culturales.

Ser del Cerro es toda una identidad, incluso hoy cuando las cosas han cambiado radicalmente. Selva, mi compañera, y toda su familia paterna y materna son del Cerro y lo reivindican con orgullo, una parte de la familia sigue viviendo en el casco del barrio.

Hace pocas semanas fuimos a uno de los tantos cumpleaños de familia en una casa que está al final de la calle Chile y en el recorrido de ida como de vuelta pudimos hacernos nuevamente una idea de la situación del barrio.

Ahora, luego de las fiestas tenemos nuevamente un panorama más completo.

El Cerro está mal, ha sufrido un proceso de deterioro urbano y social muy grave y, más allá de algunas obras importantes en los accesos, en la terminal de ómnibus, el teatro Florencio Sánchez, en la plaza de deportes, en el liceo y hace varios años en la rambla, no se acerca siquiera al barrio popular pero limpio y pujante que fue en su buena época.

Las calles principales que recorren todo el barrio, como Grecia, Chile o Turquía están mal de pavimento, de iluminación, de casas y de comercios. Visiblemente mal. Las transversales también las encontramos en mal estado, en muy mal estado, la subida a la fortaleza y el entorno de la misma esta en una situación deplorable, con la excepción de una plaza de juegos recién inaugurada.

Bogotá, la calle por la que entran al Cerro la mayoría de los ómnibus, "es Kosovo en medio de la guerra" nos comentó un vecino.

No son detalles, es la suma del estado general de decadencia, de poco cuidado de los espacios públicos, pero también de la mayoría de las casas individuales.

Es que la decadencia urbanística y social ha impactado en la mayoría del barrio, aunque haya familias que han hecho grandes esfuerzos por preservar y mantener sus viviendas. No es solo una imagen concreta, que de noche se acentúa, porque falta algo fundamental que le da al Cerro su magia única, su visión de la bahía de Montevideo en todo su esplendor. Aunque de noche tiene su magia, es de día que hechiza.

No hablemos del estado de las veredas porque sería inferir en un cuerpo lacerado.
Lugares que se habían incorporado al barrio como la playa del Cerro con las obras en la rambla, ahora se están deteriorando. La playa se limpia, la calle de la rambla, Suiza no tiene ya ni vestigios de iluminación ni de bancos, el pavimento de las veredas de la rambla está en un rápido proceso de destrucción.

Lo más grave es la suciedad, que como en toda la ciudad se agravó este fin de año. Contenedores desbordados, suciedad de las calles que se acumula y se consolida y que con estos calores generan en la puerta de muchas casas olores insoportables. En el Cerro la mugre es crónica, los camiones pasan dos veces por semana y los alrededores de los contenedores son basureros casi permanentes. Lo que ha mejorado son las cuadrillas de organizaciones sociales que barren las calles.

El Cerro es parte de una ciudad que nuevamente quedó tapada de basura en las fiestas, eso sí, de manera democrática, también se desbordaron ampliamente los contendores de Pocitos y Punta Carretas. Si eso le sirve de consuelo a alguien...

Invertimos en camiones nuevos, en miles de contenedores. ¿Y? Mejoró, hasta que ADEOM decidió que era tiempo de volver atrás. La responsabilidad es en primer lugar de las autoridades, en segundo lugar de esa mínima minoría de habitantes de la ciudad que está a cargo de la limpieza, que le pagamos y los equipamos para ello y que no cumplen cabalmente con su responsabilidad. El Cerro como el resto de Montevideo, está habitado por cerrenses-montevideanos, limpios, sucios, ordenados, prolijos o desorejados con sus residuos, ricos, pobres o medios. Son los mismos que votan cada cinco años; no pretenderemos que vengan a vivir los habitantes de Ginebra.

Pero no es solo un tema municipal, el cierre hace varios años de la biblioteca pública, donde ahora funciona un club de boxeo...o el traslado del BROU a la terminal de ómnibus a pesar del reclamo de 4 mil vecinos, porque es una zona más peligrosa, porque no hay donde estacionar los coches, porque no hay un árbol para hacer cola, porque terminó de matar la calle Grecia, son parte del deterioro del barrio.

Para no ser parcial, señalo que lo que mejoró fue el suministro de agua con la nueva instalación a lo largo de la calle Cuba.

Otro aspecto que hay que considerar es la gente del barrio que no se resigna, que la pelea, incluso en los espacios más degradados como el Parador del Cerro, o, mejor dicho, sus pobres ruinas. Muchos lo recordarán como un de los puntos de atracción de la ciudad hace ya tiempo, ahora es peor que una ruina, pero es allí donde se desarrolla la iniciativa uruguaya de Teatro para el Fin del Mundo (TFM), nacida en México para utilizar espacios públicos devastados. La Cooperativa Artística TFM Uruguay que se estableció en el Cerro y La Teja. En el lugar que era para esparcimiento de gente con buena capacidad adquisitiva, ahora transformado en un asentamiento, fue escenario de obras teatrales, en el marco de tres festivales. Energías y ganas hay, es necesario integrarlas al esfuerzo nacional y departamental.

Frente a esta situación general de deterioro, podría callarme, sumarme a la resignación general, pasar rápido por ese barrio tan querido, porque allí trabajé cobrando para Codarvi y participando en las asambleas estudiantiles y las ocupaciones del liceo Nro. 11 en Grecia y México o yendo al local de la FOICA y donde tuve y tengo tantos amigos y ahora familiares. Lo hice durante varios años, pero ahora se me está terminando la paciencia.

Yo no creo que porque en una zona consigamos muchos votos tenemos que dedicarle una atención especial, privilegiada, pero es un despropósito que luego de tantos años, de gobiernos departamentales de izquierda vamos para los 30 años, y 13 de gobiernos nacionales, los cambios profundos, sólidos, productivos, sociales, urbanísticos, en los servicios, en la calidad de vida de esa gente sean tan elementales y carentes.

Si no lo cree, si los jerarcas nacionales y departamentales no me creen, consideran que exagero, un recorrido medianamente prolijo por el barrio y sus alrededores, no les vendría mal. O se pueden visitar las redes sociales en particular Facebook.

Es cierto que se produjeron cambios dramáticos con la creación de Cerro Norte, pero también es un cambio profundo cuando en cada elección recorrer el Cerro era un baño de optimismo y de impulso para la izquierda. Ir a llevar a Selva a votar al Cerro, donde mantiene su credencial, era una experiencia maravillosa. Pero las banderas, las bocinas, los coches, motos, bicicletas y peatones embanderados se cansan o se resignan. Ya en las últimas elecciones, los entusiasmos fueron mucho menores.

¿Es una maldición inexorable que un barrio como el Cerro no pueda renacer, productivamente, socialmente, culturalmente?

Los simbolismos deberían servir en todas direcciones, también como una obligación para la imaginación, para el empeño, para los cambios, para la izquierda. El Cerro debería ser uno de nuestros paradigmas, nuestros estandartes y no lo es en absoluto.

¿No son temas para el verano? ¿Hay que dedicarse a reflexiones livianas y cómodas que no molesten a nadie? Me disculpo, pero no pienso lo mismo, es más, hace tiempo que discutí esta situación con muchos compañeros y amigos en diversos ámbitos. ¿Nos sacamos las ganas entre nosotros para no poner en peligro el caudal electoral? ¿Y nuestro compromiso con la vida de la gente, con su bienestar, con su ciudad y su barrio?

¿No habría que integrar -no creando un nuevo organismo, por favor- todas las energías del estado nacional, departamental y local para planificar y ejecutar un proyecto de recate, de promoción de toda la zona Oeste de Montevideo, incluyendo naturalmente el Cerro? Y La Teja, Tres Ombúes y Paso Molino no están mucho mejor.

Por Esteban Valenti