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¿Ganó Piñera o perdió la izquierda?

Este año es de sorpresas, y la mayoría no precisamente positivas para la izquierda. Por Esteban Valenti.

19.12.2017 11:27

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2017-12-19T11:27:00-03:00
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Este año es de sorpresas, y la mayoría no precisamente positivas para la izquierda. El domingo pasado Sebastián Piñera se impuso en Chile con el 54.4% de los votos contra el 46.6%, es decir con más del 9% del total de los votos, que es bastante más amplio que todas las estimaciones que daban un resultado muy ajustado en el ballotage.

La síntesis de las dos vueltas electorales las dio en su discurso de triunfo el propio Piñera: "en la primera vuelta sacamos menos votos de lo esperado (36%) y en la segunda, ¿más votos? Una vez más las encuestadoras en la picota".

Lo que fue constante fue la abstención con el voto de menos del 50% de los inscriptos, algo superior en la segunda vuelta.

Obviamente voy a realizar un balance muy primario, un poco atrevido, porque hace falta más opiniones de los protagonistas, sobre todo de la izquierda, que son los que me interesan y con un ojo y una oreja vueltos hacia el Uruguay.

Ganó la derecha, y la extrema derecha en la primera vuelta tuvo un sorprendente 7.9%, que obtuvo José Antonio Kast, que en el ballotage apoyó sin medias tintas ni vacilaciones a Piñera.

En el otro extremo, es notorio que el candidato de la Concertación, Alejandro Guillier, no logró captar los votos del Frente Amplio (izquierda) y de la DC, ex integrante de la Concertación, y que con esos votos hubiera ganado.

Lo que triunfaron fueron dos cosas básicas y elementales: el descontento general y difuso de una parte fundamental del electorado con el actual gobierno de Michelle Bachelet, que se expresó en un gran porcentaje de abstenciones (más del 50%) y, en definitiva, en la mayoría obtenida por Piñera. Los electores votan por el futuro, pero tienen muy en cuenta el gobierno a cargo.

El balance que los chilenos hicieron de este segundo gobierno de Bachelet fue muy diferente al primero, donde se retiró con una aprobación ciudadana mucho más amplia. A ello debe agregarse la fragmentación del centro izquierda, la salida de la Democracia Cristina de la Concertación y la creación del Frente Amplio, a la izquierda del gobierno y que recogió en pocos meses el 20% del electorado y eligió el 12% de los diputados, transformándose en una consistente tercera fuerza política nacional.

¿El gobierno actual se debilitó por la derecha o por la izquierda? ¿Fue por ser muy medido y administrador o por ser demasiado audaz en los cambios? Es una pregunta básica.

Se debilitó por ambos flancos, por la derecha, la expresión es el abandono de la DC, que tuvo un pésimo resultado electoral, su candidata presidencial, Carolina Goic, obtuvo tan solo 5,88% de los votos, quedando en el quinto lugar de las opciones y, por la izquierda, la creación del Frente Amplio tiene básicamente su origen en los descontentos con la Concertación y obtuvo un sorprendente 20,3%.

No hay sumas lineales, pero es natural que un debilitamiento del sistema político en general, con una gran abstención, afecta a todos los partidos, pero no es por cierto un resultado alentador para el gobierno de la Bachelet y menos para la izquierda. Es una derrota para la democracia y para los que promueven el protagonismo popular en la política.

Un factor que notoriamente afectó al gobierno y se proyectó a las elecciones, fue la corrupción, las acusaciones y los procesos que involucraron a diversos niveles del gobierno hechos y personajes vinculados a la corrupción en un país que en la región está entre los menos corruptos. La corrupción es un flagelo en todo el mundo y en particular en América Latina y en los gobiernos progresistas puede ser devastador.

En resumen, la mayor pérdida de votantes que el centro izquierda perdió y no logró recuperar en el ballotage fue por la izquierda, tanto por las políticas del gobierno, como por los procesos electorales y notoriamente una parte muy importante de los votantes del Frente Amplio y a pesar de que su candidata a la presidencia Beatriz Sánchez, declaró que votaría por Alejandro Guillier, sin convocar directamente a sus electores, una parte importante no se sumó a las fuerzas oficialistas, incluso arriesgándose al retorno de Piñera al poder. Un nuevo multimillonario que asume directamente el gobierno como en otros países. El poder al poder, sin intermediarios.

No hay duda de que durante el gobierno de Bachelet se aprobaron polémicas e importantes leyes sobre los derechos ciudadanos que tuvieron la firme oposición de la extrema derecha y de la derecha, pero no fueron un factor determinante a la hora de captar votos, a pesar de que la ultra derecha hizo el centro de su campaña la anulación de esas leyes. Por lo tanto, hace falta analizar el peso de la situación económica y social y qué otros factores influyeron en el voto.

El próximo gobierno no tendrá mayoría parlamentaria y tendrá que negociar. El balance de las causas que en el plano social y cultural ideal llevaron a la derrota el oficialismo y a la elección de un nuevo gobierno de centro derecha en América Latina, por vía totalmente democrática. Es, sin duda, un eslabón de una cadena que debe ser analizado, en particular en Uruguay.

La rotación en el poder no puede ser asumida como una catástrofe, pero tampoco como un ciclo mecánico, es parte de la democracia, de la política, pero precisamente por ello, tiene sus causas, sus protagonistas, sus responsables, sus interrogantes y la búsqueda de respuesta. Y siempre reclama un profundo sentido crítico, la base de la izquierda o de las izquierdas.

Los resultados electorales siempre tienen lecturas complejas, las victorias muchos padres y las derrotas son huérfanas, pero creo que en estas elecciones en Chile ganó Piñera porque el gobierno y el centro izquierda vienen perdiendo desde hace tiempo. Si el ciclo de las victorias tenían explicaciones, las derrotas no pueden cargarse a la casualidad o a la rotación.

Por Esteban Valenti